 En un año más los chilenos deberemos concurrir a las urnas para elegir  Presidente de la República. Hasta ahora, no es evidente que el país cuente con  un candidato que cumpla los requisitos deseables para tan alta magistratura.  ¿Cuáles pueden ser estos? Principios claros y consistentes, una visión del país  y su desarrollo futuro sustentados en los mismos y una comprensión de la  realidad nacional que no sea pura o casi exclusivamente económica.
En un año más los chilenos deberemos concurrir a las urnas para elegir  Presidente de la República. Hasta ahora, no es evidente que el país cuente con  un candidato que cumpla los requisitos deseables para tan alta magistratura.  ¿Cuáles pueden ser estos? Principios claros y consistentes, una visión del país  y su desarrollo futuro sustentados en los mismos y una comprensión de la  realidad nacional que no sea pura o casi exclusivamente económica.
 En la línea esbozada, ¿está usted conforme con los nombres que hoy se prevén  como posibles candidatos a la presidencia de la República?, ¿realmente piensa  que ellos encarnan los principios y valores que han de animar la vida nacional  en el futuro inmediato? La lista de interesados o propuestos  a tener en  cuenta a la hora de responder estas preguntas es conocida: Piñera, Frei,  Insulza, Gómez, Arrate, Navarro, Zaldívar,
 (mientras eran escritas estas líneas  declinaron su opción Lagos y Farkas).
  ¿Cuáles son las interrogantes cruciales a dilucidar a la hora de saber  quién podría cumplir con las condiciones imprescindibles para ser un buen  Presidente de Chile? La clave fundamental está en saber qué haría esa persona  frente a los grandes dilemas éticos que están abiertos en la sociedad  contemporánea y, en particular, en la nuestra. La "agenda" política de  los tiempos que corren es esencialmente "valórica". Allí se encuentran  las grandes diferencias que deberían existir entre unos y otros posibles  gobernantes en relación al Chile que desean para el porvenir. Repasando  rápidamente: ¿aborto?, ¿eutanasia?, ¿manipulación de células madres?, ¿concepto  de familia?, ¿trato jurídico y estatus matrimonial a parejas homosexuales?,  ¿medios para combatir el sida y el embarazo precoz?, ¿incentivo o desincentivo a  las unidades matrimoniales y a las de hecho?, ¿apoyo o trabas para la natalidad  en las familias?, ¿requerimientos para la adopción de menores?
¿Cuáles son las interrogantes cruciales a dilucidar a la hora de saber  quién podría cumplir con las condiciones imprescindibles para ser un buen  Presidente de Chile? La clave fundamental está en saber qué haría esa persona  frente a los grandes dilemas éticos que están abiertos en la sociedad  contemporánea y, en particular, en la nuestra. La "agenda" política de  los tiempos que corren es esencialmente "valórica". Allí se encuentran  las grandes diferencias que deberían existir entre unos y otros posibles  gobernantes en relación al Chile que desean para el porvenir. Repasando  rápidamente: ¿aborto?, ¿eutanasia?, ¿manipulación de células madres?, ¿concepto  de familia?, ¿trato jurídico y estatus matrimonial a parejas homosexuales?,  ¿medios para combatir el sida y el embarazo precoz?, ¿incentivo o desincentivo a  las unidades matrimoniales y a las de hecho?, ¿apoyo o trabas para la natalidad  en las familias?, ¿requerimientos para la adopción de menores?
  La revisión se puede extender: ¿contenidos de los programas educativos  en escuelas, colegios y liceos?, ¿bases y lineamientos para una política de  apoyo a la cultura?, ¿solución a los casos de miembros de las fuerzas armadas y  de orden injustamente detenidos por supuestas violaciones a los derechos  humanos?, ¿primacía efectiva de los derechos de las víctimas de actos criminales  sobre aquellos de los delincuentes?, ¿voluntad real de desterrar la creciente  corrupción en organismos públicos?, ¿y de suprimir el desembozado  intervencionismo electoral proveniente desde esferas de gobierno? Y qué decir de  la eficiencia (pertinencia y sentido del trabajo bien hecho) y moralidad de las  políticas públicas que se piensa aplicar en ámbitos tan sensibles para el  crecimiento y la vida buena de los chilenos como son educación, salud, pobreza y  seguridad.
La revisión se puede extender: ¿contenidos de los programas educativos  en escuelas, colegios y liceos?, ¿bases y lineamientos para una política de  apoyo a la cultura?, ¿solución a los casos de miembros de las fuerzas armadas y  de orden injustamente detenidos por supuestas violaciones a los derechos  humanos?, ¿primacía efectiva de los derechos de las víctimas de actos criminales  sobre aquellos de los delincuentes?, ¿voluntad real de desterrar la creciente  corrupción en organismos públicos?, ¿y de suprimir el desembozado  intervencionismo electoral proveniente desde esferas de gobierno? Y qué decir de  la eficiencia (pertinencia y sentido del trabajo bien hecho) y moralidad de las  políticas públicas que se piensa aplicar en ámbitos tan sensibles para el  crecimiento y la vida buena de los chilenos como son educación, salud, pobreza y  seguridad.
