La ahora candidata a la Presidencia de México por parte  del PAN habló con la revista Quién de sus batallas íntimas y políticas.
 Video: Backstage del shooting con Josefina Vázquez  Mota 
Hace unos meses recibió a la revista Quién en su casa en La Herradura, al  poniente de la Ciudad de México. Su esposo, Sergio Ocampo Muñoz, y sus hijas,  María José y Montserrat Vázquez Ocampo, esperaban que la mamá regresara de  trabajar. Celia, su segunda hija, llegaría más noche. "Es la primera vez que  sucede esto", dijo Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN  a la Presidencia de  la República. "Nunca habíamos abierto nuestra familia en toda mi vida en la  política o en el sector empresarial, ¡ni cuando daba conferencias!". Y enfatiza: "(Lo hacemos) porque nos da gusto presentarnos como somos y donde vivimos. Lo  que ves es productor de nuestro trabajo. Tenemos, Sergio y yo, unas hijas  maravillosas que viven en absoluta normalidad". 
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| LA FAMILIA: Montserrat (tercera hija), Josefina,  María José (primera en nacer) y Sergio. (Foto: Ricardo  Trabulsi.) | 
Déjeme presentarla como Josefina Eugenia Vázquez Mota, ¿qué le  dice el nombre de Eugenia?
 Que mi mamá estaba muy inspirada. Dice  que ese nombre le encanta. Yo me llamo como ella. Cada que cierro los ojos la  recuerdo cantando, llevándome a ver actuar a Amparo Montes con la canción de "Vereda tropical". Mi madre me enseñó la alegría de vivir.
 
¿Qué  le dice el apellido Vázquez?
Es el apellido de mi papá, un apellido  popular y mexicano, que viene de una familia así, de origen muy sencillo yt del  cual me siento muy orgullosa. A él le debo la pasión por la lectura. Es un  apellido trabajador que me pone siempre los pies en la tierra.
 
¿Y  Mota?
Es un apellido sui géneris, poco común en México y va perfecto  con Vázquez. Mi abuelo era muy bohemio, fue carnicero, panadero, recorría todo  el país y el mundo, él le escribía discursos a Vicente Lombardo Toledano, era  medio comunistoide y tuvo diferencias con mi abuela.
 
¿Y alguna  vez probó la mota, la mariguana?
No, pues no. Nunca. Ni por  curiosidad.
¿Cuándo era niña decía: "quiero ser  presidenta"?
No, la verdad no. Siempre me gustaba debatir, fui jefa  de grupo en la secundaria, me gustaba el liderazgo, tomar decisiones, organizar  cosas, llevar a todos mis amigos a estudiar a mi casa. 
 
¿Quiénes  son sus hermanos?
En orden de nacimiento: María del Carmen, es  comerciante, como una segunda mamá para nosotros; Luis Antonio, maneja el  negocio familiar (pinturas), lo mismo que Guadalupe, que es la persona más buena  que conozco; luego yo; después mi hermana Margarita; Gerardo Arnulfo, quien me  presta su casa para reuniones políticas; y la más pequeña es Angélica. A todos  los recuerdo de niños jugando en Tezuitlán, Puebla, en la Quinta Francia, la  granja donde mi mamá creció y donde pasábamos las vacaciones  juntos.
 
Yendo a esos años, ¿quién fue su primer  amor?
Mi papá, no tengo ninguna duda. Se me caía la baba por él  (risas). Luego en la secundaria, tal vez, pero nunca fui noviera, hasta que  conocí a Sergio en la Vocacional y ahí sí, me enamoré perdidamente. 
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| Aquí con su esposo Sergio. (Foto: Ricardo  Trabulsi.) | 
 
Y en esa época fue más rebelde con su  papá…
(Risas) Sí, porque después de haber estudiado en escuela  mixta, mi papá me quería inscribir en una de purititas mujeres, lo que me  pareció absolutamente intransitable, resistí tres días (a pesar de que mi papá  había pagado todo el primer año de colegiatura) y me fui. Así que entré al  Politécnico.
 
Y ahí cambió su vida…
Ahí me enamoré de  Sergio Ocampo Muñoz, a los 15 años de edad. A mis papás no les gustaba nadita. A  mí me encantaba estudiar, a él irse de pinta y hacer deporte. Yo me llevaba muy  bien con mis profesores y a él lo sacaban de las clases. Ahora llevamos 27 años  de matrimonio. Es mi contrapeso. Llego en la noches, digamos que soy adicta a la  BlackBerry, y me dice: "Ya, Pina, deja eso un rato, relájate; mañana se  resolverán tus complicaciones". Tiene una gran capacidad para leer a las  personas que me impresiona: "No confíes en esa persona, porque no es de fiar" y  casi nunca se equivoca.
 
