| Pruebas de              evaluación de la gastroparesia diabética | 
                    | Prueba | Comentario | 
                    | Manometría antroduodenal | Puede ser útil en pacientes con vómitos              inexplicados; puede evaluar las fases en ayunas y posprandial. Es un              procedimiento invasivo que requiere ser realizado e interpretado por              un especialista. | 
                    | Prueba del aliento | Esta prueba, utilizando un isótopo no radioactivo              de carbón-13 unido a una sustancia digerible ha sido validad para              estudiar el vaciamiento gástrico. No es invasiva pero requiere la              normalidad de la absorción del intestino delgado, el metabolismo              hepático y la función de excreción pulmonar. | 
                    | Electrogastrografía | Es un acompañante no invasivo de la escintigrafía              del vaciamiento gástrico, como parte de una evaluación completa de              los pacientes con síntomas refractarios. | 
                    | Escintigrafía del vaciamiento              gástrico | Cuantifica el vaciamiento de una comida calórica              fisiológica. Puede evaluar el vaciamiento de líquidos y sólidos.              Tiene una exposición mínima a la radiación. | 
                    | Imágenes por resonancia            magnética | No invasivo. Permite evaluar principalmente el              vaciamiento de los líquidos. Es cara y lleva tiempo para              hacerla. | 
                    | Ecografía | No invasiva. Es operador dependiente. | 
                    | Seriada esófago gastroduodenal | Su mayor valor es la capacidad para excluir              lesiones mucosas y obstrucciones mecánicas, Tiene una exposición              moderada a la radiación. | 
       Tratamiento
       El manejo de la gastroparesia diabética debe estar dirigido a excluir        otras causas, evaluando la gravedad del trastorno, corrigiendo las        deficiencias nutricionales y aliviando los síntomas. Se puede usar un        sistema de puntaje para evaluar la gravedad y guiar el tratamiento.
       En lo posible, deben eliminarse los medicamentos y sustancias que        puedan exacerbar la dismotilidad: antiácidos como el hidróxido de        aluminio, anticolinérgicos, agonistas de los receptores adrenérgicos ß,        bloqueantes de los canales de calcio, difenhidramina, antagonistas de la        histamina H2, interferón α, levodopa, analgésicos opioides, inhibidores de        la bomba de protones, sucralfato y antidepresivos tricíclicos. Entre los        medicamentos que aceleran el vaciamiento gástrico se hallan los        antagonistas de los receptores adrenérgicos ß y los agentes        procinéticos.
       La hiperglucemia puede causar disritmias gástricas y vaciamiento        retardado; por lo tanto, es importante el control de la glucemia.
       Para los casos leves, es útil la modificación de la dieta y bajas dosis de antieméticos o        agentes procinéticos. El aumento del contenido líquido de la dieta ayuda        al vaciamiento porque en los pacientes con gastroparesia el vaciamiento de        los líquidos suele estar preservado, no así el de los sólidos. Para        disminuir la pesadez posprandial, se recomienda comer pequeñas cantidades        con mayor frecuencia. Suspender el consumo de cigarillos.
       El suplemento de fibras, el        consumo de alimentos con fibras insolubles y elevado contenido graso y el        alcohol pueden empeorar el vaciamiento gástrico, por lo que deben ser        reducidos al máximo.
       La metoclopramida tiene efectos antieméticos        centrales y es útil para mejorar los síntomas de la pesadez posprandial y        las náuseas. También eleva la presión del esfínter esofágico inferior y        mejora la coordinación antropiloroduodenal. Aproximadamente el 20 al 30%        de los pacientes tratados con metoclopramida presentan efectos adversos,        porque el fármaco atraviesa la barrera hematoencefálica, por lo que        algunos síntomas pueden ser neurológicos (mareos, irritabilidad, síntomas        extrapiramidales, reacciones distónicas). La disquinesia tardía,        caracterizada por el movimiento involuntario de la cara y la lengua, es un        efecto adverso raro relacionado con la dosis, que puede ser irreversible.        Una revisión comprobó que los síntomas de gastroparesia mejoran en diverso        grado con la metoclopramida.
