No deja pasar una década sin convertirse en titular principal. Las  características son siempre las mismas: él posee información secreta que genera  conmoción pública, la da a conocer sin que nadie se lo pida y nunca logra ser  comprobada.
 En 1995 declaró "algunos parlamentarios consumen drogas" en la revista Qué  Pasa. En 2005 sostuvo al Diario Siete que, gracias a una orden del gobierno del  que era vocero, Ricardo Lagos y otros dirigentes fueron detenidos por la PDI  para evitar ser asesinados en represalia por el atentado al general  Pinochet.
 Cinco años después el pasado 3 de septiembre- afirmó en El Mercurio que,  cinco días antes del homicidio de Jaime Guzmán, fue alertado de que podía ser  uno de los objetivos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Su fuente, el ex  general Jorge Ballerino, declaró ayer ante el juez en su departamento, pues  sufre de un tumor cerebral que lo mantiene grave.
 Experto en anticipar escenarios políticos, tratándose de él no mide las  consecuencias. Cuando se descuadra lo paga caro. Su exocet sobre consumo de  drogas en el Congreso vació a su empresa Identitas de clientes, entre los cuales  se contaban la Papelera, los Luksic y la CAP. Hacía informes diarios y semanales  de coyuntura y análisis político que eran entregados por mano. Uno de los  primeros en abandonarlo fue la Papelera.
 Francisco Javier Cuadra debió mudarse a una oficina más chica y cambiar a sus  hijos al colegio Alcázar de Las Condes, creado para hijos de militares y por  ende más barato. Uno de los pocos clientes que conservó fue la CAP, gracias a su  amistad con Roberto de Andraca, quien maneja la compañía desde su privatización  con un pequeño porcentaje de acciones como sucedía en Enersis. "Una vez al mes  Cuadra daba una charla a cada cliente. Tenía un centro de documentación grande y  hacía investigaciones históricas muy entretenidas. Me acuerdo que a De Andraca  le hizo un análisis de las guerras del Peloponeso; él tomaba un episodio y lo  llevaba a un manejo de crisis empresarial", recuerda una persona que trabajó con  él.
 Hasta el día de hoy de Andraca es fiel a Identitas, pese a que los análisis  de coyuntura fueron perdiendo valor dada la competencia de las agencias de  comunicaciones y a que el escenario político ya no reviste las complejidades de  la transición.
 De Andraca fue uno de sus aliados en la Universidad Diego Portales. Como  miembro del consejo directivo lo apoyó cuando se votó su nombramiento como  rector. No había otro candidato según los estatutos redactados por Manuel Montt,  pero la decisión  implicaba aceptarle la renuncia forzada al único rector  que había tenido la UDP. Montt ostentaba la calidad de vitalicio: sólo podía ser  reemplazado en caso de muerte, inhabilidad o renuncia y quien debía sucederlo  era el vicerrector general, en este caso, Cuadra. El mismo que  llegó como  asesor de imagen externo, probablemente por su parentesco político con Montt  una de sus hijas es casada con un hermano de Cuadra-, trepó a la cima dejando  una estela de vicerrectores y decanos cesantes. Y a Montt sin el cargo cúspide  en la universidad que había creado en los 80'.
 Sólo se mantuvo en la rectoría un año y medio. Su afirmación de que él era  parte del grupo de quienes le había salvado la vida a Ricardo Lagos, Germán  Correa y Patricio Hales, le costó la salida del plantel. "Como vocero del  gobierno militar señaló que el asesinato de los cuatro opositores (José  Carrasco, José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero) parecía  responder a un procedimiento típico de purga dentro de los grupos  marxistas, lo que sugiere que deliberadamente desinformó a la  población", sostenía una carta suscrita por 74 académicos titulada "Cuadra está  inhabilitado para ser rector de nuestra universidad".
 "Todo era rito"
 Su paso por la UDP, entre 2002 y 2005, interrumpió su actividad permanente:  el procesamiento de información. Comenzó con el arribo de la democracia cuando  era una industria nueva. Debutó con Civitas, uno de cuyos socios era Vicente  Muñiz, dueño de la corredora de bolsa Chilemarket y fuente de las secciones  económicas de los medios. Se habían conocido en la Universidad Adolfo Ibáñez,  donde Cuadra cursó un semestre de Ingeniería Comercial para luego trasladarse a  Derecho en la UC. La empresa funcionaba en el estudio jurídico de su padre, ex  abogado de El Teniente, razón por la cual la infancia y adolescencia de Cuadra  transcurrieron en Rancagua. Él es un ex alumno del Instituto O'Higgins.