  Un Presidente para Chile a contar del 11 de marzo de 2010 debe tener  posturas transparentes y éticamente rectas sobre estas vitales materias. Ni  populistas, ni electoreras, ni ideologizadas, menos "políticamente  correctas"; sino que realistas, visionarias, acertadas, valientes,  creativas y siempre éticas. Pues, en gran medida el encaminamiento al bien  común nacional pasará por la forma como se encaren los ingentes desafíos que  cada una de esas áreas presentan. Por esta misma razón, es crucial que todo  ciudadano se pregunte si los candidatos antes mencionados, y otros que puedan  mostrar durante los próximos meses ansias por alcanzar la primera magistratura  de la Nación, han sido veraces y coherentes en sus planteamientos sobre tales  respectos y si, en caso que las haya, sus ideas y propuestas cumplen con los  requerimientos antes enunciados. Como muy mínimo, parecen existir dudas  razonables de que quienes se mencionan como posibles aspirantes logren pasar sin  reparos este test; todavía peor, cabe la impresión de que más de alguno de ellos  lisa y llanamente lo reprueban.
Un Presidente para Chile a contar del 11 de marzo de 2010 debe tener  posturas transparentes y éticamente rectas sobre estas vitales materias. Ni  populistas, ni electoreras, ni ideologizadas, menos "políticamente  correctas"; sino que realistas, visionarias, acertadas, valientes,  creativas y siempre éticas. Pues, en gran medida el encaminamiento al bien  común nacional pasará por la forma como se encaren los ingentes desafíos que  cada una de esas áreas presentan. Por esta misma razón, es crucial que todo  ciudadano se pregunte si los candidatos antes mencionados, y otros que puedan  mostrar durante los próximos meses ansias por alcanzar la primera magistratura  de la Nación, han sido veraces y coherentes en sus planteamientos sobre tales  respectos y si, en caso que las haya, sus ideas y propuestas cumplen con los  requerimientos antes enunciados. Como muy mínimo, parecen existir dudas  razonables de que quienes se mencionan como posibles aspirantes logren pasar sin  reparos este test; todavía peor, cabe la impresión de que más de alguno de ellos  lisa y llanamente lo reprueban.
  Vista la situación sin anteojeras ni lastimosas resignaciones, no  resulta sorprendente que en el día a día actual, y cada vez con más frecuencia,  nos encontremos con chilenos desencantados que esperan por un candidato  distinto, que se note menos ávido de poder y acomodado en el actual escenario  político de tejas abajo, y que se halle dispuesto a soñar y a dar el  consiguiente esforzado combate por un Chile mejor, más grande, donde se pueda  vivir humanamente bien y mirando al futuro con optimismo. Para dar cumplimiento  a esos legítimos anhelos ciudadanos hay que dar con un postulante a Presidente  de la República que de señales de capacidad para conducir al país hacia la  superación de sus limitaciones, teniendo como punto de partida el sustento  sólido y el afán de fortalecimiento  de sus mejores tradiciones (familia,  orden, trabajo, convivencia, austeridad, probidad, etc.).
Vista la situación sin anteojeras ni lastimosas resignaciones, no  resulta sorprendente que en el día a día actual, y cada vez con más frecuencia,  nos encontremos con chilenos desencantados que esperan por un candidato  distinto, que se note menos ávido de poder y acomodado en el actual escenario  político de tejas abajo, y que se halle dispuesto a soñar y a dar el  consiguiente esforzado combate por un Chile mejor, más grande, donde se pueda  vivir humanamente bien y mirando al futuro con optimismo. Para dar cumplimiento  a esos legítimos anhelos ciudadanos hay que dar con un postulante a Presidente  de la República que de señales de capacidad para conducir al país hacia la  superación de sus limitaciones, teniendo como punto de partida el sustento  sólido y el afán de fortalecimiento  de sus mejores tradiciones (familia,  orden, trabajo, convivencia, austeridad, probidad, etc.).
 Ha llegado la hora de que cada chileno se transforme en un ciudadano activo  en representar la disconformidad con los presumibles candidatos, para dar  oportunidad y espacio a la aparición de personas e ideas de verdad nuevas, que  con vitalizado espíritu hagan propias las necesidades profundas de la Patria y  tengan visos de una disposición a gobernar con autoridad y espíritu de servicio,  es decir, teniendo como norte del ejercicio del poder el auténtico bien de la  Nación.
 Todavía es tiempo, miles y miles de chilenos esperan. Candidato a buen  Presidente de Chile: si estás ahí, ¡responde a este llamado!