 Bajo este chocante título,  Los neandertales cantaban rap, se encuentra un voluminoso y  bien documentado estudio acerca de la aparición y el desarrollo del lenguaje y  la música a lo largo de la historia evolutiva de la humanidad.
Bajo este chocante título,  Los neandertales cantaban rap, se encuentra un voluminoso y  bien documentado estudio acerca de la aparición y el desarrollo del lenguaje y  la música a lo largo de la historia evolutiva de la humanidad. 
 Todos sabemos para qué sirve el lenguaje y qué ventajas evolutivas tuvo para  que se desarrollara como lo ha hecho. Pero ¿y la música? ¿De dónde proviene?  ¿Para qué surgió? ¿Para qué sirve?
 Llenando la enorme laguna de conocimiento científico que tenemos acerca de la  música, Steven Mithen, catedrático de Arqueología en la  Universidad de Reading (Inglaterra) e investigador de arqueología cognitiva y  computacional, aporta un alud de datos antropológicos, neurológicos y  arqueológicos para abrir una nueva senda hacia la comprensión de la música que,  a juicio de Mithen, es tan fundamental para nosotros como el lenguaje.
 
 Este libro podría dividirse en dos partes. Los capítulos iniciales recogen  estudios científicos actuales sobre la música, por ejemplo analizando cómo se  comportan algunos autistas que apenas saben comunicarse pero, sin embargo,  poseen unas dotes excepcionales para la música: los idiot savants  musicales. También se habla justo de lo contrario, de los que padecen  amusia congénita, es decir, individuos para los que la música  suena a ruido sin sentido. 
 Esta primera parte, la más interesante y llena de anécdotas curiosas, está  orientada a criticar la opinión general de la psicología evolutiva respecto a la  música: que sólo es un efecto colateral del lenguaje y que apenas tiene  relevancia en la evolución de nuestro cerebro y en nuestras relaciones con los  demás. Mithen intenta replicar que esto no es cierto, que la música surgió como  un protolenguaje, y que sus efectos en nuestras emociones pueden ser tan  importantes como los que provocan las mismas palabras articuladas. En ese  sentido, el capítulo dedicado a la forma en la que tenemos de hablar a los bebés  es fascinante.
 Mithen propone ideas tan innovadoras en tantos campos diferentes que,  probablemente, no esté en lo cierto en muchas de ellas. Pero es altamente  interesante prestarles atención, pues estoy convencido de que constituyen la  avanzadilla de una nueva ciencia sobre la música que pronto irá  vertebrándose.
 La segunda parte del libro está dedicada al pasado de la humanidad, a las  primeras comunidades de cazadores-recolectores. También a los sistemas de  comunicación natural de los primates, principalmente de los simios africanos,  puesto que es probable que sean similares a los sistemas de comunicación de  nuestros primeros antecesores humanos. 
 Algunas partes del libro, pues, pueden hacerse densas o no interesar a muchos  lectores, pues aunque el tema central es el lenguaje y la música, es posible que  para algún lector no sea tan entretenido acercarse a él desde el punto de vista  antropológico como desde el neurológico, o viceversa. Pero Mithen no se hace  denso en ningún momento, siempre evita los tecnicismos demasiado complicados y  trata de intercalar pequeñas anécdotas cada cierto número de páginas para  resultar todo lo divulgador y ameno posible. 
  
   Los estudios de Provine han incluido "espiar" a grupos de adultos y niños,    así como registrar las diferencias sexuales en la importancia de la risa.    Tanto si hablan como si escuchan, se constata que las mujeres se ríen mucho    más que los hombres; ahora bien, tanto el público femenino como el masculino    se ríen mucho menos en presencia de una mujer que de un hombre. (No es un    papel fácil, el de las cómicas). Provine ha estudiado asimismo cómo se integra    la risa en el habla, y ha documentado que, por lo general, se produce al final    de los enunciados, sin crear interrupciones, lo cual apunta a la posibilidad    de que el habla reciba alguna clase de prioridad neurológica.
  Editorial Crítica
Colección Drakontos (2007)
480 páginas
ISBN:  978-84-8432-887-2 
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