  Para un conocido asesor de imagen "es mala idea meterse en estas    polémicas tan conspirativas, porque tu prestigio se va minando y vas quedando    como una persona oscura". "Es puro narcisismo", acota una periodista del    sector político.
  
 
 La sociedad con Muñiz se disolvió en 1993 y el ex ministro siguió solo con FJ  Cuadra y Asociados. Contaba con una encargada de documentación y dos cientistas  políticos. Curiosamente, uno de ellos había pertenecido a las Juventudes  Comunistas mientras estudiaba en la Diego Portales y había sido alumno de Cuadra  en el curso Historia del Derecho. Tenía la peor imagen de él, por lo que habló  con el decano de la carrera, Jorge Correa Sutil, pidiendo cambio de profesor,  pero Correa lo tranquilizó y le planteó que cualquier problema se lo hiciera  saber. Aquel estudiante era Jorge Insunza, quien trabajó con Cuadra entre 1992 y  1996 y cultivó una amistad que perdura hasta hoy.
 Egresado de Derecho y titulado como cientista político, Insunza realizaba, al  igual que su jefe, informes de distintos temas y escenarios políticos para que  los empresarios tomaran decisiones informadas. Fue testigo del florecer de la  empresa, que llegó a tener unos 10 clientes y oficina en el barrio El Golf, y de  su caída en 1996, cuando el equipo se achicó y él se fue.
 Otra persona que trabajó con Cuadra describe su oficina y uno de sus hábitos:  "Todo era un rito. Cada objeto tenía una historia. Los libros los mandaba a  empastar. Cada cierto rato se encuevaba. Las llamaba sus referencias cotidianas:  los hitos que podía ver día a día y que lo hacían recordar quién era él".  También salía a caminar acompañado de uno de los tantos bastones de su  colección.
 Cuadra ha emprendido asesorías particulares acompañado de personajes muy  distintos. "En alguna época lo hizo junto a Enrique Correa", sostiene una fuente  de la industria. Con el abogado Felipe Cubillos, líder de la campaña Levantemos  Chile, llegó a exponer ante los ejecutivos españoles de Aguas Barcelona que  recién había comprado Emos, la empresa de agua potable. Mario Lubbert, el  publicista, fue el nexo como ex compañero de colegio de Cuadra y conocido de  Cubillos por la navegación. Cuadra eclipsó a los españoles y se quedó con   la cuenta de Aguas Andina, la ex Emos, que mantiene hasta hoy. Cubillos después  sería decano de Economía de la UDP, con el apoyo del ex ministro. Otra de las  actividades de Cuadra radica en Paraguay, donde prestaría asesorías.
 Es todo lo que se conoce acerca de su presente laboral.  "No quiero  hacer declaraciones" fue su respuesta ante la petición de entrevista de  El Mostrador.
 La clases a Evelyn
 Cuadra no se hizo querer en La Moneda, porque acaparó tanto  poder que se transformó en el jefe político del gabinete de Pinochet siendo  vocero. En su libro de memorias "Mi lucha por la democracia", publicado en 1994,  Sergio Fernández cuenta que cuando asumió por segunda vez como ministro del  Interior, en 1987, pidió que Cuadra fuera reemplazado por Orlando Poblete,  actual rector de la U. de Los Andes. "Me parecía que durante la gestión de mi  predecesor (Ricardo García: 1985-1987) había asumido un papel que, en algunos  aspectos, aparecía en paralelo al del ministro García. De mantenerse esa  situación, daría lugar a roces y desentendimientos. Eso era desaconsejable en la  decisiva etapa que iba a comenzar, de ardorosa campaña política".
 Según Fernández, él y su equipo planificaron que durante la proclamación de  Augusto Pinochet como candidato, el 30 de agosto de 1988, hiciera un discurso  concentrado más en el futuro que anclado en el pasado, "pero Cuadra vino en  secreto desde Roma (era embajador ante el Vaticano) y a través del viejo  problema de las asesorías paralelas le entregó al general otro texto, que éste  prefirió porque destacaba más la situación de crisis de Chile durante la UP y lo  que habían hecho los militares". Para muchos, incluido Fernández, aquel discurso  fue el augurio de que perdería el plebiscito.
 Tampoco hizo buenas migas con Sergio Onofre Jarpa, quien encabezó una  apertura que Cuadra no compartió. Jarpa no estuvo de acuerdo con que Andrés  Allamand llevara al ex ministro a RN y lo nombrara vicepresidente del partido  sin que mediara la votación del consejo general. Como no era bienvenido en la  sede de Antonio Varas, Allamand lo designó director fue el primero- del  Instituto Libertad. Allí se llevó mal con Lily Pérez, por entonces una joven  publicista a cargo del área de comunicaciones del instituto. Su creciente  relación con los medios producía celos en su jefe al punto que los informes que  preparaba para RN dejaron de llevar su firma por decisión de Cuadra. "Un  desagradable incidente" entre ambos, que nadie en el partido ha querido aclarar  nunca, hizo que Pérez abandonara el instituto en 1992.
