RAQUEL CORREA UNA PERIODISTA  EXTRAORDINARIA.
 "No sería un desastre que Piñera fuera  Presidente"
  RAQUEL  CORREA
 El  próximo miércoles celebra 90 años. Ágil, lúcido, con su típica sonrisa que  pierde rara vez, rememora su propia vida desde una infancia "enclenque" hasta  llegar a la Presidencia de la República. Cuando le pregunto cuál ha sido la  mayor alegría de su vida, no vacila:
 -Mi  familia.
 Mayor  de cinco hermanos, todos vivos, es de familia longeva. Su padre -que fue  Presidente de la Corte Suprema- vivió 87 años; su madre, 86. Con emoción  recuerda a su padre:
 -Quedó  huérfano de padre y madre antes de los 7 años. Se crió con sus abuelos, en un  fundo cerca de Constitución. Fue profesor normalista, estudió Historia en la U.  de Chile e hizo clases en la Escuela Militar y en el Liceo de Aplicación.  Después estudió Derecho, se radicó en Valparaíso como abogado y sufrió  tuberculosis pulmonar. Mejoró en seis meses, y ahí dio un vuelco a su vida:  entró al Poder Judicial. Vivimos en Viña del Mar, Valdivia y San Bernardo.
 Casado  con Leonor Oyarzún (cinco hijos, 18 nietos y tres bisnietos), tiene una vida  plena. En viajes, conferencias, actos públicos y escribiendo se le van los días.  "Pero no estoy ganando plata", comenta.
 -¿Cómo  se las arregla?
 -Una  de las pocas cosas buenas que hizo el general Pinochet -dice riendo- fue crear  una jubilación para los ex presidentes. Como seis millones mensuales.
 -No  fue a la inauguración del monumento a Jaime Guzmán.
 -Le  mandé una carta a Longueira explicándole que fui un adversario de él y no tuve  ninguna simpatía por su gobierno. Yo no pienso que mereciera un monumento  -agrega con su franqueza, a veces brutal.
 Estudió  en el Valentín Letelier, después en el Liceo de Hombres de San Bernardo hasta 5°  Humanidades. El 6° lo cursó en el Barros Arana.
 -¿No  está entre sus mayores alegrías haber sido Presidente?
 -Bueno,  sí. Mi abuelo materno, que vivía con nosotros, me dijo varias veces: "Tú vas a  ser Presidente de la República". Yo creo que se lo decía a todos los nietos  -comenta riendo.
 -¿Qué  lo llevó a la política?
 -De  joven fui de la Acción Católica. Mi padre era masón, pero cuando entró al Poder  Judicial pidió que lo pasaran al "sueño"; estimaba que, como juez, no debía  tener compromisos que limitaran su independencia. A los 17 años dejé de ir a  misa. Como al tercer domingo mi padre me dijo: "Y usted, jovencito, ¿no va a  misa? Me dirá con qué autoridad le digo esto, cuando yo no soy católico, pero  ¿usted es católico o no?" "Sí", le contesté, y me dijo: "Entonces tiene que ir a  misa".
 Su  carrera política también tuvo saltos. Su tío Guillermo Azócar fue senador  socialista. "Desde joven tuve inquietud política. Era muy enfermizo, y en una  ocasión estuve como 15 días en cama. Mi padre me regaló "La historia de los  girondinos"; leí los seis tomos, y me emocionó mucho. También entonces leí "Los  miserables". Se me fue creando una conciencia social muy fuerte. ¡Libertad y  justicia! -alza la voz y golpea la mesa-, dos valores indispensables. E  igualdad. De 20 compañeros del liceo, la mayoría eran de familias bien  modestas... Creo que ya no me queda ningún compañero vivo.
 Primero  se inclinó hacia la izquierda. Participó en la campaña presidencial de Pedro  Aguirre. No militó, pero estuvo ligado al radicalismo. "También trabajé por Juan  Antonio Ríos; pero por Gabriel González, no. Ya me había matriculado con la  Falange".
 -¿Qué  lo sedujo de la Falange?
 -Los  discursos de Leighton, Frei Montalva, Tomic. Me entusiasmaban.
 Fue  presidente provincial del cuarto distrito, presidió el partido en San Bernardo,  fue candidato a regidor y después a diputado, vicepresidente del partido con  José Piñera padre. "Entonces se produjo un episodio histórico: monseñor Salinas  nos declaró enemigos de Cristo".
