Gustavo Zerbino tenía tan sólo 19 años cuando, junto a sus compañeros del equipo de rugby, sobrevivió durante 73 días, atrapado en el glacial andino, a 5.000 metros de altura, con temperaturas de hasta 40 grados bajo cero, alimentándose de los cadáveres de los compañeros fallecidos. Cuando se suspendieron las búsquedas, casi todo el mundo perdió la esperanza. Ellos no. Poder compartir esta experiencia le llevó a enseñar las claves del liderazgo y motivación a numerosas empresas y colectivos alrededor del mundo.
Zerbino habla con franqueza y pasión que caracterizan a los que sobrevivieron las situaciones de límite. "La clave es 'estar presente'. Dejar de quejarse y asumir las responsabilidades. Lo que nos hace fracasar son las creencias. Porque de antemano nos decimos que no se puede".
Como empresario recomienda "poner lo que hace falta en la organización y prepararse para afrontar los problemas que nunca se presentan". Y como padre de seis hijos y miembro de la quinta generación de la empresa familiar, apela a que los padres dejen de sobreproteger a los hijos porque "las crisis y el dolor forman parte de la vida y endurecen el espíritu". El superviviente subraya el poder del equipo y confiesa que ellos sobrevivieron gracias a las decisiones que tomaron como equipo porque "cuando el 'yo' se convierte en 'nosotros' la fuerza se multiplica".
laempresafamiliar.com:¿Cómo encontrar la fuerza interior para seguir adelante con optimismo?
Gustavo Zerbino: Todos actuamos con el idéntico patrón de conducta. Nos quejamos porque nacimos en una sociedad que no hace nada más que quejarse permanentemente. Es nuestro modo habitual de expresarnos. Para obtener los resultados distintos hay que hacer cosas distintas. Quejándose no se cambia absolutamente nada. Cuando dejamos de quejarnos y aceptamos lo que ocurre, inmediatamente empiezan aparecer oportunidades. Lo único en la vida que produce resultados son las acciones y quejarse no es ninguna acción. El que se queja deja las cosas exactamente iguales.
lef.com: ¿Qué importancia tiene una crisis para la continuidad de la empresa familiar?
G.Z.: Una familia tiene varias generaciones. En el tiempo las crisis familiares son como las semanas, todas las semanas hay crisis. Si en cada crisis naufragara la familia, no existirían ni las empresas familiares ni nada. La crisis es algo natural, es permanente. Aprender a administrar las crisis es una de las cosas más difíciles, pero también más fáciles a la vez. Lo difícil sería si yo pretendiera vivir en un mundo sin crisis, y que cada vez que me pase algo me sintiera como si iba a morir. Pero si yo acepto que vivo en un mundo en el que el cambio es constante, estoy preparado para la crisis.
lef.com: ¿Cuál es la importancia de la educación para estar preparado y afrontar las crisis?
G.Z.: La educación es esencial. Cuando un hijo vea que el padre u otro familiar dirige la empresa familiar y hace frente a las crisis, actúa responsablemente a pesar del miedo, a pesar de la duda, aprenderá de este ejemplo y estará mejor preparado.
lef.com: ¿Cuál es el papel de los padres?
G.Z.: En la conferencia hablé sobre dos ejemplos de dos hijos que participaron en la marcha que el ejército chileno organizó en las montañas. Uno tenía un padre sobreprotector y estaba acostumbrado a que su progenitor le solucionara siempre los problemas. De mayor, cuando surgía un problema, seguía esperando a que papá lo solucionara. Murió congelado en las montañas. El otro era el ejemplo de un hijo cuya madre le enseñó a valerse por sí mismo. Este hijo concentró todas sus fuerzas y energías y luchó para sobrevivir. En la organización lo importante es poner lo que falta. Si falta responsabilidad, yo tengo que ser más responsable. Si falta confianza, yo tengo que confiar más en mi gente. Si falta alegría, soy yo el que tiene que estar alegre. No puedo exigir las cosas si yo no las pongo.
lef.com: ¿Qué pueden hacer los padres para preparar a los hijos para las crisis?
G.Z.: El problema de hoy es que a los hijos ya no les educan los padres. Tienen muy poca calidad de vida y pasan muy poco tiempo con la familia. La sociedad de consumo les bombardea constantemente y la gente está en constante búsqueda de satisfacción instantánea
lef.com: ¿La familia puede ser ese motor motivador que ayude a atravesar las crisis en una empresa familiar?
G.Z.: La familia es el molde con el que nosotros nos sentimos reflejados. En una empresa familiar la familia tiende hacer las cosas de una manera y yo, como miembro de la familia, me voy a regir por los mismos valores, por los mismos principios.
lef.com: ¿Cómo cambio su vida después del accidente?
G.Z.: El que era tomate volvió tomate, el que era banana volvió banana. El accidente no modificó mis referencias sino que aceleró mi aprendizaje. Todos tenemos diferentes roles en la vida y nos tenemos que desarrollar de acuerdo con nuestro interior. Las experiencias fuertes aceleran tu aprendizaje y hacen que puedas distinguir entre lo primario y lo segundario de forma más rápida.
lef.com: ¿Qué aconsejaría a un empresario que prepara la sucesión?
G.Z.: Nosotros somos la quinta generación. Somos nueve hermanos y 32 primos, pero los que trabajan son los que están capacitados. Los que están preparados. La familia es una cosa y la empresa es otra. Porque no se puede ser de una manera en la empresa y de otra en la familia. Uno tiene que ser el mismo, valorando, reconociendo y premiando el trabajo de los demás. De esta manera tus hijos y tu familia van a estar preparados y no se sentirán excluidos de la empresa.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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