Quienes así lo hacen no tienen que temer más que a su propia capacidad de  persuasión. Saben que sus argumentos disidentes serán escuchados por la  comunidad con interés y que, si están sólidamente fundados, tienen muchas  posibilidades de que sean aceptados. En ese mismo instante, pasarán a ser objeto  de deseo de otros cientos de escépticos dispuestos a tumbarlos. Así funciona la  democracia del lechero en todos los modelos científicos. ¿O en casi todos? 
 Si el personaje en cuestión, en lugar de tratar de demostrar que la última  datación de un fósil de roedor es incorrecta, se atreve a cuestionar la  interpretación de los registros de temperaturas durante el Óptimo Climático  Medieval elaborada por el IPCC, temerá que a su puerta, en lugar del lechero,  golpee una madrugada cualquiera una portada de Newsweek. 
 "El alarmismo sobre el calentamiento global ha dado una desagradable vuelta  de tuerca la semana pasada cuando la revista Newsweek publicó un  extenso reportaje de portada llamando repetidamente a los escépticos  'negacionistas' y acusándolos de estar mantenidos por compañías del petróleo u  otras industrias interesadas en emborronar la verdad", se queja Noel Shepard,  escritor, abogado y profesor del Bussines and Media Studies.
 Se refiere al apabullante tema de portada con el que Newsweek atizó  el 13 de agosto a los escépticos del cambio climático, de la mano de su  colaboradora científica Sharon Begley: "La gran cantidad de datos científicos  que hay ahí fuera conduce a pensar que los negacionistas tienen los días  contados."
 El artículo de Begley se ha convertido en uno de los más contestados, para  bien y para mal, en la historia reciente de la revista estadounidense. ¿Qué es  lo que decía para causar tanto revuelo?
 "El trabajo, contiene muy poco de lo que se pueda llamar periodismo objetivo  y neutral", asegura Marc Morano, director de comunicación de la Oficina para el  Medio Ambiente del Senado de los Estados Unidos. En él se sostiene la idea de  que existe "una maquinaria bien engrasada, bien coordinada y bien financiada por  científicos contestatarios, pensadores del libre mercado y empresas energéticas,  para emitir una nube de dudas sobre la ciencia del clima".
 Es decir, ante la aparición de voces críticas en el seno de la comunidad  científica, la portada de Newsweek vuelve a caer en la acusación más  habitual esgrimida por los ecologistas: los científicos disidentes trabajan a  sueldo de multinacionales del sector energético. ¿Será cierto? 
 Según la citada oficina del Senado, el reportero Eve Conant, que figura en el  artículo de Newsweek como colaborador de la autora, recibió cumplida  información de la estimación oficial realizada sobre el dinero invertido en  investigación climatológica. En la última década, los investigadores que  proponen un origen antropogénico del cambio climático han recibido 50.000  millones de dólares. De ellos, 30.000 millones han salido de las arcas del la  Administración Bush.
 Curiosamente, esa es la misma cifra (50.000 millones) que Hillary Clinton ha  prometido invertir en investigaciones sobre nuevas energías en su programa  electoral para las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
  En la parte contraria, las cifras también son mareantes. El 8 de  agosto de 2007, el vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore acusó en una  conferencia ofrecida en Singapur a la multinacional petrolera Exxon Mobil de  haber invertido 10.000 millones de dólares al año en la financiación de estudios  escépticos sobre el cambio climático. "Existe una campaña muy bien organizada  por las compañías más contaminantes para generar la falsa impresión de que hay  disidencia en la comunidad científica en torno al calentamiento global", dijo,  según la agencia Associated Press. "En realidad continuó estamos  viviendo uno de los mayores consensos en la historia de la ciencia, pero vivimos  en un mundo en el que el uso de la propaganda tiene una función clave a la hora  de crear opinión pública". Gore identificó las investigaciones escépticas sobre  el cambio climático con las que hace unas décadas pretendían relativizar los  efectos dañinos del tabaco: "Algunas compañías tabaqueras se gastaron millonadas  intentando crear la sensación de que existía cierto desacuerdo entre los  científicos. Hoy, muchas empresas del sector energético, como Exxon Mobil, hacen  lo mismo para desacreditar la unanimidad sobre el clima".
En la parte contraria, las cifras también son mareantes. El 8 de  agosto de 2007, el vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore acusó en una  conferencia ofrecida en Singapur a la multinacional petrolera Exxon Mobil de  haber invertido 10.000 millones de dólares al año en la financiación de estudios  escépticos sobre el cambio climático. "Existe una campaña muy bien organizada  por las compañías más contaminantes para generar la falsa impresión de que hay  disidencia en la comunidad científica en torno al calentamiento global", dijo,  según la agencia Associated Press. "En realidad continuó estamos  viviendo uno de los mayores consensos en la historia de la ciencia, pero vivimos  en un mundo en el que el uso de la propaganda tiene una función clave a la hora  de crear opinión pública". Gore identificó las investigaciones escépticas sobre  el cambio climático con las que hace unas décadas pretendían relativizar los  efectos dañinos del tabaco: "Algunas compañías tabaqueras se gastaron millonadas  intentando crear la sensación de que existía cierto desacuerdo entre los  científicos. Hoy, muchas empresas del sector energético, como Exxon Mobil, hacen  lo mismo para desacreditar la unanimidad sobre el clima".