 Recorrieron  Chile proponiendo disolver el partido, ante el rechazo de las bases. Recuerda  que con Piñera se reunieron en Valparaíso con unos 80 falangistas. "Y nos  llevamos la pifia más grande de nuestra vida. Al día siguiente se publicó que  don Manuel Larraín, consultado por un diputado nuestro, dijo que la Iglesia no  condenaba a la Falange, que tenía perfecto derecho a desarrollar sus  actividades. Y ¡nos salvamos de la disolución!".
 Recién  casado, trabajó como abogado e hizo clases ocho años, fuera de la política.
 -Cuando  Frei aspiró a la Presidencia, me dijo: "Ya has tenido un buen descanso, ahora te  necesitamos". Gané la senaduría por Curicó, Talca, Linares y Maule. Mi segundo  período duró hasta el golpe.
 "Hoy  cualquiera tiene ambiciones"
 -¿Qué  piensa de la DC actual?
 -Estamos  pasando por un período difícil. El idealismo de aquellos años... Esos proyectos  de crear un mundo nuevo, de justicia social, la gente es mucho más pragmática  ahora. Antes, la gente que tenía aspiraciones tenía un background. Hoy  cualquiera tiene ambiciones, porque esa es la democracia, pues. Si se fija en  los apellidos de los parlamentarios de hace 50 años y los de hoy, hay una  evolución más democrática. Pero si me dicen cuál es mi visión de Chile, soy  tremendamente optimista. Me tocó vivir un período en que este país derrotó la  pobreza.
 -¿Tanto  como eso?
 -La  pobreza extrema, no cabe duda. Cuando asumí el Gobierno, prácticamente el 38% de  los chilenos vivía en situación de pobreza; y de ellos, el 18% en extrema  pobreza. Hoy, según estadísticas oficiales, el 18% vive en pobreza y un 3% en  extrema pobreza. Las posibilidades de hoy, jóvenes que en los últimos años son  primera generación en la universidad -se le llenan los ojos de lágrimas y la voz  se le pierde- es muy notable.
 -Y  usted llegó a La Moneda...
 -Claro  -se reanima-, y aunque mi abuelo me lo decía, nunca me lo creí. Cuando tuve esa  responsabilidad, felizmente creo que lo hicimos bien."Pinochet se hacía  respetar"
 -¿Qué  fue lo más difícil de su gobierno?
 -El  manejo con el general, que seguía vivito y coleando y mandando en el Ejército.  Él se hacía respetar. Entonces, yo me tenía que hacer respetar por él  también.
 -Mi  relación con él, esos tira y afloja, nunca salieron de la vía correcta. Lo  recibía en La Moneda y cada vez que iba se armaba un guirigay. Y se me quejó.  Entonces le dije: "Mire general, es muy sencillo. Cuando usted quiera hablar  conmigo, que su edecán llame al mío y yo lo recibo en mi casa a las 8 de la  mañana, y no hay rocha". No menos de 20 veces en mi gobierno lo recibí aquí. Le  daba un cafecito y conversábamos, a veces amistosamente y otras no tan  amistosamente.
 -Le  tocaron episodios duros, como el "boinazo".
 -Ahí  lo cité a La Moneda. Como a los seis meses en el Gobierno, doña Lucía hizo unas  declaraciones en un diario bastante críticas del Gobierno. Lo cité a él. "Lo he  citado porque en este diario hay unas declaraciones de su señora incompatibles  con la esposa del comandante en jefe del Ejército". Entonces me contestó:  "Presidente ¡40 años, 40 años!", como para que yo lo consolara.
 -Mi  aporte fue recuperar la democracia. Hubo un muy buen espíritu, no sólo de la  Concertación. Mi mayor gracia fue haber elegido un muy buen equipo de  colaboradores: es difícil tener uno de tanta calidad como el que tuve. Segundo,  había mucha mística. Tercero, aunque la UDI me hizo una oposición cerrada, tuve  la buena voluntad de RN, fundamentalmente de Sergio Onofre Jarpa. Quiero  destacar el papel que jugó como presidente de RN. (En cambio) la UDI... que Dios  me perdone, eso se lo cargo a Guzmán, que mantuvo una actitud de intransigencia.  Saqué la reforma tributaria y laboral con los votos de RN, gracias a Jarpa.
 -Se  los acusa de no haber sabido negociar la transición.