¿Cómo quién? ¿Le dice, "Pina, en esa  lideresa no confíes"?
(Risas) No, no. No necesariamente. Lo dice con  gente que ni siquiera está involucrada en la política.
¿Él a que  se dedica?
 Es vendedor en la empresa Maseca.
¿A él le  gustó la idea de que usted sea candidata?
Cuando le dije que quería  entrar a la política (en 1997) fue la ocasión en que me dijo que no le encantaba  esa idea y que ojalá pensara diferente. Y es la única vez que le he avisado lo  que voy a hacer, (risas), después ya nomás le cuento. La candidatura la  platicamos muchas veces, no sólo con él, sino con las niñas, porque para mí era  fundamental que en la familia estuviéramos de acuerdo, que mis hijas se  sintieran parte de esto. 
  
A su hija Celia no le gustó la idea…
Celia María  siempre ha sido muy generosa y comprensiva pero me dijo que ella no quería se  supiera que soy su mamá, "Porque no me van a dejar ayudar a la gente (ella  estudia Medicina), quiero entrar igual a la Cruz Roja y que nadie me trate  diferente", me dijo. Así que le respondí que era absolutamente respetable. Y yo  admiro eso de mi hija, porque creo que la tentación sería lo contrario, que  quisiera trato diferente. 
 
Regresando a Sergio, ¿cómo procesa  tener una líder como usted en casa?
Tal vez ayudó mucho que nos  enamoramos desde muy jóvenes, que hemos vivido juntos más años, que los que  vivimos con nuestros padres. Él sabe el gran esfuerzo que ha significado estar  aquí. 
 
¿Quién manda en casa?
Cada uno manda en cosas  diferentes. A mí me encanta mandar en lo básico: si se compran estos muebles, si  se pinta hoy o mañana, que estén las cosas que las niñas necesitan. A Sergio le  gusta más tener influencia en la escuela de las niñas y lo que van a hacer, qué  decisiones van a tomar, él pone las reglas de los horarios los fines de semana.  Pero a veces sí le digo: "Oye, María José ya tiene 24, ya se puede quedar a  dormir en casa de su amiga". 
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| Su hija Cecilia no pudo estar en la sesión por su  trabajo en un hospital. (Foto: Ricardo Trabulsi.) | 
¿A qué edad comenzó a trabajar, Josefina?
 A los  16 años en el CONACYT y me acuerdo que ganaba 500 pesos al mes. Ahora no gano  nada, porque no estoy en la Cámara, estoy como "desempleada", así que ahorré y  mi familia me ayuda. Como conferencista, tuve muchísimo éxito y llegué a cobrar  hasta 6 mil dólares. Ahora sí que como dice la canción de Juan Gabriel "Yo era  muy feliz, yo vivía muy bien", y le puedo decir a la política: "hasta que te  conocí, vi la vida con dolor", (risas).
 Soy absolutamente independiente,  tengo mis tarjetas de crédito, manejo mis cuentas bancarias, decido qué gasto,  cuánto gasto. No podría vivir de otra manera.
¿Con todo el tren  de trabajo, dando conferencias al poco tiempo de dar a luz, fue Sergio más mamá  que usted?
 Pues no. Nos compartimos mucho las tareas. En 2000,  cuando estuve en el Congreso y luego en SEDESOL, él se quedó con las niñas en  Chihuahua y asumió muy bien su papel de papá y lo hizo espléndidamente. 
¿Es más fácil llegar a Los Pinos con una familia como la que  tienes con hijas adolescentes y no niñas?
  Lo he pensado, pero creo  que si están bien formadas, si son maduras, no me generan ninguna preocupación  adicional. Y si no, ahí estaremos para recordarles que somos como cualquier otra  familia de este país.
¿Cuántas propiedades tiene,  Josefina?
 Mis únicas propiedades son esta casa…
 ¿Y  por qué se queda pensando?
No, porque lo hemos hecho con hipotecas.  Estamos comprando una casa en Jajalpa (Estado de México) que está muy bonita. Es  una hipoteca a 20 años y llevamos muy poquito pagado.
 
¿En qué le  gusta gastar?
Primero pienso en lo que necesitan las niñas. Me  encantan los libros y la música. Me gusta vestir bien, tengo un estilo muy  clásico. En vestidos veo algo bonito y me encanta: visto Carolina Herrera,  Tahari, tampoco soy muy complicada. En zapatos Nine West, Bandolino, Rockport,  Salvatore Ferragamo. En bolsas no tengo ninguna marca  preferida.
 
