responsabilidad social empresarial
Las empresas, los inversionistas y el medio ambiente
Por Matthew Patsky y Elizabeth Levy
La inversión 'verde', es decir la inversión que tiene en cuenta el medio ambiente, es una práctica en evolución que ahora incluye la evaluación del perfil ambiental de las compañías. Muchos inversionistas utilizan sus inversiones para promover un programa ambiental.
Matthew Patsky es socio y gestor de carteras de inversión; Elizabeth Levy es principal analista ambiental de Winslow Management, firma que se especializa en inversiones verdes.
Los inversionistas desempeñan un papel importante en avanzar las actividades ambientales de las empresas en las que invierten. La inversión verde, es decir, la inversión que tiene en cuenta el medio ambiente, es una práctica en evolución. La inversión verdad ya no sólo significa evitar las compañías que han tenido antecedentes negativos con el medio ambiente, sino que ahora incluye el análisis de la trayectoria ambiental de una compañía como ayuda para evaluar características como los cálculos de futuro crecimiento, la preparación para futuros reglamentos y la previsión en cuanto a riesgos. Muchos inversionistas no vacilan en utilizar sus inversiones para promover un programa ambiental.
Atención enfocada en el riesgo
Durante la primera oleada de inversión verde en los años ochenta y noventa, los inversionistas se enfocaban principalmente en evaluar las actividades ambientales desde el punto de vista del riesgo. Las pérdidas masivas debido a las demandas relacionadas con el asbesto (que se calculan en más de 250.000 millones de dólares en Estados Unidos solamente, según informó The Economist en 2005), indujo a algunos inversionistas a incluir obligaciones ambientales en sus análisis financieros, como la responsabilidad y remediación ambiental de lugares contaminados por desechos peligrosos que el gobierno federal considera sitios Superfund. Los inversionistas comenzaron a incorporar en su enfoque otros datos ambientales, como por ejemplo la emisión de sustancias tóxicas y peligrosas. Las organizaciones dedicadas al análisis, como KLD y el Centro de Investigación de la Responsabilidad del Inversionista (actualmente parte del Grupo RiskMetrics) suministraron información a los inversionistas sobre el cumplimiento o la violación de la reglamentación ambiental, emisiones de sustancias químicas tóxicas y programas de gestión ambiental.
Hoy en día, los inversionistas ecológicos consideran no sólo el riesgo retrospectivo de actividades y emisiones pasadas, sino también los riesgos futuros, en particular en relación con el cambio climático. Para muchos inversionistas, así como para muchos ecologistas, el cambio climático se ha convertido en una preocupación primordial que incluye a otras, como el uso y escasez del agua dulce, la destrucción del hábitat de los animales y la contaminación del aire.
Para las compañías que analizan los inversionistas, el cambio climático presenta una serie de problemas, tanto para los negocios actuales como para la planificación futura. Por ejemplo, según Storm Exchange, una consultaría de gestión de riesgos meteorológicos, un aumento de dos grados en la temperatura media durante el otoño puede producir un uno por ciento de reducción en las ventas en las tiendas, medida clave que los analistas financieros utilizan para el análisis del comercio al por menor. En septiembre de 2007 la temperatura aumentó un promedio de dos grados con respecto a la norma, y en octubre de 2007 se registró la mayor reducción en 12 años en cuanto a crecimiento de ventas para el mes de octubre, según el Consejo Internacional de Centros Comerciales.
Las preocupaciones climáticas y del medioambiente afectan también el modo de pensar de los inversionistas de capital privado que se dedican a comprar y vender compañías. En enero de 2007 Goldman Sachs y las firmas de capital privado Texas Pacific Group y Kohlberg Kravis Roberts adquirieron la compañía de energía de Texas, TXU Corp. Es significativo que los compradores anunciaron que habían realizado consultas a las importantes organizaciones ecologistas Environmental Defense y el Natural Resources Defense Council y que habían decido reducir un plan polémico para construir 11 centrales eléctricas nuevas alimentadas con carbón al número más aceptable de tres centrales nuevas, como parte del nuevo acuerdo de compra. Debido al rechazo de los gobiernos de los estados de Kansas, Oklahoma, Florida y Washington de planes para la construcción de nuevas centrales eléctricas alimentadas con carbón a finales de 2007, el acuerdo de los inversionistas de TXU parece casi profético.
Nuevas oportunidades
Pero en lugar de analizar únicamente información ambiental para el análisis de riesgo, la nueva oleada de inversionistas ecológicos considera la protección del medio ambiente una oportunidad y está invirtiendo en sectores del mercado que apenas existían hasta hace unos pocos años. Por ejemplo, según el análisis de la firma New Energy Finance (NEF), en 2004 la inversión directa en empresas de energía alternativa que cotizan en bolsa, es decir inversiones a través de una oferta pública inicial o una oferta pública secundaria, no superó los 1.000 millones de dólares en todo el mundo. En 2007 esa cantidad ascendió a cerca de 25.000 millones de dólares (véase cuadro). En 2007 solamente, este flujo de dólares de inversión directamente a las compañías permitió, entre otras cosas, la ampliación de las fábricas de células solares, la construcción de parques eólicos, la compra de proyectos de centrales hidroeléctricas de pasada, la siembra de cosechas para combustible, el examen de la comercialización de células de combustible y el desarrollo de centrales de energía geotérmica.
