La caída de la hoja, un fertilizante natural de excelente calidad

Crecen verdes, se caen de las ramas a los seis meses pero una  vez tocan el suelo, su destino es el vertedero.
Las hojas de los árboles  que han cubierto calles y aceras estos días ya no sirven, como años atrás, para  fabricar compost ya que al estar en contacto con la vía publica, su calidad «no  es del 100%». Así, los restos recogidos van al carro de la limpieza y de ahí, a  la planta de San Marcos. Si bien el Ayuntamiento lleva siete años realizando  fertilizante natural con las ramas podadas para el abono de parques y jardines,  el pasado año se quiso hacer lo mismo con las hojas caídas de los árboles pero  el resultado no ha sido el esperado.
Según explica el concejal de Parques  y Jardines, Alberto Rodríguez, «las hojas pueden estar contaminadas al haber  estado en contacto con algún elemento del suelo, además se pueden mezclar con  otros componentes no naturales como plásticos. Como la hoja no se recoge una por  una es difícil detectarlos y separarlos. Por todo ello no podemos garantizar que  la calidad del compost sea excelente». Se trata de un alimento rico en  nutrientes, tanto para suelos como para plantas y por si fuera poco, supone un  ahorro para las arcas municipales.
El parque de Aiete fue el escenario  donde se realizó la primera experiencia piloto. Se recogieron las hojas caídas  de los árboles de forma manual, casi una por una, y se fabricó compost para sus  jardines. Pero la iniciativa no ha fructificado más allá de los límites del  parque. Sin embargo, Rodríguez recuerda que las ramas de los árboles sí se  aprovechan para este fin.
Durante estos meses, las máquinas podadoras,  que coordina la empresa Pagola por encargo del departamento de Mantenimiento  Urbano, retiran las ramas de más de 7.000 árboles repartidos por diferentes  zonas. Una vez podadas las ramas, se apilan y se introducen en una máquina  trituradora que las reduce al 10% de su volumen original. De esta manera, se  trasladan a una planta en Urnieta donde los montones inician un proceso de  descomposición, que culmina en la conversión de la madera en abono. El agua  facilita la fermentación y la intervención de bacterias que se alimentan de la  energía orgánica de las ramas contribuyen a que se pudran.
Después de  este largo proceso, las ramas, convertidas en unos 2.000 m3 de fertilizante  natural y de una calidad «excelente», se utilizan para abonar los jardines y  parterres de la ciudad.
Aunque el compostaje se prepara fuera de  Donostia, la parte fundamental del proceso, el triturado, se realiza en las  mismas calles, junto con la recogida de hojas. El edil calcula que se acumulan  entre 2.500 y 3.000 m3 de hojas, por lo que «le dedicamos un servicio especial  de limpieza de la ciudad, teniendo en cuenta que la hoja está cayendo  permanentemente durante un mes las 24 horas del día». En este sentido, explica  que desde el departamento de Mantenimiento Urbano se está llevando a cabo un  nuevo sistema de plantación de árboles en la ciudad, tomando como elemento  fundamental floración y la salida de la hoja en diferente época y lograr así un  equilibrio. De hecho, «ya podemos ver a principios de primavera la floración de  los falsos cerezos o los almendros y sin embargo hay otros ejemplares que tienen  la hoja mucho más tarde, como los olmos».
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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