Entre crisis y paros,  Bachelet sigue escalando... ¿Por qué?   
Pilar Molina  emol
 Todos lo esperaban. Cada encuesta confirma la tendencia. La popularidad de la  Presidenta Bachelet sigue en ascenso.
 "Es un nuevo récord, nosotros no sabemos qué significa políticamente, pero es  un apoyo muy personal a ella", comenta Roberto Méndez, refiriéndose a que en  octubre la aprobación a la Mandataria escaló a los 80 puntos en el sondeo  mensual de Adimark. Su punto más bajo fue el 35%.
 "Es un respaldo que además está fuertemente ligado a la idea de que maneja  bien la crisis económica y, por eso, ella, el ministro de Hacienda, Andrés  Velasco, y el manejo económico empiezan a subir en paralelo desde octubre de  2008, después de la caída de Lehman Brothers", añade el director de Adimark.
 "Pero la popularidad no es signo de buen gobierno", advierte el economista  Sergio Melnick, quien cree que su fama está montada sobre datos y cifras falsas,  considerando desastrosos los resultados. "Hasta el concepto de red social es de  nosotros en los 80, no un invento de ella", dice, rememorando sus tiempos como  cabeza de Odeplan. "Lo único que ha hecho efectivo es la pensión solidaria y las  salas cunas, cuyo funcionamiento todavía no ha sido indagado".
 Añade que existe la percepción errónea de que Bachelet y Velasco ahorraron  para las vacas flacas: "Es un mito porque tendríamos un déficit fiscal horrendo  sin el alto precio del cobre". Esgrime que aumentaron el gasto 3 veces más que  el Producto, que dejarán una inversión en el 21% y que tampoco se puede hablar  de buena gestión frente a los malos manejos que dejan mil millones de dólares de  pérdida en Enap, déficits en EFE o con la corrupción en Conadi, enumera.
 La directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, M. de los Ángeles Fernández,  atribuye los cuestionamientos a la popularidad de Bachelet al hecho de ser  mujer. Nadie ha cuestionado a Lula -objeta-, quien ha alcanzado cotas del 80% en  Brasil.
 La paradoja
 Lo paradójico es que en la misma encuesta se viene repitiendo otra tendencia:  una fuerte reprobación a la forma en que Bachelet y su equipo de gobierno  manejan la delincuencia (el 84% la desaprueba), la corrupción en los organismos  del Estado (el 65%), en la salud (55%) y la educación (53%).
 Tampoco influye en su popularidad que en las últimas dos semanas no haya  asumido ningún liderazgo frente a los problemas más candentes del país, el  conflicto de los profesores municipalizados que, después de 46 días de paro en  mayo exigiendo el pago del bono SAE, tienen desde hace dos semanas a casi un  millón y medio de niños perdiendo clases, colaciones y capacidad para enfrentar  la vida.
 No tomó partido sobre si les corresponde o no a los docentes exigir ahora el  pago de la llamada deuda histórica. Tampoco dijo nada respecto del tercer paro  ilegal del año de los funcionarios públicos esta semana. En un programa  televisivo, en cambio, ofreció mediar para que el tenista Fernando González  juegue por el equipo de Copa Davis.
 "Su oferta de mediación con González es vergonzosa. Es como si el problema  mapuche, el de los profesores y de la delincuencia fueran de otro país. Como si  ella no gobernara", comenta Melnick
 Patricio Navia, director del magíster de Opinión Pública de la UDP, explica  la "cariñocracia" con Bachelet, como la tilda, porque ella se despegó de la  coyuntura desde el pingüinazo de 2006 y tras el Transantiago. "Ha optado por ser  mucho más una Jefa de Estado que una Jefa de Gobierno. Y este modelo le permite  recibir los beneficios de ser una Presidenta que sale a giras internacionales y  ve los grandes tema de país, como la reforma previsional, sin tener que pagar el  desgaste cotidiano".
 Agrega que un costo de este modelo es que "Bachelet no tiene ninguna  capacidad para inducir a los partidos de su coalición a comportase de  determinada forma". El Gobierno no cuenta con el apoyo de sus legisladores,  dice, y ella perdió la mayoría parlamentaria con que lo recibió en marzo de  2006.
 Fernández tiene otra explicación para que no hagan responsable a Bachelet de  los problemas. Cree que la ciudadanía se ha acostumbrado a estas manifestaciones  de descontento y entiende que forman parte de la democracia.
 La cientista política añade que "Bachelet no hace nada distinto a los  presidentes anteriores, sino que sigue su pauta de no involucrarse directamente  en los conflictos". Recuerda que Eduardo Frei tomó distancia de las huelgas y  que era José Miguel Insulza quien le apagaba los incendios a Ricardo Lagos.
 Ministros pagan
 Como "un milagro comunicacional" califica Méndez el que la Presidenta pueda  tener tanta popularidad con varias áreas relevantes en nota roja. "Pero cuando  hay problemas alguien tiene que pagar y aquí el costo lo están absorbiendo los  ministros". Los titulares de todos los sectores que reprueban son mal evaluados  (46% desaprobó a la ministra de Educación). "Y también se han trasladado los  costos a la Concertación, lo cual explica, finalmente, los malos resultados de  Eduardo Frei en las encuestas", concluye.
 Navia cree que el que a Bachelet la eximan de los malos resultados  sectoriales "también puede ser entendido como el producto inevitable de una  estrategia donde los ministros asumen el liderazgo sectorial y Bachelet sólo  aparece para cuestiones de relaciones exteriores y uno o dos temas más. Éste,  por cierto, es el mismo modelo que ha usado Fidel Castro en Cuba. Es calcado de  lo que le permitió a Fidel mantenerse al mando por tanto tiempo, usando a sus  ministros como fusibles", opina.
 Fernández, en cambio, sostiene que nadie está eximiendo a la Presidenta de su  responsabilidad: "La gente entiende que los presidentes escogen a sus  colaboradores y que los ministros están para hacer su trabajo".
 Méndez cree que el alza de la popularidad de la Presidenta paralizó a la  oposición. "Nadie se atreve a tocarla", consigna. Para Melnick, ésa es una  pésima estrategia y niega que criticarla sea puro costo: "Hay que hacerlo bien,  con datos. Todo depende de cómo y quién lo haga", dice, recordando cuando la  Concertación puso al intendente Trivelli a desgastar a Joaquín Lavín.
 Estrategia exitosa
 Patricio Navia sostiene que las estrategias comunicacionales no inventan las  personalidades, sino que aprovechan las fortalezas y ocultan las debilidades.  "En este caso ha funcionado, en tanto ha logrado presentar a Bachelet como una  mujer querida y respetada. Pero ha funcionado menos en lograr que avance  reformas políticas e institucionales, las que abandonó hace rato".
 Roberto Méndez no cree que el éxito de la Presidenta sea sólo espontáneo,  sino que "es el producto de una estrategia bien diseñada".  Añade que el equipo que dirige Juan Carvajal, director de la Secom, ha hecho un  excelente trabajo, porque sobre rasgos suyos como la sencillez o la simpatía  "ha logrado blindarla de todo lo que no sea economía y protección  social. En ambas áreas está bien evaluada y se han convertido en sus  temas".
 Para M. de los Ángeles Fernández celebra que finalmente "la estrategia  comunicacional encontrara el rumbo y el ajuste adecuado en el contexto de la  crisis", que permitió recuperar el discurso de la protección social. Recuerda  que el debut fue errático con señales equívocas, como el famoso "cartillazo" a  los ministros.