 Tres años después Cuadra renunciaría a RN como consecuencia de sus  acusaciones sobre consumo de droga en el Parlamento. Un episodio que comenzó con  la entrevista en Qué Pasa y culminó con Cuadra requerido por Ley de Seguridad  del Estado acción emprendida por RN, la Cámara y el Senado- y querellado por  injurias y calumnias. Pasó tres semanas en Capuchinos y nunca pudo probar con  los testigos aportados por Evelyn Matthei que su amigo Andrés  Allamand, Alberto Espina e Ignacio Pérez Walker eran los supuestos consumidores,  según relata el libro "La historia oculta de la transición", del periodista  Ascanio Cavallo.
 El ex ministro que acompañó a  Sebastián Piñera en su casa la noche en  que Ricardo Claro dejó en evidencia su intención de perjudicar a Evelyn Matthei,  una de las cartas presidenciales de RN, se convirtió en aliado de ella. Un  encuentro casual con Matthei en una librería y un comentario posterior a Mario  Lubbert acerca de que la entonces diputada podría mejorar su cultura política,  convirtieron a Cuadra en el guía de lectura de clásicos de Evelyn. Así fue como  estrecharon lazos y ella se involucró en la denuncia de Cuadra. El primer atisbo  de que  la ex diputada RN buscaría la venganza, según el libro "La historia  oculta de la transición", fue su declaración de que "esto no es una canallada  (por los dichos de Cuadra). Canallada es lo que me hicieron a mí".
 La  información es poder
 
 Como secretario general de gobierno, entre 1984 y 1987, manejó su elemento  favorito: la información. En ese entonces, a través de Dinacos, que dependía de  su cartera o personalmente. "Cuadra llamaba directamente a Agustín Edwards para  pedirle que no tratara ciertos temas o les bajara el tono. Presionaba de la peor  manera, tirando el peso del poder encima. Agustín nos pedía no crear más  problemas. Era una espada de Damocles", recuerda una periodista del cuerpo  dominical de Reportajes.
 En una oportunidad exigió, a última hora, no publicar una entrevista a  Ricardo García, ministro del Interior, porque no le habría gustado el tono y el  contenido de sus palabras.
 Un montaje fotográfico lo enemistó de la peor manera con el decano. "Cuadra  fue el intermediario de una operación de la CNI. Presionada por las protestas en  el Parque O'Higgins durante la visita de Papa Juan Pablo II, la CNI decide  entregar información de dos jóvenes con pasamontañas que, supuestamente, habían  participado en la manifestación, dando sus nombres y apellidos. Cuadra manda  esas fotos, el editor nocturno le consulta a Edwards y Cuadra le certifica la  información". Las identidades no correspondían a los encapuchados que eran  imposibles de reconocer. Los aludidos presentaron una querella por injurias y  calumnias, una de las pocas que ha perdido El Mercurio y la más costosa de su  historia. Cuadra se convirtió entonces en un personaje ignorado en diario  durante mucho tiempo, pero no por siempre. En El Mercurio destapó su última  revelación que lo llevó nuevamente a los tribunales. Fue llamado a declarar ante  el ministro en visita, Mario Carroza, tras la reapertura del caso del asesinato  de Jaime Guzmán originada por los dichos de Mauricio Hernández Norambuena desde  Brasil. El "comandante Ramiro", su chapa, mencionó al abogado Ambrosio Rodríguez  y a Sergio Fernández dentro una lista de posibles blancos del Frente, pero no a  Cuadra.
 "Le gusta estar en el centro de la política y hacer una relectura del pasado.  Se incluye entre los cinco dirigentes, todos tótems de la derecha, que podían  ser asesinados. Dice Sergio Fernández, Sergio Diez, Sergio Onofre Jarpa, Jaime  Guzmán y yo. Además, lo que no hace verosímil su versión es que dos días antes  Guzmán había votado en contra de los indultos (ley que favorecía, según su  postura, a los terroristas). El Frente lo escoge por eso", dice una fuente que  siguió el caso.
 Para un conocido asesor de imagen "es mala idea meterse en estas polémicas  tan conspirativas, porque tu prestigio se va minando y vas quedando como una  persona oscura". "Es puro narcisismo", acota una periodista del sector  político.
 Esta vez sus palabras no encendieron la mecha, pero volvieron a darle vida en  los medios. Aquellos que censuró y que ha usado como tribuna sin recordar un  dicho básico para un asesor de imagen y analista político: por la boca muere el  pez.