Martes, 25 de Diciembre de 2007
Economía y Negocios, El Mercurio
Sebastián Aguirre L.
Héctor Valencia, gerente general del IST, hace un crudo análisis del panorama local. Critica las trabas legales que atentan contra el crecimiento y alerta sobre las inversiones extranjeras en el largo plazo.
Ajetreado ha sido el año de Héctor Valencia. El gerente general del Instituto de Seguridad del Trabajo, IST, ha encabezado las celebraciones del cumpleaños número 50 de la organización, que ha incluido seminarios, visitas del extranjero y homenajes, entre otros eventos. Una fiesta "modesta, pero significativa", para una entidad que sigue vital, según el ingeniero mecánico. "Uno no puede estar cansado a los 50, porque, si no, ¡qué te espera para los 60!", asegura, convencido.
Pero además ha tenido que compatibilizar las celebraciones con sus actividades de primer vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo. Un puesto de privilegio que le permite analizar a fondo el panorama local.
-¿Cómo se configura el nuevo mapa laboral en Chile con la Ley de Subcontratación?
"Es una situación bastante incierta para poder hacer un pronóstico, pero yo creo que el tema va a ser bastante complicado. Con esta obligación de externalizar a tanta gente, va a haber una disminución del empleo, producto de que las grandes empresas, que son las que tienen más subcontratación, van a buscar formas de suplir la mano de obra por capital. Porque nadie, en un mundo global donde se habla tanto de competitividad y posicionamiento del país, va a ser competitivo teniendo costos de mano de obra tan altos como los que se tienen hoy día".
-¿Y de esa manera se logra frenar el crecimiento?
"Claro, ése es otro de los problemas. Con estas medidas, las alternativas de inversión en países vecinos como Argentina o Perú, que está dando una serie de facilidades hoy día para poder instalarse y aumentar la inversión, indudablemente que se convierten en mercados más atractivos para los inversionistas, donde la legislación permite de una u otra manera trabajar mejor".
-Pero, ¿qué aspectos positivos puede rescatar de esta ley de subcontratación?
"Mirándolo desde el punto de vista del IST de los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales, creo que ahí hay una ventaja, en el sentido de que las normas y programas de prevención se aplican de la misma manera para la gente que está en distintas faenas. Desde ese punto de vista, la gestión preventiva se hace en un mejor nivel, y podríamos tener como consecuencia de eso una disminución en este ámbito que puede ser importante".
-¿Y cómo impactará la reforma previsional en la fuerza laboral?
"El impacto más positivo que veo aquí está en este incentivo a los más jóvenes para que se los pueda contratar y permite aumentar los trabajos con contratos formales. Ahí habría una forma de paliar estas tasas de desocupación tan altas que hay en la gente sin experiencia, que pasa a ser un problema. Porque si no te dan la posibilidad de demostrar tu trabajo o de acumular experiencia, indudablemente que no vas a poder acceder a un empleo. Por eso es fundamental para los más jóvenes. Ahora, yo creo que si se suma a la Ley de Subcontratación, si disminuye la cantidad de empleos y no se generan mayores condiciones para incentivar la inversión, sólo queda en las buenas intenciones".
-¿Y cuáles desafíos van a enfrentar las empresas con esta legislación?
"En este nuevo escenario van a aparecer varias opciones. Aquellos que tengan capital apostado en una empresa que sea fácil de desmontar, como una empresa de servicios, yo creo que va a cambiar de lugar su capital. Ahora se van a generar menos plazas de trabajo. Y ahí se ven las contradicciones que hay en el debate, porque cuando uno mira las modificaciones previsionales, se contradice con este escenario de una rigidez laboral que mete en un zapato chino al empleador y que va a tener que cuidar su capital. En el fondo, nadie desconoce que la gente joven necesita tener una oportunidad de trabajo. Nadie desconoce que debe tener un trabajo decente la persona de 50 o 60 años. Pero también nadie desconoce que en el mundo para generar inversiones tiene que haber facilidades, certeza jurídica y una serie de condiciones que hacen que alguien apueste capital y esté dipuesto a generar empleo. Uno mira a países jóvenes, que recién están estructurándose, como Macedonia, y son un ejemplo. Ellos ofrecen hoy arriendos para quien quiera instalarse allá por 74 años y 10 años sin pagar impuestos con el fin de que la gente vaya, invierta y genere empleo. Al final van a generar trabajo, y esa exención tributaria de 10% la van a recibir por el lado de generar empleo, de aumentar el gasto doméstico, y van a recibir esos fondos por otros lados. Y nosotros, en definitiva, no somos capaces de desarrollar eso".
-¿Chile ha perdido protagonismo como polo atractivo para la inversión?
"No creo que hayamos perdido protagonismo absoluto, pero sí sé que hoy los inversionistas extranjeros la piensan dos veces, y antes no la pensaban".
-Y además hay más competencia en el barrio...
"Claro, pero además de la competencia, es porque también las manifestaciones sociales que aparecen en los distintos ámbitos, en el fútbol o en las huelgas, es porque la gente está manifestándose de alguna manera. Son volcanes que están tirando esa energía negativa que nace de una insatisfacción".
-¿Tiene una visión pesimista respecto a las perspectivas de crecimiento?
"Esto no es pesimismo, sino realismo. Si uno mira que las actuales condiciones se mantienen, y hace rato que venimos creciendo bajo el 5%, yo creo que no vamos a generar el crecimiento que necesitamos. Se habló que Chile sería un país desarrollado para el Bicentenario, y no vamos a alcanzar la meta. Y eso es por la falta de crecimiento".
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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