       La eritromicina es un agonista de la motilina y        un agente procinético potente que estimula la contractilidad del antro y        aumenta la velocidad del vaciado gástrico actuando directamente sobre los        receptores de la motilidad, el músculo liso y los nervios entéricos. La        eritromicina es un tratamiento aceptable para los pacientes sintomáticos,        a pesar de los resultados de los estudios realizados, considerados poco        representativos.
       El tegaserod (de uso restringido en EE. UU.)        tiene algunos efectos que promueven la motilidad pero faltan estudios        clínicos al respecto. Debido a sus efectos adversos potenciales y costo        elevado, no se recomienda su uso sistemático.
       El betanecol ha demostrado mejorar la        amplitud de las contracciones de todo el tracto gastrointestinal, pero        falta evidencia respecto de sus efectos sobre los síntomas de la        gastroparesia cuando es usado solo o en combinación con otros fármacos.        Los antieméticos como la prometazina y el ondansetron pueden aliviar la        náusea persistente.
       La estimulación        eléctrica del        estómago ha sido aprobada para el tratamiento de la gastroparesia        refractaria. Sin embargo, los resultados de los trabajos clínicos son        discordantes. El 10 a 15% de os pacientes se complican con erosión o        infección gástrica pero otro estudio a largo plazo, no controlado, de 156        pacientes con implante de un dispositivo eléctrico de estimulación, mostró        una reducción importante de los síntomas de la gastroparesia refractaria        al tratamiento farmacológico. En estos pacientes hay que considerar        también el uso de nutrición        parenteral, la colocación de una sonda de gastrostomía o        yeyunostomía y la inyección de toxina botulínica A en el píloro o la        cirugía. Sin embargo, faltan estudios clínicos que avalen su        aplicación.
       Enteropatía intestinal
       La enteropatía intestinal en pacientes diabéticos puede presentarse con        diarrea, constipación o incontinencia fecal. La prevalencia de diarrea es        de 4 al 22%. La alteración de la motilidad en el intestino delgado puede        provocar síntomas de estasis, lo cual puede resultar en diarrea. Por otra        parte, la hipermotilidad causada por la menor inhibición simpática, la        insuficiencia pancreática, la esteatorrea y la malabsorción de las sales        biliares puede contribuir a la diarrea. La función anormal de los        esfínteres anales interno y externo causada por la neuropatía puede        provocar incontinencia fecal. Cuando se evalúa la presencia de diarrea en        un paciente diabético hay que considerar el origen medicamentoso, como la        metformina y la lactulosa.
       El tratamiento de la diarrea diabética es principalmente        empírico y está dirigido al alivio sintomático mediante la corrección del        desequilibrio hidroelectrolítico, el mejoramiento de la nutrición y del        control glucémico, y el manejo de las causas subyacentes. Los        antidiarreicos son útiles pero deben usarse con precaución debido a su        potencial para causar megacolon tóxico. No existen estudios bien diseñados        que avalen el uso de los antibióticos de amplio espectro para el        tratamiento de la diarrea. 
       La constipación,        que puede alternar con diarrea, es una de las complicaciones más comunes        de la diabetes (20 a 44%). La disfunción neurológica del intestino grueso,        junto con la alteración del reflejo gastrocólico, provoca constipación. Es        importante descartar otras causas de constipación como el hipotiroidismo o        algunos medicamentos. El tratamiento incluye una correcta hidratación, la        actividad física regular y el aumento del consumo de fibras. La        constipación puede ser tratada con sorbitol o lactulosa. En los casos        graves pueden ser necesarios laxantes salinos u osmóticos. 
       Esteatosis hepática diabética y no alcohólica
       La EHNA es el término usado para describir una enfermedad hepática en        pacientes con una anatomía patológica semejante a la de la lesión hepática        inducida por el alcohol pero sin el antecedente del consumo importante de        esa sustancia. La etiología se desconoce, pero la enfermedad suele        asociarse con la diabetes de tipo 2 y la obesidad. En algunos casos, puede        progresar a la esteatohepatitis no alcohólica con diversos grados de        inflamación y fibrosis. En muy pocos casos, puede llegar a la cirrosis.        Todos los pacientes con diabetes y muy obesos tienen cierto grado de        esteatosis, y la mitad presenta esteatohepatitis.
