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"He              trabajado toda mi vida en la industria salmonera y ahora prometen              reubicarnos en un trabajo donde ganaremos 98 mil pesos al mes, pero              yo quiero un salario digno. En la salmonera ganaba 180 ó 220 mil              pesos, dependiendo de la producción", explica Janet, que tiene cinco              hijos en el colegio y un esposo inhabilitado de trabajar por una              enfermedad. Los              despidos han afectado a más de 2.500 trabajadores en los últimos              tres meses, pero no sólo los que han firmado su finiquito están              preocupados. La incertidumbre y el miedo se han extendido a toda la              Región de los Lagos. No es para menos, pues la principal fuente de              trabajo de la zona está en problemas. Algunos observadores creen que              estamos ad portas de presenciar el funeral de la industria              salmonera, mientras los menos alarmistas dicen que es una situación              grave, pero que se puede volver a renacer. "Yo              considero que esto es muy parecido a lo que ocurrió en el norte con              el salitre. Incluso, hay lugares donde ya han sacado todo, quedan              jaulas que están sólo cuidando la concesión y en algunos casos se              habla de que han hundido las jaulas, debido a que no las pueden              trasladar a otros lados, porque ya están contaminadas con el virus              ISA", explica Ricardo Casas, presidente de la Federación de              Trabajadores de Industrias Pesqueras y Afines              (Fetrainpes). No              se sabe lo que depara el futuro, pero lo que está claro es que en              buena parte fueron los propios salmoneros los que sembraron su              infortunio gracias a errores como las malas prácticas sanitarias, el              uso excesivo de antibióticos y las pésimas condiciones laborales              (ver al final de la nota). Como              la gripe El              negocio del salmón era la promesa en los años ochenta: el oro              naranjo. El desarrollo fue rápido y hoy representa la tercera              industria exportadora del país, después del cobre y el molibdeno.              Algunos advirtieron los riesgos de la acelerada expansión de los              salmoneros y de las condiciones sanitarias bajo las que se produjo              este milagro, pero nadie hizo caso. Actualmente, la sustentabilidad              de la industria es cuestionada por medio Chile, sobre todo, por ONG              y pescadores artesanales. "Una              industria que consume alrededor de ocho kilos de pez fresco para              producir un kilo de salmón no es sustentable y no lo va a ser. Hoy,              frente a la crisis sanitaria, nos estamos dando cuenta de los daños              a los ecosistemas y, por otro lado, que no hay una responsabilidad              para hacerse cargo de lo que pasa con sus trabajadores. Es una              industria que genera empleo y crecimiento, pero no es sustentable",              argumenta Flavia Liberona, directora ejecutiva de la Fundación              Terram. El              pez naranjo proviene del océano Atlántico y de Europa, por lo que no              es nativo de nuestras costas. "El salmón llegó para acá y se llenó              de infecciones nuevas que estaban en el Pacífico, porque no estaban              preparados para esto. Es como cuando llegaron los españoles              resfriados a América y los indígenas se murieron de gripe", compara              Héctor Kol, biólogo marino y encargado del programa de              salmonicultura de los pescadores artesanales de              Aysén. Pero,              tanto el Gobierno como los salmoneros son enérgicos en rechazar              estos argumentos y aseguran que la actividad puede sobrevivir.              "Estamos convencidos de que la industria del salmón es sustentable.              