|                              |  |             |  |  Dos visiones diferentes sobre la cohesión social, pero con el mismo fin        de conseguir sociedades más inclusivas, marcaron los debates de la XVII        Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, que concluyó aquí        esta tarde. 
 Una visión la representa la presidenta chilena,        Michelle Bachelet, quien propuso la cohesión social como tema de la magna        cita, a la que asistieron el rey Juan Carlos de España y una veintena de        presidentes de América Latina, además de los mandatarios de España,        Portugal y Andorra.
 
 La otra, la encabezó el líder venezolano, Hugo        Chávez, y es compartida por los gobernantes de Nicaragua, Bolivia y        Ecuador, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa, respectivamente, y el        vicepresidente cubano, Carlos Lage.
 
 Chávez volvió a ser el centro        de atención de esta reunión, en la que cuestionó el modelo que prevalece        en la región, insistió en un proyecto bolivariano, que ofrece, según dijo,        unos 5.000 millones de ayuda a los países más pobres, y criticó en        términos vehementes la política estadounidense.
 
 Mientras Bachelet        y Rodríguez Zapatero ven con optimismo el futuro de la cohesión social en        el continente latinoamericano, preocupación central de las políticas        públicas en la región, el grupo de líderes antineoliberales piensan que        antes de "cohesionar a la sociedad latinoamericana, hay que        transformarla".
 
 Algunos dirigentes opinan que primero se debe        "crecer" para después aplicar "políticas inclusivas", hay quienes creen        que primero hay que "incluir" y luego "crecer", otros consideran que se        pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo, como Chile, y finalmente se        encuentra Cuba, que plantea que hay que establecer ante todo un sistema de        justicia social.
 
 
 VALIOSO GENERADOR        DE INICIATIVAS SOCIALES
 
 La variedad de posiciones        de los gobernantes latinoamericanos en torno a la cohesión social hace que        esta cumbre pueda ser interpretada como un valioso generador de        iniciativas de seguridad social en la región, que otorga una mayor        legitimidad al desarrollo social frente a perspectivas economicistas de la        globalización.
 
 Siglos bajo el signo persistente de desigualdades        marcan diferencias entre los criterios fundacionales que han primado en el        desarrollo social de América Latina frente a las democracias de los países        avanzados, como España y Portugal.
 
 Pudiera afirmarse que la        reunión fue encuentro fructífero porque, finalmente todos los gobernantes        suscribieron la Declaración de Santiago, comprometiéndose a trabajar por        "el objetivo común de progresar hacia niveles crecientes de inclusión,        justicia, protección y asistencia social y a fortalecer los sentimientos        de solidaridad, de pertenencia e identidad sociales".
 
 La cohesión        social, concepto nacido en Europa y reproducido en América Latina, tiene        enfoques diferentes desde la perspectiva de ambas regiones, sin perjuicio        de su contenido humano, apuntando a generar condiciones para las personas,        sus comunidades y la sociedad global en general.
 
 Si bien el tema        implica una reformulación de las políticas sociales compatible con el        crecimiento económico, no parece sin embargo haber causado gran entusiasmo        entre los gobernantes iberoamericanos, con excepción de los líderes de        Chile y España.
 
 El contenido que se da a este tema no parece estar        todavía en las prioridades de los gobiernos latinoamericanos, y la        evolución de la cohesión social se asemeja al de "integración        latinoamericana" porque ambos carecen de políticas concretas y objetivos        definidos.
 
 De todas formas, la cumbre representa un paso        importante, al avanzar en proyectos concretos, por ejemplo, en la        seguridad social intrarregional para trabajadores inmigrantes y en una        iniciativa regional para la infancia, propuesta por Bachelet, quien se        anotó un triunfo al poner las políticas sociales en la dimensión        iberoamericana.
 
 
 AMERICA LATINA Y        LA COHESION SOCIAL
 
 Desde el punto de vista        económico, América Latina está viviendo uno de sus mejores momentos en los        últimos veinte años.
 
 Durante cinco años seguidos, la región ha        registrado un crecimiento sin precedentes, al tiempo que se consolidan sus        fundamentos macroeconómicos con las exportaciones de materias primas a        China e India y se mejoran las arcas fiscales.
 
 Pero es evidente        que esa bonanza no se refleja en el ámbito social. Las políticas sociales        no han tenido el mismo avance, la brecha de desigualdad crece más cada día        y más de 200 millones de personas viven en la extrema pobreza.
 
 La        cohesión social busca reordenar o regularizar el papel del Estado y de los        demás agentes de la sociedad: gobierno, empresariado, trabajadores y otros        actores importantes para la vida de cada país. Esto requiere sinergias        entre políticas, recursos económicos e instituciones fuertes.
 
 Para        alcanzar la cohesión social es indispensable la contribución de las        empresas, con sus inversiones y aportes fiscales, la participación de los        trabajadores y políticas gubernamentales que den prioridad a los        ciudadanos.
 
 Se trata de alcanzar un "pacto social", en el que        participen todas las fuerzas en el camino de la inclusión. América Latina        está aún lejos de llegar a ese objetivo, como se demostró en los debates        de esta cumbre.
 
 Latinoamérica se ha beneficiado de la        globalización, pero no logra caminar a la velocidad que lo hacen los        países de Asia y Europa del Este.
 
 Como se ha repetido en esta        cumbre, la falta de cohesión social ha generado un sentimiento de        desencanto con la democracia y la política en la mayoría de los países        latinoamericanos.
 
 
 ESPAÑA, LIDER        NATURAL DE LA COMUNIDAD IBEROAMERICANA
 
 Desde 1991,        cuando comenzaron las cumbres, España ha sido el país estrella para        mantener viva la Comunidad Iberoamericana, hacia donde va el 40 por ciento        de su ayuda al desarrollo, que el próximo año alcanzará los 5.000 millones        de euros.
 
 El aporte de la cooperación española para hacer llegar        agua potable a los más necesitados es señal de un bienvenido pragmatismo,        así como el mecanismo que se creará en Panamá para asistir a los países        latinoamericanos en casos de desastres naturales.
 
 Las autoridades        españolas han establecido la cooperación iberoamericana como una política        de Estado, autoimponiéndose las metas de reducir la pobreza y promover el        desarrollo sostenible como "un deber irrenunciable", sin desconocer que        esta actitud ha favorecido la pujante presencia empresarial española en        todos los países latinoamericanos.
 
 El gobierno ha firmado, o se ha        comprometido a firmar, acuerdos de canje de deuda por desarrollo valorados        en unos 600 millones de dólares, y participa en la Alianza contra el        Hambre y la Pobreza, junto con Chile y Brasil, así como en la Alianza        Global del Desarrollo de la ONU.
 
 Hay que observar el desarrollo de        las políticas sociales en América Latina, cuando se acerca el Bicentenario        y se avanza en las metas acordadas en los Objetivos de Desarrollo del        Milenio.
 
 Esta cumbre adquiere el singular valor de dejar        planteadas ideas guías e iniciativas para las agendas sociales de la        región; con la expectativa de que los gobernantes puedan, en plazos        razonables, asegurar la efectividad de las políticas públicas destinadas a        superar las divisorias que marcan la falta de equidad en la región.        (Xinhua)
 
 12/11/2007
 
 
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