Diario Financiero / Por Blanca Arthur
"Con entusiasmo, e incluso con una fuerza similar a la que mostró tras ganar las primarias, Michelle Bachelet celebró el triunfo que la instalará nuevamente en La Moneda. Y no le faltaban razones para ello. Porque aun cuando como en ninguna elección anterior había tan poco misterio respecto a que sería la ganadora, no era indiferente la magnitud de su victoria. Y ésta fue grande. Al empinarse por sobre el 62%, no sólo se transformó en la presidenta con más alta votación desde el regreso a la democracia, sino además la distancia de casi 25 puntos con su contendora marcó un récord absoluto respecto a lo que ha ocurrido en las anteriores definiciones en balotaje. Con ese contundente triunfo, Bachelet no dudó en reiterar que había recibido un claro mandato para realizar las profundas transformaciones que ha propuesto en su programa, intentando de esa manera desestimar los cuestionamientos a que, por la alta abstención −que se acercó al 60%− no contaría con la suficiente representatividad para emprender los cambios que se propone. Es que aun considerando que la baja participación es un fenómeno que requiere ser analizado, en el bacheletismo estiman que no por eso afecta ni merma en lo más mínimo el categórico pronunciamiento ciudadano. Relación con partidos" Las conclusiones más inmediatas que se sacaron después de conocerse los resultados electorales apuntaron, principalmente, a que la actual presidenta electa quedó con un grado de autonomía suficiente al interior de su coalición para las decisiones que deberá tomar, las que comenzarán antes de que asuma con la conformación de sus equipo de gobierno. En esa línea, es probable que mantenga la distancia con los partidos que marcó después de su arrollador triunfo en las primarias, cuando limitó tanto su participación en el comando, como en la elaboración del programa, tras concluir que éstos no estaban representando el sentir ciudadano, que ella recogía básicamente de las organizaciones sociales. Pero eso no significa que su disposición sea ignorarlos, sino que todo indica que actuará de acuerdo a su criterio, sin aceptar presiones o cuoteos. Eso lo saben los dirigentes partidistas, que tranquilamente esperarán las decisiones de la actual presidenta electa, porque también tienen claro que no podrá marginarlos completamente, no sólo por la experiencia de su gobierno anterior, en que debió finalmente acudir a ellos, sino por la importancia que tendrá para sus reformas lo que haga el Congreso. En esta materia, quizás lo más esperado es lo que ocurrirá con el Partido Comunista, el que postergó para el próximo fin de semana la decisión de si acepta incorporarse o no al gobierno de Bachelet, donde no existiría una opinión unánime en cuanto a que si es la mejor opción. Cual sea la determinación que adopte, el PC ha dejado claramente establecido que será una especie de guardián del programa que fue la razón que lo hizo sumarse a la candidatura, lo que podría generar problemas con algunos sectores de la Democracia Cristiana, que no necesariamente están de acuerdo en todas las propuestas, al punto que no pocos reconocen que la presencia comunista en el pacto pesó fuertemente en la izquierdización de la candidatura. Es por eso que uno de los principales desafíos de la futura mandataria será encontrar el equilibrio para conducir a una coalición o en la que podrían participar fuerzas tan disímiles, que tratarán de influir, a lo menos, en los énfasis o en la fuerza de los cambios. Enfrentar expectativas? Es cierto que Bachelet fue categórica para reiterar su compromiso con las profundas transformaciones que pretender realizar, como la reforma tributaria, la educacional que apunta a la educación gratuita, además de la nueva Constitución. Pero aun cuando lo planteó con fuerza, se encargó de precisar que no eran cambios que pudieran realizarse en un período breve como puede ser el mandato presidencial de cuatro años. Con ello, la futura presidenta, tal como lo han hecho algunos dirigentes del pacto de centroizquierda, apareció no sólo desmintiendo que se proponga cambiarlo todo de un día para otro como algunos plantean, sino sobre todo, tratando de bajar las expectativas. Es que ése es uno de los principales problemas que reconocen en el bacheletismo que la futura mandataria deberá enfrentar apenas asuma el gobierno, porque están plenamente conscientes de que las propuestas han instalado la idea de que podrán realizarse sin problemas, sobre todo porque cuentan con una mayoría parlamentaria para ello. En ese contexto, será determinante la forma en que plantee sus propuestas, como las precisiones que haga en temas que fueron ambiguos durante la campaña, como es el caso de la manera en que logrará educación gratuita o que avanzará en el cambio de la Constitución, porque es un hecho que las frustraciones pueden transformarse en su principal enemigo a poco de iniciar su gestión. En definitiva, los aciertos de la campaña no necesariamente podrán aplicarse a la hora de poner en práctica las promesas. Es por eso que aun con la satisfacción del triunfo obtenido, la tarea que le espera es ardua.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
- PUEDES LEERNOS EN FACEBOOK
- Siguenos en twitter: @rogofe47Chile
HTTP://consultajuridica.blogspot.com
http://el-observatorio-politico.blogspot.com
http://lobbyingchile.blogspot.com
http://calentamientoglobalchile.blogspot.com
http://respsoem2.blogspot.com
CEL: 93934521
Santiago- Chile
Soliciten nuestros cursos de capacitación y consultoría en GERENCIA ADMINISTRACION PUBLICA -LIDERAZGO - GESTION DEL CONOCIMIENTO - RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL – LOBBY – COACHING EMPRESARIAL-ENERGIAS RENOVABLES , asesorías a nivel nacional e internacional y están disponibles para OTEC Y OTIC en Chile
No hay comentarios.:
Publicar un comentario