Realmente no vemos una crisis del sector, sino un desarrollo muy              acelerado de una industria que ha traído un tremendo progreso y que              debe modernizarse en algunos aspectos", explica el ministro de              Economía, Hugo Lavados, quien recientemente fue nombrado              "coordinador" de la industria salmonera y que en los próximos días              visitará la zona problemática, lo que demuestra una clara              preocupación del Gobierno. Refundación Para              enfrentar estos conflictos, la industria tiene una clara estrategia              que, aseguran, los hará sacar fuego de las cenizas. Según el              director del área técnica de Marine Harvest, Adolfo Alvial, las              medidas del plan de contingencia "nos permitirán acortar la fase              difícil a que nos enfrenta el virus ISA y de la cual esperamos salir              pronto". Quieren              vencer al virus y a otra plaga conocida como el piojo de mar, por lo              que los salmoneros están expandiendo sus operaciones hacia las              regiones de Aysén y Magallanes, para así dejar descansar por un              tiempo las aguas de la Región de los Lagos. De hecho, sólo el año              pasado las peticiones de concesiones marítimas en Magallanes              aumentaron de un promedio de 120 solicitudes anuales a 962. "Esta              estrategia de traslado venía hace tiempo y el ISA los obliga a              acelerar este proceso. Piensan aplicar modelos de gestión con              más espacio entre centros y tener concesiones excluyentes, porque              hoy están mezclados", explica el coordinador de proyectos del              Observatorio Laboral de Chiloé (Olach), Patricio              Peñaloza. Los              proyectos de refundación, sin embargo, volverán a toparse con la              reticencia de los pescadores artesanales y algunas ONG. "Marine              Harvest tiene concesiones pequeñas en Aysén, pero nosotros no vamos              a permitir que se expandan y hagan lo mismo que hicieron en Los              Lagos: la cantidad de materia orgánica que se descargaron de las              jaulas y la contaminación de los bancos naturales los convirtieron              en cloacas al aire libre. Las consecuencias son gravísimas y si se              trasladan a otra parte del país va a ser lo mismo", opina Héctor              Kol. La              ruta del chorito No              sólo los empresarios del salmón tienen su propuesta de refundación.              El Gobierno también está preocupado de poner reglas más claras para              que no se vuelva a producir el caos productivo que se vive              actualmente. La Región de los Lagos y el Ministerio de Economía              trabajan arduamente para sacar adelante un proyecto que zonifique el              mar. Esto significa que habrá áreas para la industria salmonera,              para la pesca artesanal y para la industria del chorito. "Tal como              tienes planos reguladores de las ciudades, tú debieras de tener              planos reguladores del mar. Y, además, tendremos carreteras del mar.              Habrá ciertas rutas que serán las del salmón, otras serán para la              pesca artesanal y otras serán las rutas del chorito", explica el              intendente de Los Lagos, Sergio Galilea. Otras              normas irán en la dirección de establecer reglas de distanciamiento              entre las jaulas y los centros de engorda, y regular que haya cierta              asociación de cada empresa con un determinado territorio, para así              poder fiscalizar con mayor efectividad. En el Gobierno regional              esperan que todas estas normas estén listas a fin de año.              "Autocríticamente, reconozco que nuestra capacidad de fiscalización              es menor y habría que duplicarla. También, hay otras modificaciones              legales que hacer. Si mejoramos la claridad de las reglas del juego,              vamos a tener sanciones mucho más fuertes y más significativas para              lograr que se cumpla la norma", concluye Galilea.               