¿Vestir bien es una inversión?
Es una  inversión, pero tampoco me quita el sueño.
¿Qué es lo que no le  gusta de su físico?
Me hubiera gustado ser un poco más alta. Por lo  demás me siento perfectamente cómoda.
 
¿Tiene alguna cirugía  plástica?
Las mínimas indispensables, vinculadas al tema de la mujer  (risas). Estéticas, algo absolutamente leve y ligero. No me sometería a ninguna,  ¿a qué hora? Aparte  estoy muy feliz de tener 50 años y me siento muy contenta.  Ya me acostumbre a verme así en el espejo.
 
¿Hace  ejercicio?
¡Ay!, me encanta, procuro que de 7 días de la semana,  cuatro o cinco haga bicicleta, elíptica, escaladora, mancuernas, ligas, me  encanta estirarme, relajarme).
¿Es buena amiga?
 Pues  lo intento, espero que mis amigos piensen que sí.
¿Se puede tener  amigos en la política? Hay quien dice que no.
Absolutamente sí. En  mi partido cuanto a Carlos Medina (Plascencia), Dolores del Río, Gloria Luna y  tengo una amistad muy entrañable con Margarita Zavala y con Elena Álvarez. En  otros partidos puedo nombrar a Beatriz Paredes (del PRI) y con Amalia García  (del PRD) me entiendo muy bien. Con Ruth Zavaleta me entiendo perfecto, Xóchitl  Gálvez es mi amiguísima y le agradezco que me esté ayudando en este proyecto (la  búsqueda de la candidatura presidencial del PAN).
 
¿A qué le teme,  Josefina?
En mi vida he demostrado que no tengo miedo, en todo caso  sí tengo preocupaciones. Me preocupa no ser una persona justa, no poder  responder de la mejor manera  a tantas  expectativas.
  
¿Teme  perder?
No, no me da miedo perder. Sé que tengo que estar preparada  para ganar o perder y por supuesto que estoy haciendo todo para ganar y tengo fe  en que voy a ganar. 
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| Josefina Vázquez Mota tiene 50 años. (Foto: Ricardo  Trabulsi.) | 
LAS BATALLAS DE PINA 
Del sexenio de Vicente Fox (2000-2006), Vázquez Mota recuerda ciertos  roces con Marta Sahagún, ex vocera presidencial y esposa del ex presidente. En  un tiempo, sus actividades en Sedesol la llevaron a destacar a escala nacional.  Con ello, su figura pública lució en los medios y creció su presencia en el  círculo cercano a Fox. Se habló por ello del enojo de Marta. 
 
Ya en 2006,  Vázquez Mota entro a la campaña de Felipe Calderón y vinieron polémicas en  supaso por la secretaría de Educación Púcblica (SEP) con la líder del Sindicato  Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther  Gordillo.
 
¿Cómo llegó a Sedesol? Pasó ahí el sexenio  entero.
Estuve tres meses antes en el Congreso y lo último que pensé  es que me iba a invitar el presidente Vicente Fox a una secretaría de Estado.  Había una expectativa de muchos de que duraría muy poco. Después, esa  dependencia se convertiría en una de las instituciones que acompañó  permanentemente el trabajo del Presidente.
 
Y todo el mundo volteó  a verla…
Sí. Viví esa secretaría con una intensidad y entrega que ha  marcado mi vida para siempre.
Qué envidia, diría Marta  Sahagún.
(Risas) Bueno, ella tenía sus propias  agendas.
 
¿Qué hizo para que se molestara Marta  Sahagún?
Yo no sé si estaba o no enojada conmigo…
No  me diga que no lo notaba…
(Risas) Bueno, yo lo que hice, y no sólo  en SEDESOL, sino también en la SEP, fue defender la vida institucional y eso de  pronto te provoca no complacer a todos.
 
¿Le insinuó transferir  recursos a Vamos México?
Nunca hubo esa insinuación y después  tampoco hubo esa consideración de mi parte.
Ya en 2006 usted se  sale del gabinete foxista y se va a la campaña de Felipe  Calderón.
 Sí, ¡bueno, bueno, qué desafío! La campaña más desafiante  de la historia moderna. Diario era vivir como un año completo, en  todo.
 
Otra batalla ahí fue con Juan Camilo  Mouriño.
Ellos eran un equipo que ya acompañaba al presidente de  antemano, un equipo muy sólido y unido entre ellos.
 
