El ruidoso silencio de Iberoamérica
ALEJANDRO GOMEZ
Pareciera que el por qué no te callas que el rey Juan Carlos de España espetó a Hugo Chávez en Santiago de Chile no fue asimilado por el teniente coronel bolivariano y primer socialista del siglo XXI, pero sí por los mandatarios de la comunidad iberoamericana.
Chávez no ha dejado de hablar, ha llamado a Alvaro Uribe ''triste peón del imperio'', ha dicho que no volverá a tener relaciones con Colombia, ha insultado a la jerarquía de la Iglesia de Venezuela y los ha amenazado con ponerlos en la cárcel.
Una de sus operetas más notables se produjo el jueves por la noche, cuando le dijo a la oposición que tenía ejército, marina, aviación y una guardia nacional para tirarles encima. Y terminó llamándolos bastardos.
Antes había exigido las disculpas del rey Juan Carlos y congelado las relaciones con España, con la misma actitud de Luis XIV, que decía el Estado soy yo.
Algunas voces se oyeron desde Brasil, donde los empresarios pidieron al Congreso frenar el ingreso de Venezuela al MERCOSUR y una encuesta hecha entre militares indica que para ellos el armamentismo chavista sí es una amenaza.
Un funcionario israelí, de paso por Buenos Aires, alertó sobre el hecho de que su relación con Venezuela pudiera ser la puerta que Irán necesita para ingresar al continente.
Pero, pese a todas las luces rojas que indican que Chávez es cada vez más un peligro para su gente y sus vecinos, la comunidad iberoamericana ha optado por mirar hacia otra parte. La Organización de Estados Americanos aceptó las razones chavistas para no auditar el referendo de hoy. Los estados miembros no han abierto la boca ante las situaciones que la incontinencia verbal de Chávez genera en el continente.
Es claro que el continente necesita inversión y tecnología y que ambas cosas llegan con la indispensable seguridad jurídica. La Argentina con resabios menemistas de corrupción y favoritismo está tras Colombia en la lista de la inversión extranjera.
La impunidad de Chávez sigue alentando a personajes como Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, que hasta ahora han sido más parte de los muchos problemas que de las pocas soluciones.
La presidente chilena Michelle Bachelet criticó a Chávez por su postura en la OPEP, favorable a subir el precio del petróleo, y tiene razón. Pero las tensiones y la inseguridad jurídica no son menos daniñas que el precio exorbitante de la energía.
Las cosas han llegado demasiado lejos y amenazan con salirse de cauce con el referendo de hoy. Si se impone el sí no será creíble con una Asamblea Nacional y un Consejo Electoral chavista y se producirá la previsible reacción opositora.
Si se impone el no ni el teniente coronel ni los suyos, que se están enriqueciendo a dos manos, estarán dispuestos a dejar las mieles del poder con el petróleo cerca de $100 el barril.
Antes de que, literalmente, la sangre llegue al río, la comunidad iberoamericana tiene la obligación de tomar cartas en el asunto. La administración Bush ya ha demostrado que, además de no entenderla, la situación al sur del Río Grande no le preocupa ni le importa.
Ya todos saben el costo de los Somoza, Trujillo, Castro, Pinochet, Videla y la troupe de dictadores que asolaron el continente durante demasiado tiempo.
Es hora de trabajar en la construcción de instituciones y de hacer que se respeten. Ya bastante absurdo es que los venezolanos hayan votado por un candidato que intentó derrocar por la fuerza a un gobierno elegido democráticamente. Si en su momento se hubiera prohibido a los golpistas elegir y ser elegidos, Venezuela no tendría a Chávez, Bolivia no hubiera tenido a Bánzer, Argentina se habría ahorrado unos cuantos gobernadores, legisladores y alcaldes que participaron en la represión
agomez@elnuevoherald.comRodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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