Por Luis Narváez A.
 No se da aires de nobleza, pero es elegante. Cuida el lenguaje, sus  gestos y respira antes de contestar cada pregunta. Paulina Veloso, con su  característico peinado de rulos rubios, aros discretos y maquillaje moderado, se  nota contenta y entusiasmada, como alguien que guarda entre manos una tarea muy  importante por hacer.
 Se la mira y hace olvidar que salió entre sollozos de La Moneda cuando la  Presidenta Bachelet le pidió la renuncia junto a otros tres ministros. Tiene  respuesta para cada pregunta sobre esto. Dice que no hay que dramatizar la  crisis de los senadores díscolos; que no tiene nostalgia del poder, que es  imprescindible que la Concertación piense un nuevo proyecto de largo plazo, que  actualmente no tiene liderazgos claros y que las discrepancias van a continuar  en el próximo Gobierno.
 Desde su nueva trinchera, la defensa estatal del patrimonio  medioambiental, ya plantea estudiar más a fondo los casos de contaminación para  entablar demandas, cuando no basta que las empresas reparen el daño.  
 El 11 de marzo usted dijo en una entrevista que todo el gabinete aprobaba  el primer año de Gobierno. ¿Sigue creyendo que lo mismo?
 No creo que cuando los presidentes hacen cambios es porque piensan que sus  ministros no aprueban. El 11 de marzo creía que era así. No me hago  cuestionamientos sobre las decisiones. Reitero, las decisiones de la Presidenta  las apoyo íntegramente. Además, no tengo ninguna nostalgia del poder, nunca he  buscado tener una alta posición dentro del Gobierno. Por eso me parece un hecho  absolutamente natural que así como se nombra un ministro se le pida en su  momento la renuncia.
 En esa fecha el Transantiago ya estaba funcionando y se adivinaban  críticas más duras, tanto desde la oposición como desde la Concertación. ¿Veía  venir una crisis tal que produjera este cambio?
 Es que ahí usted pregunta cosas distintas. Creo que la situación del  Transantiago generó una situación compleja para el Gobierno.
 Cuando fue el cambio de gabinete, ¿por qué no aceptó el Ministerio de  Justicia?
 Yo nunca he dicho que me ofrecieron el Ministerio de Justicia. 
 Si se lo hubiesen ofrecido, ¿habría aceptado?
 No hago ciencia ficción hacia atrás. Le tengo amistad, aprecio y admiración  a la Presidenta y eso no ha variado un ápice. Me siento parte de la Concertación  y comprometida con el proyecto y el Gobierno, que va a pasar a la historia  introduciendo elementos nuevos en la política.
 Usted salió entre sollozos desde La Moneda. ¿Se le pasó la pena?
 Me emocioné en el momento en que la Presidenta fue muy cariñosa y me generó  una emoción que fue retratada así. No diría que tenía una pena, que es distinto  a una emoción, donde se juntan muchas cosas, por haber formado parte del  gabinete en un cargo relevante que sentí siempre. Estoy muy contenta  actualmente. 
 ¿Por qué está tan contenta?
 Porque trabajo en el CDE, un organismo de alto profesionalismo, donde existe  una alta capacidad técnica, con mucha calidad y tranquilidad. Trabajo en un  ambiente muy agradable.
 ¿Cómo ve a la Concertación? Porque cuando fue ministra de la Presidencia  a usted le tocó mediar con los llamados "díscolos".
 Más allá de la contingencia, uno observa al país bastante bien en un ámbito  internacional. Chile ha logrado buenas tasas de crecimiento en el largo plazo, y  en ese sentido ha habido estabilidad. Por otra parte, es un país que,  excepcionalmente, ha logrado disminuir inequidades sociales, no terminarlas, y  tener una mayor cohesión social. Pero además de eso, de una manera lenta se ha  ido avanzando en una mejor democracia y todos los gobiernos han ido aportando en  eso, incluido éste, donde se ha avanzado en materias de transparencia y  probidad. Ahora hay que tomar en cuenta y en esto hubo poco análisis desde  afuera de que ha habido un cambio tanto en la coalición de Gobierno como en la  oposición. 
 ¿No parece que todo se ha hecho más difícil en comparación a los  gobiernos de Frei y Lagos?
 Esos cambios hacen que la política sea un poco más difícil. Las diferencias  en la coalición de Gobierno se manifiestan más nítidamente que en los primeros  años de la Concertación, y eso es natural en una coalición que ha sido exitosa,  pero que tiene pensamientos muy distintos, lo cual no debería llevar a no  plantearse la continuidad de la Concertación, pero hace más difícil la relación,  efectivamente. Uno no puedo pensar simplemente, como yo creo, que bastaba una  cierta orden desde La Moneda para que un proyecto se aprobara. Nunca ha sido así  en este Gobierno, creo que tampoco lo fue totalmente en el Gobierno anterior.  Pero claro, eso ha ido cambiando en la medida que la política se ha vuelto más  normal. Ideal es tener unanimidad, pero eso no existe en ninguna parte.
 ¿Estas diferencias tienen nombre y apellido? Se lo pregunto porque se  observa una resistencia transversal en la Concertación.