El flujo de capital a estas empresas dedicadas a mejorar el medio ambiente ha tenido algunas consecuencias interesantes para los inversionistas ambientales. La primera es que ahora hay muchas más compañías en las que pueden invertir. Según New Energy Finance, entre 1992 y 2002 hubo 30 ofertas públicas iniciales de compañías de energía alternativa que recaudaron 2.000 millones de dólares; en 2003-2004, veintinueve ofertas públicas iniciales movilizaron 7.000 millones de dólares; en 2005-2006, 92 ofertas movilizaron 13.000 millones de dólares, y en 2007 solamente, 61 ofertas recaudaron 17.000 millones de dólares.
A medida que ha crecido el universo de compañías que ofrece soluciones ambientales, ha sucedido lo mismo en el universo de inversionistas. Actualmente diversos fondos invierten en energía alternativa, entre estos fondos cotizados que invierten en índices de energía alternativa, fondos de inversión dirigidos y un sinfín de fondos de capital privado, muchos de ellos creados en los dos últimos años.
Lo que es aún más notable es que ahora los inversionistas pueden obtener ganancias invirtiendo en estas tecnologías nuevas, cosa que anteriormente no era siempre posible. Por ejemplo, desde 1996 el fondo New Alternatives se ha centrado en invertir en energía alternativa, durante mucho más tiempo que cualquiera de los índices de energía alternativa que comúnmente se analizan. Entre 1996 y 2004 el desempeño del fondo fundamentalmente no varió; entre 2005 y 2007 el valor de sus acciones más o menos se duplicó. Muchos de los índices y otros fondos que invierten en energía alternativa han experimentado un desempeño similar desde 2005.
Uso de su poder
Muchos inversionistas ambientales no vacilan en dar su opinión a las compañías en las que invierten. La herramienta principal que emplean todos los inversionistas para analizar posibles inversiones es la información suministrada por las compañías. Aunque las entidades reguladoras nacionales e internacionales vigilan muy de cerca la divulgación de la información financiera, la divulgación de información ambiental todavía es en gran parte voluntaria.
Los grupos de inversionistas del mismo parecer a menudo unen sus fuerzas para solicitar este tipo de información. Por ejemplo, el Carbon Disclosure Project, que representa a un grupo de inversionistas que administra inversiones por valor de 41 billones de dólares, solicita anualmente a líderes de empresas internacionales que informen, de manera uniforme y comparable, acerca de las emisiones de gas de efecto de invernadero. En Estados Unidos, la Social Investment Research Analyst Network (Red de analistas que apoya la inversión social) publicó una declaración en nombre de un grupo de firmas que administran 435.000 millones de dólares, en que se incluye Winslow Management Company, en que solicita a las compañías que publiquen información ambiental y de sostenibilidad social, de conformidad con una serie de guías de elaboración de memorias desarrollada por la Global Reporting Initiative, que elaboró el más reconocido marco de elaboración de informes de sostenibilidad.
Además de pedir a las compañías que hagan cambios, los inversionistas pueden también presentar resoluciones representativas sujetas a voto en las reuniones anuales de accionistas. Aunque el resultado de estas votaciones no es vinculante, es decir la dirección de la compañía puede hacer caso omiso de éste, las votaciones grandes pueden enviar una señal poderosa. El Interfaith Center on Corporate Responsibility informa que hasta enero de 2008 había recopilado información sobre resoluciones sometidas a más de 60 compañías que cotizan en bolsas de Estados Unidos, para sus reuniones anuales de 2008. Las solicitudes que aparecían con mayor frecuencia en estas resoluciones eran la preparación de informes de sostenibilidad, la reducción de las emisiones de gases de efecto de invernadero y el uso de madera y productos de papel cultivados y cosechados en forma sostenible.
Demanda de inversión verde
Han quedado relegados al pasado los días en que las cuestiones ambientales preocupaban solamente a estudiantes y activistas. Ya no es raro oír términos como "reducción de emisiones" o "lucha contra la contaminación" en los comités de inversiones o en las juntas directivas de las compañías en las que éstos invierten.
Aún los inversionistas corrientes, siguiendo el camino trazado por inversionistas con objetivos ambientales, comienzan a darse cuenta del valor de la información y la protección del medio ambiente. Por ejemplo, en la reunión anual de 2007 de la empresa ExxonMobil una resolución representativa auspiciada por los accionistas que proponía metas concretas de reducción de gases de efecto invernadero recibió más del 30 por ciento de los votos, lo que demuestra la amplia gama de inversionistas que actualmente se interesan en esta cuestión.
En momentos en que los gobiernos del mundo comienzan a negociar un tratado sobre el clima para 2012 y más allá, la necesidad y exigencia de responsabilidad y protección del medio ambiente que se espera de las compañías sólo continuará, así como la atención de los inversionistas.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente el punto de vista ni la política del gobierno de Estados Unidos.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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