Por ESTHER SAMPER (SHORA) 
 Actualizado 16-12-2008 15:47  CET     Ahora que la Iglesia  ha "actualizado" su bioética, es momento de recapitular sus hazañas en su  gran papel de lastrar el avance de la medicina. ¿Te imaginas como sería la  medicina actual con varios siglos de adelanto? Que esto sea un acto de  imaginación y no una realidad se lo debemos principalmente a la Iglesia. 
  La bioética que demuestra, una vez más, que los principales cambios que han  existido en la Iglesia no han ocurrido en su moral, sino en su pérdida de poder  político y social.
 Afortunadamente, los principios éticos actuales sólo servirán como guía  pastoral para los más devotos mientras la mayoría de la población decide y actúa  según su propia conciencia. Aunque esto no siempre ha sido así. En otra época,  esos principios éticos serían la ley y se habrían impuesto. Tampoco podemos  olvidarnos de que aún quedan reductos en donde la Iglesia mantiene una fuerte  influencia en ámbitos en los que debería ser totalmente ajena, como es la  medicina.
 La Edad Media fue un buen ejemplo de lo que sucede cuando una religión toma  las riendas del poder. Una época oscura en que la ciencia y la medicina fueron  vilipendiadas hasta tal punto de que el desarrollo de estas disciplinas tuvo que  hacerse prácticamente a escondidas, cuando había suerte. Como consecuencia de  todo ello: Un  retraso de varios siglos de la medicina y de la ciencia. La medicina es en  la actualidad lo que es, gracias a los avances de médicos y científicos y a  costa de las restricciones pasadas de la Iglesia.
 Antes de pasar a enumerar la gran cantidad de lastres pasados y actuales que  la Iglesia ha supuesto y supone para la medicina y los enfermos, me gustaría  dejar unas preguntas en el aire:
 ¿Es coherente que la Iglesia se permita dar lecciones de bioética cuando la  propia institución ha supuesto un irrecuperable retraso de siglos en el avance  de la medicina? ¿Es ético hablar de bioética cuando esa misma institución  participó en restringir el futuro de la medicina y por tanto, en restringir la  posibilidad de cura y tratamiento a personas? Que no lo siga haciendo en la  actualidad no se lo debemos a una carencia de intenciones sino única y  exclusivamente a su falta de poder.
 Zancadillas de la medicina en tiempos pasados
 Como casi toda buena religión, la Iglesia ha mantenido cambiante lo que podía  ser considerado pecado. Cuando tenía el poder, el cambio se debía a la  interpretación de las escrituras de los altos cargos y cuando no tenía el  suficiente, eran las presiones de la sociedad las que terminaban "actualizando"  lo que era abominable de lo que no. No hay la más mínima duda de lo que hoy la  Iglesia considera pecado en su bioética será diferente dentro de unos siglos (o  menos, si se ven aún más solos).
 La enfermedad es un castigo divino: Fin del asunto.
 Los adelantos que los romanos y los griegos habían logrado en el terreno de  la medicina y la explicación de las enfermedades de forma empírica (el germen  del cual brotaría mucho tiempo después el método científico) fueron soterrados  posteriormente en la Edad Media tras uno de los dogmas principales de la  Iglesia: La enfermedad era un castigo divino, por lo tanto, para curar un  enfermo lo principal era el arrepentimiento y la confesión.
 Este dogma no sólo supuso que los médicos se alejaran del método científico  para buscar las causas reales de las enfermedades, también los tratamientos se  centraban especialmente en la oración o en creencias sin fundamento que en  verdaderas prácticas médicas.
 Y no sólo eso. La enfermedad era en sí misma el castigo por un pecado, por lo  que el enfermo pasaba a ser considerado un pecador. Si el enfermo ya sufría de  por sí con su enfermedad, el hecho despectivo de ser considerado un pecador  incrementaba aún más notablemente su sufrimiento. Llamativo es el ejemplo de los  epilépticos que frecuentemente eran tildados de poseídos por el demonio.
 La disección humana y la cirugía: Pecado
 Los avances en la cirugía durante la Edad Media pueden ser resumidos muy  claramente: Prácticamente inexistentes y a escondidas. La disección de seres  humanos era considerada pecado por la Iglesia que juzgaba este acto como la  profanación de la obra de Dios y un atentado contra la dignidad del ser humano.  Únicamente estaban autorizadas las disecciones en animales. Si se deseaba  diseccionar algún cadáver humano, era necesaria la autorización del vicario  pontificio, hecho que se dio en contadas ocasiones. Como consecuencia de ello,  el conocimiento de la anatomía y fisiología del ser humano se fue retrasando  durante mucho tiempo. Los médicos más valientes optaron por diseccionar a  escondidas, y alguno fue arrojado a la hoguera por las prácticas de estas  tareas.
 Algo tan simple y necesario como conocer el cuerpo humano, uno de los pilares  fundamentales para la medicina, fue algo que tuvo que retrasarse  sistemáticamente debido a presiones religiosas.
 De la misma forma que la disección humana se castigaba, la cirugía se  consideraba algo sucio, indigno y pecaminoso. Se prohibió que los religiosos  realizaran operaciones y se consideró algo indigno para un médico. Tal sucia  tarea fue reservada entonces a los barberos.
 Los principales avances en cirugía no se dieron en Europa, sino entre los  árabes que permitían la investigación de técnicas quirúrgicas sin las  restricciones de la Iglesia católica. Fue alrededor del Renacimiento cuanto por  fin la cirugía pudo despegar y desarrollarse en Europa.
 ¿Eres zurdo? ¡A la hoguera!... Más adelante: ¡Reglazo!
 No sólo la Iglesia consideraba a los epilépticos como poseídos por el  demonio, el simple hecho de escribir o utilizar la mano izquierda era motivo  para ir a la hoguera. Ser zurdo te relacionaba inmediatamente con lo satánico: o  eras un servidor del demonio o una bruja. La Iglesia ha tratado, desde la Edad  media hasta hace pocas décadas, de eliminar la zurdera. Después de que la  Inquisición terminase, los zurdos seguían siendo castigados (reglazos, golpes,  ataduras de la mano zurda...). Muchos padres y abuelos aún recuerdan como se les  discriminó por el mero hecho de ser zurdo. Como resultado, un buen montón de  zurdos contrariados y la aparición, en muchos casos, de dislexia, problemas de  escritura y otros problemas de aprendizaje.
 La estigmatización a los zurdos también se vio reflejada en la literatura  médica por la influencia religiosa. Se relacionaba la zurdería con la presencia  de trastornos mentales y actitudes antisociales sin ningún respaldo científico  detrás.
 En su "ética" del momento, ser zurdo era considerado algo tan "malo" como  ahora lo está para la Iglesia ser homosexual. Fueron necesarios muchos años para  que por fin la Iglesia y la sociedad lo aceptara como algo natural y dejara de  castigar y atormentar a los zurdos.