 Tiene que ver con situaciones más objetivas, que llevan a que haya cierta  dispersión. Es más fácil que la coalición se mueva unida cuando tiene un  proyecto de largo plazo, con un horizonte extenso en el tiempo, con claridad  hacia el futuro y con liderazgos claros. Y eso en este período no lo tiene, por  eso es tan necesario el debate. Por otra parte, el alejamiento del punto inicial  de 1990, donde teníamos la espada de la dictadura encima, producía una mayor  cohesión. El país se ha ido convirtiendo en algo más parecido a Europa, donde  hay diversidad de opiniones y la gente no habla necesariamente de díscolos. Lo  que quiero es restarle dramatismo.
 ¿Se acabó el proyecto o no hay capacidad para plantear uno nuevo?
 No me atrevería a decir que todos nosotros no hemos sido capaces. Una  coalición necesita reinventarse. Mantenerse tanto tiempo en el Gobierno requiere  reinventarse, y eso ha sido exitoso. Pero vamos a ser capaces. Por eso le resto  dramatismo. 
 ¿Los parlamentarios han demostrado su poder?
 Es natural que los parlamentarios tengan más poder de decisión y que cuando  no les gusten los proyectos quieran que su opinión prime más. Y es natural por  parte del Gobierno querer que se le apoyen sus proyectos con los menores reparos  posibles. La política consiste en poder hacer primar lo propio.
 Hablando de la Presidenta, ¿cree que con todo esto se le ha hecho  daño?
 Toda aspiración de un Gobierno es que los parlamentarios que lo apoyan lo  hagan siempre, pero eso no significa que ocurra así. Insisto que cuando se  analiza a Chile, miremos los otros países para ver cómo se produce la política  dentro de una sociedad democrática. En relación a otros países más avanzados  tenemos un número alto de proyectos aprobados, por lo tanto no debería llevarnos  a calificarlos como una situación dificultosa.
 MEDIO AMBIENTE
 Dentro de las prioridades del CDE, ¿qué lugar ocupa el tema  medioambiental?
 El comité es el más nuevo, porque es una atribución para entablar acciones  de reparación o indemnización, desde 1994. Es un equipo nuevo y tiene mayor  dificultad porque hay que hacer análisis jurídicos de materias que se vienen  haciendo sólo en los últimos años. Es muy importante aclarar que el CDE no es un  ente fiscalizador. Tenemos competencias específicas, como la defensa del Estado  y del patrimonio.
 El ex Presidente Lagos decía que había un antes y un después, en materia  medioambiental, a raíz de la contaminación producida por Celco en Valdivia.  ¿Está de acuerdo?
 En todos los países se producen desastres medioambientales. Se trata de que  el país tome más conciencia y que el cambio que se ha producido en Chile llegó  para quedarse. Hace 10 años ninguna empresa tenía una gerencia de medio  ambiente; hoy, todos la tienen y tienen la necesidad de cumplir con las normas,  pero todavía falta mucho. Tenemos demandas contra una cantidad de empresas que  vulneran las normas de protección forestal y la Ley de Bosques. Eso es frecuente  y ahí falta mayor conciencia para proteger especies nativas; que algunos  empresarios agrícolas han hecho tala rasa sin planes de manejo, y eso genera  erosión y un daño al medio ambiente. El mayor número de demandas tienen que ver  con esto último; otras tienen que ver con protección de aguas y también al  patrimonio histórico.
 ¿Se puede endurecer esta política para que no sigan ocurriendo desastres,  como pedir más indemnizaciones?
 Nosotros hemos acordado en el comité que todas las veces que sea procedente  vamos a entablar la acción indemnizatoria. Sin perjuicio de eso, la acción de  reparación tiene un gran costo para las empresas condenadas, y cuando se logra  reparar casi en su totalidad la situación, podría resultar un exceso demandar.  Pero hay casos en que no es posible recuperar y procede la indemnización. Por  eso es que vamos a examinar detenidamente todos los casos. Muchas veces, el CDE  puede ser renuente porque no es fácil acreditarlo, pero la variación concreta es  que hay que mirar más detenidamente la acción de la indemnización.
 ¿Cómo evalúa la actual capacidad de reacción?
 En el caso de medio ambiente, si nosotros recibimos las comunicaciones de  los organismos indicándonos el daño, tenemos que demandar. Tenemos una actitud  bastante activa porque no esperamos sentados. Pedimos información cada vez que  nos enteramos de que hay un daño ambiental. Cada vez hay más coordinación y  pretendemos activar más aún el que las procuradurías fiscales en regiones tengan  una actitud más activa con los organismos fiscalizadores, para que les hagan  presente de que se informe inmediatamente. Nuestra mirada es hacia la acción de  indemnización. Eso quizá no fue al principio, pero tenemos la idea y se ha  discutido examinar más detenidamente la acción de indemnización.
 ¿No se echan de menos más facultades?
 En cada caso requerimos información directamente con los organismos y se  pueden ver los oficios que enviamos y los llamados que tenemos que hacer. No  llamamos a las empresas, pero sí a los organismos con competencia ambiental.  Pero claro, el comité ha ido haciendo un aprendizaje y pretendemos hacerlo cada  vez mejor. LND