Su rutina de sábado a la tarde en nada se diferenciará de la de  cualquier árbitro de fútbol: se calzará pantalones cortos negros y camiseta al  tono, se anudará los botines, y saldrá al estadio para dirigir los 90 minutos  reglamentarios.
   
  Álvarez de Oliveira hace historia en el arbitraje del exigente  fútbol argentino.
   Sólo que en esta ocasión, por primera vez en la historia del fútbol  profesional argentino, el árbitro será... "árbitra". Silbato en mano y mirada  atenta, una mujer de 31 años será la encargada de imponer reglas en el encuentro  de dos equipos de la Primera B Nacional, la segunda competición en importancia  del país.
 Estela Mary Álvarez de Oliveira está nerviosa, pero satisfecha. Recorrió un  largo camino para llegar hasta aquí, y se siente orgullosa de hacer  historia.
 "Me hizo muy feliz la noticia, ahora espero que todo salga bien. Lo que hace  la diferencia de una liga o categoría a otra es el entorno, pero adentro, esos  90 minutos, sólo se trata de fútbol, y eso no cambia. Una trata de abstraerse,  de concentrarse en el juego y de hacer las cosas bien, y ya está", le dice la  flamante árbitro a BBC Mundo.
Su debut, decidido por sorteo por la  Asociación del Fútbol Argentino (AFA), será en el encuentro entre San Martín de  San Juan y la CAI de Comodoro Rivadavia, dos equipos profesionales que militan  en la Primera B. 
 Hasta ahora, otras mujeres habían llegado a intervenir en el fútbol local  como jueces de línea o cuarto árbitro, y la pionera Florencia Romano había  ejercido de referí principal pero en la liga D regional.
 
 El fútbol en casa
 Álvarez de Olivera llegó al arbitraje casi por casualidad.
      El argentino vive el fútbol de una manera apasionada, y al ser una de las    primeras mujeres es más difícil entrar en ese ambiente. Hay prejuicios, pero    una vez que estás, si ven que tenés capacidad, te respetan  mucho
 Estela Mary Álvarez de Oliveira
    Nacida en Misiones, en el extremo noreste de Argentina, la joven se graduó  como profesora de educación física en su provincia y se mudó a Buenos Aires para  especializarse en natación. Tenía algo de tiempo libre y decidió dedicarlo a  estudiar en el Sindicato de Árbitros, el SADRA.
 "Me dije: 'yo algo de fútbol entiendo, así que voy a probar el curso rápido'.  Fui al Sadra, y desde el primer momento vieron que podía tener condiciones",  relata la joven, que por entonces tenía 23 años.
 Lo que sabía de fútbol lo había aprendido en su casa, con siete hermanos  varones con los que se crió jugando a la pelota en potreros de tierra colorada,  y con un padre que la incentivaba a correr detrás de "la número 5"... siempre y  cuando ayudara primero en las tareas hogareñas.
 Así, quizás por conocer los códigos del mundo masculino o por poder explicar  sin titubeos la "ley del offside", Álvarez de Olivera asegura que no se  sintió discriminada entre sus compañeros hombres. 
 "Al principio, te estudian a ver si entendés, pero después mis compañeros y  profesores siempre me tuvieron paciencia. Siempre me sentí bien tratada, siempre  me respetaron y tengo con ellos una relación de igual a igual", le asegura a BBC  Mundo.
 Desde las gradas
 Ahora, con los aficionados, es otro cuento.
   
  La árbitro dice que su antídoto contra el machismo se basa en  la concentración y el trabajo.
   Bien lo sabe quien alguna vez haya visitado un estadio, o incluso visto un  encuentro por televisión: exaltados por un pase desafortunado o un pelotazo que  elude la red, los fanáticos del fútbol pueden perder la compostura en cuestión  de segundos, y los árbitros son muchas veces destinatarios de cánticos y  epítetos de grueso calibre.
 A Álvarez Olivera el asunto la tiene sin cuidado, aunque reconoce que, como  mujer, los insultos se multiplican si llega a cometer un error. El "¡andá a  lavar los platos!" se ha hecho para ella moneda corriente (y es probablemente el  único insulto que puede reproducirse aquí).
 "El argentino vive el fútbol de una manera apasionada, y al ser una de las  primeras mujeres es más difícil entrar en ese ambiente. Hay prejuicios, pero una  vez que estás, si ven que tenés capacidad, te respetan mucho", dice.
 Su antídoto contra el machismo es simple: pura concentración y trabajo.  Quienes siguieron su desempeño en las ligas menores aseguran que tiene una hoja  de ruta intachable.
 Álvarez de Olivera trabajó primero en los campeonatos argentinos  amateur, y luego fue designada para arbitrar partidos de fútbol  femenino en el Mundial de Shanghái, en 2007, y en los Juegos Olímpicos de Pekín,  en 2008. 
 ¿Ícono femenino con balón?
  A esta jueza deportiva no le gusta el poder, aunque la suya sea la última  palabra durante un encuentro, y en su bolsillo esconda esas "armas letales" del  balompié, que son las tarjetas de sanciones: "la roja" y "la amarilla".
      Al principio, te estudian a ver si entendés, pero después mis compañeros y    profesores siempre me tuvieron paciencia. Siempre me sentí bien tratada,    siempre me respetaron y tengo con ellos una relación de igual a  igual
 Estela Mary Álvarez de Oliveira
    Dice que prefiere el perfil bajo y que la reacción mediática que generó su  incursión en el campeonato profesional argentino la pone algo incómoda.
 Muchos celebraron su nominación como un paso adelante en la lucha por la  igualdad de la mujer.
 Para ella, el asunto es mucho menos trascendente: se trata, simplemente, de  su vocación.
 "La verdad que nunca fui feminista... más bien, me crié en un ambiente muy  masculino, y en algunas cosas hasta aprendí a pensar como varón. No quiero  demostrar nada, simplemente se dio así. Soy mujer y soy árbitro", resume.
 Su sueño, como el de cualquier colega, es el de llegar al campeonato  mayor.
 Eso sí: ansía también que otras, como ella, se sumen al gremio, y que  aficionados y jugadores se acostumbren a ver a una "dama de negro" impartir  justicia futbolística.
 "¡Lo mío es una demostración de que las mujeres podemos hacer otra cosa que  lavar los platos!", se ríe, entre nerviosa y satisfecha, cuando faltan sólo unas  horas para que el balón eche a rodar bajo sus  órdenes.