|                                                  | Las tres caras de Maggie, presunta                    "jefa" de la red de corrupción |                   |  |  |
                  | Unos la conocen como la esforzada mujer                    que sabe reinventarse ante la adversidad: los del ambiente                    circense, al que llegó cuando se enamoró del payaso                    Viruta. 
 Otros                    celebran sus buenos contactos, su manejo judicial... y saben                    de sus negocios "turbios".
 
 Y hay quienes hablan de su                    afición al Casino... "platita que tenía, se la iba a jugar a                    Viña".
 
 
 |                   |  |                   | Por                    Lilian Olivares 
 Maggie es seca.
 
 Aunque de                    estatura baja, no se achica ante nadie. Cuando era actuaria,                    bastaba con darle el rol de una causa y ella, sin mirar la                    carpeta, sabía exactamente en qué estaba el caso. Habla inglés                    (lo aprendió en Estados Unidos) y sabe reinventarse cuando el                    destino le tuerce la mano.
 
 Maggie tiene una "vida" de                    circo. Hasta el día de hoy (o, más exactamente, hasta que fue                    detenida) periódicamente visita a las familias circenses y no                    falta a un aniversario, cada septiembre, a la junta que hace                    el sindicato nacional. Es que con el payaso Viruta tuvo un                    amor que dio frutos: su hijo detective. Por eso, porque hay                    lazos de sangre, en ese círculo la consideran parte de                    ellos.
 
 Maggie es madre de dos hijos: la "niña", de 36                    años, vive en Colombia con su familia y es de otro amor; uno                    de sangre árabe. Tiene tres nietos. Maneja un Suzuki Alto. Su                    único bien inmueble es una modesta casa en una villa en La                    Florida, cuyo arrendatario, un mecánico de autos, dejó de                    pagarle hace tiempo.Vive con uno de sus dos hermanos; un                    sobrino, su hijo y sus progenitores... todos en la casa de sus                    padres, en un pasaje en Macul.
 
 Maggie tiene tres caras:                    1) la de una solitaria y luchadora mujer, que con sudor se                    gana el pan; 2) la amiga de todo el mundo, buena para jugar en                    el casino y que no olvida su lazo circense; y 3, la imputada                    "jefa" de una red de corrupción en la justicia, "emprendedora"                    en un negocio turbio que se está extendiendo en uno de los                    tres poderes del Estado.
 
 Cuando la fueron a detener, de                    madrugada...
 
 A eso de las tres de la madrugada del                    viernes sonó el timbre. ¿Sería el "volado" que a veces pasa                    por la noche pidiendo monedas? Una, dos, tres veces. El timbre                    sonaba y sonaba. No, no podía ser el volado. Miguel, el hombre                    de 46 años que hace de "jefe de familia" en la casa, se                    levantó a ver quién era.
 
 Lo primero                    que observó fue a personas de civil con casco verde del                    OS-9.
 
 -Somos carabineros. ¿Podemos conversar con                    usted?
 
 Miguel les abrió la puerta. Ya adentro, uno de                    ellos le dijo: "Buscamos a Margarita Cuadros Aedo".
 
 Su                    hermana, la Maggie: La mujer de 55 años conocida vastamente en                    el mundo de los tribunales del crimen, donde se desempeñó como                    actuaria luego de ser funcionaria civil de Investigaciones.                    Hoy imputada como líder de una gigantesca red de corrupción                    que involucra a detectives, funcionarios judiciales y de la                    morgue.
 
 Aquella                    madrugada nadie rió en la casa de los Cuadros Aedo. Y aunque                    todos los que despertaron abruptamente fueron tomados por                    sorpresa, Margarita los miró y sólo dijo: "Ya".
 
 Sabía                    que llegarían.
 
 Una carabinera la acompañó a su cuarto a                    vestirse. Se la llevaron. También dos celulares de otros                    miembros de la familia y un computador de su hermano. Miguel                    dice que tuvo que comprar uno en 36 cuotas en Falabella,                    porque ahí llevaba la contabilidad de sus clientes en las                    ventas de envases, rubro al que se dedica.
 
 La siguieron                    desde Santiago hasta Viña
 
 -Mi hermana sabía que la                    andaban siguiendo. Cuando llegaba a la casa había un vehículo                    siempre en la esquina.
 
 Un día que partió al Casino de                    Viña -"mi hermana, platita que tenía iba a probar suerte al                    Enjoy"- notó que un auto tomaba exactamente su rumbo, desde                    Santiago hasta la V Región. Al ver una bomba de bencina, la                    Maggie pasó y estacionó. Abrió la puerta de su Suzuki Alto, se                    bajó y caminó en dirección al vehículo que también entró a la                    bomba.
 
 -¿Ustedes me                    andan siguiendo?, les dijo, mientras observaba a un hombre que                    estaba semiagachado en su asiento. Síganme, voy al Enjoy, los                    desafió y continuó su viaje al Casino.
 
 Fue en agosto                    cuando tuvo la primera señal de lo que se venía encima. La                    citó el ministro Mario Carroza, para interrogarla en el marco                    de una investigación por falsas resoluciones judiciales.
 
 Tiempo                    después en la PDI suspendieron por dos semanas a su hijo                    detective, que tiene el nombre de un ex presidente                    norteamericano, para investigarlo. Pero luego lo incorporaron                    porque, según dijeron en su misma institución, es un buen                    policía y no se le encontró ninguna falta.
 
 En cambio, a                    Margarita Cuadros Aedo le comenzaron a seguir sus pasos, a                    pincharle sus teléfonos, a grabarle conversaciones, hasta que                    consiguieron pruebas para formalizarla. La acusan de ser la                    cabeza de una red que limpiaba expedientes judiciales y                    beneficiaba a reos, para que consiguieran su                    libertad.
 
 En Estados Unidos, trabajando en aseo de                    casas
 
 Maggie viajó a Estados Unidos a buscar mejor                    suerte. Permaneció allá entre 1994 y 1997, desempeñando                    labores de aseo en casas particulares. Luego hizo otros viajes                    y trajo artículos que compró en las llamadas "baratas", para                    vender acá. Por eso, cuando fue formalizada dijeron que se                    dedicaba a comerciar perfumes y demases... amén del otro                    trabajo sucio.
 
 Al volver, el 97, retomó su trabajo en                    el 15º Juzgado del Crimen, donde la jueza hizo todo lo posible                    por echarla, incluso la tuvo suspendida. Y no pudo. Hay                    quienes afirman que, en el tribunal, Margarita era agregada de                    Investigaciones y por eso no podían despedirla. Otros señalan                    que, aunque era de carácter difícil y tenía una profunda                    desavenencia con la magistrada, la jueza nunca tuvo pruebas                    para expulsarla.
 
 Hoy, la rueda                    de la fortuna le juega en contra a la Maggie. Pero ella sabe                    los riesgos del juego... al menos en el                Casino.
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