 Los fondos federales dedicados directa o indirectamente a las investigaciones  sobre calentamiento global en Estados Unidos han superado los 30.000 millones de  dólares. A ello habría que sumar las partidas llegadas desde Naciones Unidas,  fundaciones, universidades, gobiernos extranjeros, etc... "Inmensas cantidades  de dinero siguen fluyendo hacia los institutos donde se estudia a favor del  miedo climático. Eso sin tener en cuenta las medidas estatales propuestas para  detener los posibles efectos del calentamiento cuando lleguen a producirse. Me  parece que, incluso aceptando las acusaciones de Gore, que a mí me parecen  infundadas, es obvio que los escépticos pierden la partida", argumenta  Morano.
 Bob Carter, uno de los más reconocidos paleoclimatólogos australianos opina  lo mismo y lo hizo ver cuando compareció en la Comisión del Senado para el Medio  Ambiente: "En una de las ironías más caras de la historia, el gasto de más de  50.000 millones de dólares en la ciencia del cambio climático desde 1990 no ha  servido para demostrar ninguna evidente relación entre el ser humano y la  tendencia al calentamiento."
 El meteorólogo Roy Spencer, antiguo investigador senior para estudios del  clima en el Marshall Space Fligth Center de la NASA y actual investigador jefe  en la Universidad de Alabama, considera que el artículo de Newsweek es  parte de un "asalto coordinado contra los escépticos". Y, en una anotación  publicada por él mismo el 15 de agosto de 2007 fue más lejos: "Newsweek  alega que a algunos científicos se les ofreció la suma de 10.000 dólares para  publicar evidencias contra la teoría del cambio climático antropogénico. Por  supuesto, la mayoría de los investigadores que publican artículos en la  dirección ortodoxa reciben por ello entre 100.000 y 200.000 dólares."
  En  este sentido, otro prominente científico, James Spann, de la Sociedad Americana  de Meteorología, ha denunciado que "la objetividad científica está siendo  comprometida por las ingentes cantidades de dinero que circulan en las cercanías  de la corriente ortodoxa". Lo dijo en enero de 2007 después de recibir la  noticia de que algunos miembros de Weather Channel, la empresa que se  dedica a servir previsiones meteorológicas para muchos medios de comunicación,  habían solicitado que se retirasen las credenciales de miembros de la Sociedad  Americana de Meteorología a aquellos hombres y mujeres del tiempo que emitieran  opiniones escépticas sobre el cambio climático en sus programas. Spann fue  rotundo: "Miles de millones de dólares a fondo perdido fluyen a los bolsillos de  aquellos que defienden el catastrofismo climático. Si niegas la acción del  hombre en el clima: adiós al dinero. No tengo nada en contra de los que quieran  ganarse la vida, pero cuando el dinero se convierte en la principal motivación  para llegar a una conclusión científica, tenemos un problema. Para muchos, el  cambio climático se ha convertido en una excelente forma de hacer caja."
En  este sentido, otro prominente científico, James Spann, de la Sociedad Americana  de Meteorología, ha denunciado que "la objetividad científica está siendo  comprometida por las ingentes cantidades de dinero que circulan en las cercanías  de la corriente ortodoxa". Lo dijo en enero de 2007 después de recibir la  noticia de que algunos miembros de Weather Channel, la empresa que se  dedica a servir previsiones meteorológicas para muchos medios de comunicación,  habían solicitado que se retirasen las credenciales de miembros de la Sociedad  Americana de Meteorología a aquellos hombres y mujeres del tiempo que emitieran  opiniones escépticas sobre el cambio climático en sus programas. Spann fue  rotundo: "Miles de millones de dólares a fondo perdido fluyen a los bolsillos de  aquellos que defienden el catastrofismo climático. Si niegas la acción del  hombre en el clima: adiós al dinero. No tengo nada en contra de los que quieran  ganarse la vida, pero cuando el dinero se convierte en la principal motivación  para llegar a una conclusión científica, tenemos un problema. Para muchos, el  cambio climático se ha convertido en una excelente forma de hacer caja."
 La batalla de las cifras parece haber entrado en una fase de sesgo evidente.  La prensa se siente legítimamente obligada a denunciar cada uno de los casos en  los que un científico escéptico ha recibido dinero de una organización  determinada. Pero existe un incomprensible olvido para los casos que circulan en  dirección contraria.
 Los alarmistas del clima parece que gozan de una importante ventaja  financiera sobre los escépticos, pero nadie cuenta exactamente cuánto dinero  tienen para sus propósitos. El magnate de Virgin Air, Richard Branson ha donado  él solito 3.000 millones de dólares a la causa del cambio climático. Los lobbies  medioambientales manejan presupuestos infinitamente mayores que los grupos de  estudio escépticos. La Sierra Club Fundation manejó un presupuesto de 91  millones de dólares en 2004 y el Consejo para la Defensa de los Recursos  Naturales ese mismo año contó con 57 millones. "Compare eso con el dinero que  mueve una de las instituciones escépticas más criticadas por los medios de  comunicación, el Competitive Entreprise Institute: 3,6 millones de dólares al  año", comenta Moraro.
 Pero, más allá de la consabida guerra de cifras (que no deja de ser absurda:  al fin y al cabo todos los estudios científicos, sean del cariz que fueran, han  de estar financiados por alguien), el artículo de Newsweek escoció por  algunos otros asuntos de fondo. Por ejemplo, por el uso repetido de la palabra  "negacionista" para describir a los científicos que observan con escepticismo  los modelos climáticos que prevén una catástrofe. El término encorajinó a  algunos expertos como el responsable del Centro de Política Investigadora de la  Universidad de Colorado Roger Pielke: "La palabra negacionista referida al clima  pretende claramente evocar a las posturas negacionistas sobre el holocausto.  Seamos claros, el uso de ese término es una afrenta a aquellos que sufrieron la  persecución nazi. Esa alusión no tiene cabida en el entorno de la ciencia. Y  digo eso a pesar de ser una persona profundamente conv