Hay personas conformistas que no ven más allá. Sin embargo, Guillermo Alcaraz es un inconformista de pro, una persona que pone pasión en todo aquello que hace y que convierte su afición desde niño, la numismática, en una filosofía de vida.
El propósito que se ha marcado a corto plazo es terminar su colección de billetes del Estado Español (sólo le quedan seis) y, llegado ese momento, retroceder hasta llegar a mediados del siglo diecinueve. Una colección de billetes que ronda las cien piezas y se compone de ejemplares de antes de la República, la República y el Estado Español.
Orígenes Para algunos el coleccionismo puede ser un simple hobbie o una obsesión, pero para Alcaraz supone bucear en el tiempo, cerrar los ojos y sentirse como aquel niño de ocho años que recibía con entusiasmo los sellos que su tía paterna, una religiosa misionera, le mandaba desde el extranjero. "Me mandaba sellos de Perú, Venezuela e incluso de algunos países de Europa, me mandaba lotes completos".
Como si de un compás se tratase, casi al mismo tiempo su abuelo comenzó a regalarle monedas, el almeriense se pregunta, en tono jocoso, por qué ese niño no las utilizaba para comprarse caramelos y las guardaba como si fueran reliquias. Desde ese momento, para el coleccionista, la filatelia y la numismática irían de la mano.
Con la llegada del euro, en el 2000, se vio abocado a poner límites a su "pasión". Aunque fue complicado elegir entre "papá o mamá" se decantó por los billetes y decidió deshacerse de las monedas. "Se ampliaron mucho las miras. Para tenerlo todo, de todos los países, se necesitaban 5000 o 6000 euros al año, sólo para coger las monedas de curso legal, es decir, las que entran en un monedero o los valores cotidianos", explica. Para más inri, a estas monedas se les sumarían las ediciones especiales y las monedas conmemorativas.
Es ese el motivo por el que puede verse a Alcaraz en su puesto en la Plaza Vieja o en el Soho vendiendo a parte de sus niñas mimadas con el firme objetivo de encontrar a sus peculiares "Les Six".
Valor "Aunque mi colección no es del todo relevante consigo piezas de muchísima calidad". El almeriense muestra su colección de billetes intactos y explica qué ejemplares han llegado a sus manos sin circular. "El billete más caro de mi colección es un billete de 1000 pesetas. Su precio rondaría los 3000 euros, y aunque con el tema de la crisis han bajado de valor, volverán a recuperar su precio".
Sólo en España, teniendo en cuenta las diferentes fechas de catalogación (mediados del siglo XIX) el número de billetes oscilará entre los 250 o 300. De ahí el esfuerzo que supone encontrar algún que otro eslabón perdido.
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