tras escándalo de la U. de las  Américas 
 En  el Consejo Superior de Educación cayó como balde de agua fría la publicación que  develó el grave conflicto de interés de algunos de sus miembros que terminaron  con altos puestos en la casa de estudios acreditada por ellos mismos. El  escenario es aún más complejo para cuando empiecen a operar las agencias  acreditadoras, instancias privadas que están ad portas de iniciar el proceso de  acreditación de miles de programas. 
Claudia Urquieta Chavarría 
 A la educación  le llueve sobre mojado. Y a estas alturas no es una simple metáfora, ya que al  "jarrazo" recibido por la ministra Mónica Jiménez se suma el balde de agua fría  experimentado por el sistema de acreditación que, varias veces cuestionado,  sufrió un duro revés luego de que se hiciera público el conflicto de intereses  tras la acreditación de la Universidad de Las Américas denunciado por La Nación  Domingo.
 Y no es para  menos. Mal que mal la luz verde entregada a la casa de estudios por la  renunciada vicepresidenta del Consejo Superior de Educación (CSE), Paulina  Dittborn que luego fue anunciada como la próxima rectora del plantel  educacional, y del ex jefe de la división de educación del Minsal, Julio Castro,  que hoy es el asesor educacional de la red de instituciones académicas,  plantearon más de una alerta en torno al funcionamiento de las instancias  acreditadoras.
 No es la  primera vez que algo no huele bien en el sistema liderado por el CSE y la  Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Este medio ya había detallado otras  situaciones que dejaban en duda las motivaciones que movían las opiniones y los  votos en contra o a favor de acreditar un centro de educación superior.
 Al respecto, el académico Juan  Eduardo García Huidobro considera "poco presentable" este tipo de situaciones y  asegura que "aunque no hay nada ilegal, el hecho le quita confiabilidad al  sistema".
 En tanto, el  columnista Juan Guillermo Tejeda señala que esto "es un indicio de cómo marchan  las cosas en el sistema educacional chileno. El baile de nombres con un pie en  organismos públicos y el otro en empresas privadas y además la manito o la nariz  en alguna trenza política es, a mi juicio, escandaloso. Y sin embargo es difícil  remediarlo porque hay muchos aspectos de inhabilitación que no están reglados en  la actualidad".
 En el caso  del CSE, que es un organismo público autónomo creado por la Ley Orgánica  Constitucional de Enseñanza (LOCE) en 1990, no hay una normativa interna que  inhabilite a sus miembros a participar en las instituciones de educación que son  objeto de procesos de acreditación. Potencialmente podrían estar regidos por la  Ley de Bases de la Administración del Estado, que da una moratoria de seis meses  para funcionarios públicos y autoridades fiscalizadoras para desempeñarse en  alguna institución fiscalizada. Pero, según fuentes ligadas al sistema de  acreditación "los alcances de esa norma aún necesitan ser precisados, ya que es  bastante interpretativo".
 En vista de esto, el presidente  la Comisión de Educación de la Cámara Baja, Manuel Monsalve (PS) impulsa una  moción junto a otros parlamentarios, que prohíbe durante dos años a los miembros  que dejan el cargo en el CSE integrarse a las filas de instituciones que hayan  participado en procesos de acreditación. Y en el caso de la CNA, que surge a  partir de de la Ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior,  promulgada en octubre de 2006, se propone ampliar la incompatibilidad que  establece el artículo 7º de dicha ley, de seis meses a dos años.
 Y además, la comisión acordó  citar para el próximo 29 de julio al presidente de la CNA, Emilio Rodríguez, y  al representante del CSE para que den cuenta del proceso de acreditación de la  Universidad de las Américas, para aclarar por qué la CNA por unanimidad rechazó  la acreditación y luego el CSE por unanimidad se la entregó. En todo caso, según  fuentes ligadas al caso, "no hay espacio legal para revocar la acreditación a la  Universidad de las Américas".
 Para Monsalve, más allá de lo  que suceda con el caso puntual de dicha casa de estudios,"está en  cuestionamiento la transparencia de los procesos de acreditación".
 Y agrega que "tomando en cuenta  la masificación de las universidades en los últimos 10 años, que ya cuenta con  unos 700 mil alumnos, de los cuales 200 mil están en instituciones no  acreditadas, la CNA y el CSE van a jugar un rol muy importante al garantizar la  calidad de estos estudiantes y es fundamental que no quede la duda de que  existen otro tipo de intereses".