       En general, la EHNA se diagnostica por la elevación persistente de        lastransaminasas hepáticas. Los pacientes con los niveles        elevados de esta enzima tienen pruebas serológicas para hepatitis        negativas, como así los anticuerpos antinucleares y la hepatitis        autoinmune y la prueba de saturación de la transferrina. No excluye a la        hemocromatosis. La ecografía o la tomografía computarizada con signos        derivados del consumo de alcohol confirman el diagnóstico.
       Manifestaciones clínicas, evolución y pronóstico
       En su mayoría, los pacientes con EHNA son asintomáticos. Aunque algunos        sienten debilidad o molestias en el hipocondrio derecho, no está claro si        dependen de la enfermedad o de otras condiciones (obesidad, diabetes). La        enfermedad clínica varía desde pacientes con poca elevación de las enzimas        hepáticas hasta pocos casos de hepatopatía grave con fibrosis y        regeneración nodular. Se ha comprobado que la fibrosis permaneció estable        en el 34% de los pacientes, progresó en el 37% y se resolvió en el 29%.        Las alteraciones de los niveles de la aminotransferasa no son paralelas al        estadio de la fibrosis. Sin embargo, los diabéticos con un índice de masa        corporal elevado y fibrosis tienen más riesgo de una evolución        progresiva. 
 
Tratamiento
       Para los pacientes con EHNA se recomienda la pérdida gradual de peso        (0,5 a 0,9 kg por semana) y un buen control glucémico. Los fármacos como        la metformina, el        gemfibrozil y la pioglitazona (no aprobada en EE. UU.)        disminuyen los niveles de transaminasas hepáticas y mejoran los signos        ecográficos, tanto en la EHNA como en la esteatohepatitis no alcohólica.        Sin embargo, no hay        evidencia de que el        uso prolongado de estos fármacos mejore la evolución clínica. Hasta tanto        no haya evidencia, no se recomienda el uso sistemático de esos fármacos        para normalizar las enzimas hepáticas.
       Relación de la diabetes con otras enfermedades        gastrointestinales
       Diabetes y hepatitis
       La diabetes es más común en pacientes con infección por el virus de la        hepatitis C que en la población general (14,5 vs. 7,8%). En los primeros,        la edad, la obesidad, la fibrosis hepática intensa y el antecedente        familiar de diabetes se asociaron con el desarrollo de diabetes. 
       Cirrosis y diabetes
       Las causas de cirrosis relacionadas con la diabetes son la EHNA, la        hemocromatosis y la infección por el virus de la hepatitis C. Los        pacientes con cirrosis y diabetes pueden tener signos de aumento de la        resistencia a la insulina y requerir dosis más elevadas de insulina para        controlar su glucemia. Si los pacientes con cirrosis y diabetes sufren        hemólisis debido al hiperesplenismo o hemorragia, las cifras de A1C pueden        ser falsamente bajas. Por lo tanto, no deben prescribirse restricciones en        la dieta porque ellos ya están mal nutridos.
       Hipoglucemiantes orales y enfermedad hepática
       La troglitazona, una tiazolidinadiona, fue retirada del mercado por su        hepatotoxicidad. Por lo tanto, la FDA no recomienda el uso de        tiazolidinadionas en pacientes con enfermedad hepática. En casos raros,        las sulfonilureas pueden causar hepatotoxicidad y la acarbosa puede        general elevaciones leves de las pruebas de función hepática.
       Diabetes y hemocromatosis
       La prevalencia de hemocromatosis idiopática es 9,6/1.000 en diabéticos        y 4/1.000 en personas de la población general. Los diabéticos que también        tienen pruebas de función hepática anormales, artritis o historia familiar        de sobrecarga de hierro deben ser estudiados para detectar hemocromatosis,        mediante la determinación de los niveles de saturación de la        transferrína.
Traducción y resumen        objetivo: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna.
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