 -No  ha habido transición a la democracia más exitosa que la chilena. Lo que fue más  difícil y requirió más coraje fue la política de derechos humanos. Nombré la  Comisión Rettig al segundo mes de mi gobierno. Y en menos de un año me dirigí al  país y pedí perdón.
 -¿Por  qué usted?
 -Porque  una política del Estado chileno había producido muertes y dolores injustos. Si  yo era la cabeza del Estado, era el único que podía asumir su representación  para pedir perdón a las familias de las víctimas."Al PC sólo le queda el  nombre"
 -¿Cómo  le gustaría ser recordado?
 -Como  un hombre que entregó el mayor esfuerzo de su vida a tratar de hacer de Chile un  país más próspero y más justo. Más justo, sobre todo. Justicia, libertad y  prosperidad.
 -¿Qué  le incomoda en la política hoy?
 -No  sé si me estoy poniendo un viejo mañoso, pero la calidad del debate político la  encuentro chata, sin vuelo. Estoy preocupado por la Concertación. No sólo está  deteriorándose, sino que está desconcertada. Ésta no es Concertación. Unos por  un lado, otros por el otro. Se dividen, se descuelgan, siguen sus propias  ambiciones.
 -Usted  fue muy alvearista, ¿qué opina de la renuncia de Soledad Alvear?
 -Me  duele la situación que se ha producido, porque era una buena carta nuestra. Fue  un error suyo haber aceptado la presidencia del partido y no haber asumido mejor  su calidad de candidata.
 -¿Y  pasar a Zaldívar al tribunal?
 -Era  inevitable. Desde hace mucho tiempo Adolfo no es DC. Adolfo es adolfista y tiene  una gran aspiración presidencial desde hace muchos años.
 -En  la DC -retoma el tema- me preocupa la falta de renovación de cuadros. En la  Concertación nos estamos dando vuelta entre los mismos. Yo tiendo a echarle la  culpa, en alguna medida, al sistema binominal, que hace de los parlamentarios  verdaderos caciques. Tenemos gente de lujo, pero hay que abrirle espacios. Soy  partidario de volver al sistema de representación proporcional y no al binominal  mayoritario, y tener distritos más grandes, con más diputados.
 -¿Es  contrario a la Alianza con el PC?
 -No  le concedo ninguna importancia. El comunismo hoy no pesa en el mundo. Es gente  nostálgica; sólo le queda el nombre.
 -¿Por  quién votaría con más gusto en la próxima presidencial?
 -Votaría  con gusto por un democratacristiano, pero no veo cuál...
 -¿No  podría ser Frei?
 -Sííí.  Es el único DC que en este momento tiene posibilidad, y si es candidato contará  con mi voto. Si Eduardo Frei Montalva no hubiera muerto, el Presidente no habría  sido yo, sino él y, quizás, yo habría sido su sucesor. A lo mejor después podría  haber sido Frei hijo.
 "El  pecado original de la UDI no se ha borrado"
 -¿Cómo  ve la posibilidad de Piñera?
 -Con  hartas posibilidades. Es hábil, simpático. Su inconveniente, por un lado, aunque  le facilita mucho las cosas, es que es muy rico. Yo espero que surja un  candidato de la Concertación capaz de ganarle, pero... luego de 20 años de  gobierno espero que haya renovación.
 -¿Que  el próximo Presidente sea de la Alianza?
 -Tantos  años en el poder producen acostumbramiento. Se dan a conocer cosas  incorrectas... Se crean máquinas. Tanto tiempo la misma gente. En la historia de  Chile no ha habido una coalición que haya gobernado 20 años seguidos.
 -¿Para  usted no sería un desastre que Piñera fuera Presidente?
 -No  sería un desastre que Piñera fuera Presidente. Pero pensando en la UDI... su  pecado original no se le ha borrado. No sólo haber sido pinochetistas, sino  cerebros de su gobierno, partiendo por la Constitución. Aspiro a que la  Concertación sea capaz de tener un candidato y espero que los DC seamos capaces  de presentar uno, por lo menos para la primera vuelta, que podría ser Frei.
 -¿En  cuanto a Lagos?
 -No  participo de las descalificaciones que se hacen en su contra. Frei y Lagos son  dos buenos nombres.
 -Como  próximo presidente de la DC, ¿a quién ve?
 -Burgos  es el mejor posicionado, pero temo que le falte vuelo. Me habría gustado Nacho  Walker, pero él no quiere.
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