 Desde el CSE, anuncian que  están realizando una investigación interna sobre lo sucedido, y que en los  próximos días se pronunciarán oficialmente sobre el tema.
 Las Agencias Acreditadoras  entran al ruedo Otro  papel crucial en la educación superior lo tendrán las agencias acreditadoras,  actualmente en proceso de aprobación por parte de la CNA, que hasta el momento  ha dado el visto bueno a tres de las cinco inscritas.
 El rol que jugarán estas  entidades privadas, será el de acreditar carreras profesionales y técnicas y  programas de pregrado, magíster y especialidades en el área de la salud.
 Para García Huidobro el  panorama es complejo, porque "tendremos cientos o miles de acreditaciones y  somos un país chico donde el sistema académico es muy reducido. Por eso, tendrá  que hacerse un código de inhabilidades más explícito".
 De hecho, según explica el  abogado de la Universidad de Chile Eric Palma, el reglamento aprobado por la CNA  respecto de las agencias señala que "las agencias, sus propietarios, socios o  miembros directivos no podrán prestar, por un lapso de veinticuatro meses, a lo  menos, servicios de consultoría o asesoría a las instituciones de educación  superior en las que hubieren, estén o vayan a desarrollar procesos de  acreditación".
 Pero no  queda claro cómo se garantizará que no haya conflictos de interés, ya que para  muchos no es coherente que las agencias sean pagadas por las mismas  instituciones que deben acreditar. O que miembros de los planteles puedan actuar  a favor de su propia casa de estudios o desfavorecer a la competencia. Otro  punto que preocupa, es que no existan restricciones sobre quienes las integran,  ya que incluso en la Agencia Akredita QA, se encuentra el diputado Maximiano  Errázuriz (RN).
 Para  Monsalve "no está en cuestión la ética de nadie, sino cómo la institucionalidad  da garantías a la ciudadanía de que los procesos que van a garantizar calidad de  los centros de estudio apunten a eso y no la protección de otros  intereses".
 Y recuerda que  el tema de la acreditación fue ampliamente abordado por el Consejo Asesor  Presidencial de Educación Superior, que concluyó que es necesario revisar el  sistema "a fin de asegurar la imparcialidad de las agencias que en él  participen, eludir los conflictos de intereses, verificar los criterios que se  aplican, examinar los procedimientos y modalidades para la fijación de tarifas y  asegurar la publicidad de sus deliberaciones y fomentar la inclusión de todas  las instituciones en el sistema". Agregando que "la propia Comisión Nacional de  Acreditación debiera reglar los conflictos de intereses de sus miembros y las  consecuencias a ellos asociados, todo ello sin perjuicio de que la ley mejore y  haga más rigurosas las actuales causales de inhabilidad para ser miembro de  él".
 El conflicto  público-privado Que  las agencias acreditadoras sean instancias privadas no es lo ideal a ojos de  Monsalve, que preferiría una institucionalidad similar a la agencia de  aseguramiento de la calidad que regirá a la educación primaria y media, que es  una entidad autónoma pero pública. "El objetivo es proteger un bien común y creo  que el derecho a una educación de calidad se garantiza más con instituciones de  carácter público".
 Opción  que para Tejeda es más bien técnica y que depende de la complejidad de cada  acreditación."Lo que importa es el adecuado y firme control público de lo que  los privados hacen, y en eso hay en Chile una debilidad evidente. Es esta una  falla que atraviesa todo el sistema nacional, hay demasiadas zonas grises entre  lo privado y lo público, y no debiera haberlas", asegura el docente.
 Y recalca que en Chile se  insiste en llamar "universidades" a entidades "que tienen cero peso académico, y  que se dedican exclusivamente al rubro de impartir docencia. Las universidades  son otra cosa. Que sean universidades -públicas o privadas- aquellas entidades  que se dedican al conocimiento como un todo, en todas sus manifestaciones,  incluyendo investigación, estudios multidisciplinarios, publicaciones,  extensión, carrera académica, libertad de cátedra, etc. Y que se llamen  institutos esos otros espacios donde va uno a sacar un título profesional".
 Los  conflictos de interés que enturbian la acreditación de  universidades