Y llegó ese  cierre de campaña calderonista, en el Estadio Azteca…
Ya era muy  cercano al día de la elección y Juan Camilo tenía la gran  responsabilidad de  toda la parte operativa, era muy audaz y talentoso. Logró ese Estadio Azteca.  Hubo momentos muy buenos y otros más difíciles y complicados. Yo tuve casi o  nada de participación ese día.
 
La siguiente batalla fue en la  SEP, donde se encontró con Elba Esther Gordillo.
Mira, se han dicho  muchas cosas, pero tuve con ella un desafío de orden institucional, pero la  mismo tiempo, reconozco en su persona la voluntad y la audacia de construir  junto conmigo en la SEP.
 
¿Impone Elba Esther  Gordillo?
Ella es una mujer de poder, que sabe para qué sirve el  poder y entiende las reglas del poder. 
¿Son  amigas?
No, es una mujer de la política que aprendí a conocer. Me  puedo sentar a dialogar con ella sobre temas de educación, del  país…
 
¿Sobre la candidatura a la presidencia?
Es un  tema del partido y en todo caso yo quiero hacer una alianza con las maestras y  los maestros de México.
¿Si fuera usted la candidata del PAN, la  buscaría?
 Hasta hoy no he tomado esa decisión y lo que he decidido  es buscar a las maestras y los maestros de México.
 
El 4 de abril  de 2009, el día que dejó la SEP, fue un día muy difícil…
Sí, yo  realmente no quería dejar la SEP, pero la vida no me deja de sorprender y haber  llegado al Congreso a luz de la circunstancias, es lo mejor que me pudo haber  pasado. Ese día desperté con mucha tensión, con tristeza, creo que no dormí casi  nada, desayuné antes de ir a Los Pinos con mis colaboradores más cercanos para  agradecerles, luego llegué a la Residencia Oficial y Margarita (Zavala) y el  presidente tuvieron un gesto cariñoso con mi familia, porque vinieron las niñas  y Sergio, a los que invitaron a pasar a la oficina presidencial. Les dijo que me  estaba pidiendo esto porque me necesitaba en el Congreso. Saliendo de ahí fui a  comer con mis papás, mis hijas y mi marido y el resto fue seguir adelante. No  lloré ese día, pero los días previos fueron muy difíciles. 
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| Aquí con su familia, sólo falta su hija Cecilia.  (Foto: Ricardo Trabulsi.) | 
 
Usted temblaba ese día. ¿Se iba a desmayar?
 No,  pero fue un día muy difícil. Creo que está bien que los ciudadanos sepan que los  políticos somos de carne y hueso, que somos fuertes, decididos, pero hay  momentos difíciles.
Surgió el rumor de la  anorexia…
 Ese rumor surgió antes, me siento muy bien como vivo. Si  lo hubiera padecido lo diría, porque creo que mi caso hubiese ayudado a otras  personas, pero no es así.
Más que preguntarle si México está  listo para una mandataria, ¿cree usted estar preparada para un país machista  como México? Además, ¿qué le hace pensar que puede ser  presidenta?
 Estoy preparada, porque he llegado hasta aquí con el  país que tenemos. Puedo ser presidenta porque conozco este país desde dos  agendas fundamentales, la educativa y la social.
¿Negociaría con  el crimen organizado si fuera presidenta?
 Jamás, no tengo ninguna  duda.
¿Legalizaría la interrupción del embarazo en el  país?
Yo comparto los fundamentos de mi partido, el respeto por la  vida y al mismo tiempo te digo que nunca estaría de acuerdo con la  criminalización de las mujeres. 
 
¿Legalizaría las drogas en  México?
Abriría un debate responsable, pero creo que no estamos en  condiciones de legalizar la drogas, que sería más bien una rendición, sobre todo  cuando tenemos una debilidad institucional, un Estado débil, que hoy tiene el  reto de un Estado fuerte y democrático.
 
¿Y qué piensa del  matrimonio entre personas del mismo sexo?
Yo tengo mis convicciones,  pero en todo caso creo que tenemos que respetar las libertades de otros y  mientras eso no afecte lo fundamental. Me preocuparía que sus derechos estén  garantizados en lo social, en los derechos de propiedad.
 
Josefina  despidió la charla regresando a su familia, imaginando cómo le gustaría que la  recordara su esposo: "Me encantaría que cuando se acuerde de mí, sonría". Y sus  hijas: "Que sepan que no importa físicamente dónde nos encontremos, siempre  estaremos juntas". 
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| Esta fue la edición de octubre 2011 de la revista  Quién. (Foto: Revista Quién) |