 Y              CAVARON SU PROPIA TUMBA...  1.              La fiesta del antibiótico
 "Todos              estos problemas están relacionados con la falta de control              sanitario", decía la polémica frase del profesor Felipe Cabello en              el artículo de "The New York Times" que encolerizó a los salmoneros.              Porque en materia ambiental, el mayor cuestionamiento que ha tenido              la industria del salmón es su gestión              sanitaria. Hoy,              y desde hace muchos años, los salmones chilenos están siendo              afectados por enfermedades como el síndrome Rickettsial del salmón              (SRS) y la enfermedad bacteriana del riñón. Para combatirlas, los              salmoneros chilenos han hecho uso y abuso de los químicos y              antibióticos. Según la encargada del programa de salmonicultura de              la Fundación Terram, Giuliana Furci, el uso excesivo en la industria              de los antibióticos que son los mismos que se usan en salud humana              genera en los peces el fenómeno de la resistencia bacteriana, "y              llega un momento en que no les hace ningún              efecto". A              diferencia de estas dos enfermedades, el caligus o piojo del salmón,              parásito que también está atacando fuertemente al pez, se trata con              pesticidas. Y el virus ISA que hoy tiene en jaque a algunas de las              más grandes empresas del sector aún no tiene remedio. La forma en              que lo están combatiendo es a través de un estricto plan de              contingencia, que establece, entre otras normas, un mínimo de              descanso es decir, sin peces de hasta tres meses para los sitios de              cultivo. Según Furci, el ISA es el estallido de una bomba el              problema sanitario que en cualquier momento iba a explotar". Las              graves consecuencias están a la vista.  2.              Peces apiñados
 Sólo              basta una cifra para comprobar el éxito de las salmoneras: en los              últimos 16 años, la tasa de crecimiento del sector ha promediado el              20% anual. Según un analista de una corredora de bolsa, una de las              claves de la envidiable rentabilidad de la industria es la              maximización de la cantidad de peces por balsa-jaula. Es decir,              aprovechar el máximo beneficio. Pan              para hoy, hambre para mañana, porque lo que antes fue una ventaja              ahora es visto como un error. Finalmente, los salmoneros han              terminado por admitir que la elevada densidad de peces por jaula y              la distancia entre ellas es uno de los factores que influyó en la              rápida propagación del ISA. "Tradicionalmente, han puesto muchos              pescados dentro de cada balsa-jaula, muchas jaulas por centro de              cultivo y muchos centros de cultivo uno junto a otro, y eso afecta              la inmunidad de los peces. Por ejemplo, al tenerlos todos tan              apiñados se les pegan rápidamente los piojos del salmón", explica              Furci, técnico en acuicultura. Mientras              en países como Noruega las densidades son de 15 kilos de pez por              metro cúbico de agua, en Chile alcanzan fácilmente los 25 kilos.              Según Furci, "el único remedio para el ISA es cambiar la forma en              que cultivan; es decir, no tener tan apiñados los peces en aguas que              ya están sobrepasadas en su capacidad de carga". Aparentemente, los              salmoneros están aprendiendo de este error y ya han planteado que en              los nuevos centros de cultivo bajarán la densidad de peces por jaula              y aumentarán la distancia entre las balsas y los centros de              cultivo. 3.              Malos patrones Víctor              Obando se encontró con la muerte bajo el mar. El sábado 9 de marzo              estaba trabajando como buzo en la empresa salmonera Friosur, cuando              sus compañeros de trabajo vieron que algo no andaba bien y lo              sacaron del agua en mal estado, pero aún con signos vitales. Murió              al día siguiente. "Si hubiese existido cámara hiperbárica no              estaríamos lamentando otra muerte; hace tiempo que estamos pidiendo              la instalación de, por lo menos, dos cámaras y no hemos sido              escuchados", alega Jessica Ferrada, presidenta del sindicato de              Salmones Antártica, otra de las grandes empresas del sector. La              industria del salmón es la segunda con mayor tasa de              accidentabilidad en Chile (ver infografía), producto de sus malas              condiciones de seguridad. "En los dos últimos años ha habido más de              30 muertes. Los buzos son los que tienen peores condiciones", agrega              Ricardo Casas, presidente de la Fetrainpes. Los              bajos salarios, la gran cantidad de horas de pie, la exposición al              ruido y al frío y el uso excesivo de antibióticos son pan de cada              día en las dependencias de las salmoneras, según informes de              entidades como Olach y Terram. Las constantes críticas a su gestión              laboral han disminuido el prestigio de la industria del oro naranjo              y han aumentado las multas que han tenido que pagar (ver              infografía). "Los              mismos salmoneros produjeron la crisis por su irresponsabilidad en              el manejo del medio ambiente y por las amplias libertades que tienen              con respecto a la legislación laboral. Los únicos perjudicados somos              nosotros, que perdemos nuestros trabajos", alerta el presidente del              sindicato de Aguas Claras, Benjamín              Teneb.   
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