INDÍGENAS-COLOMBIA: ONU mantiene máxima alerta  humanitaria
Por Constanza  Vieira  BOGOTÁ, 28 jul (IPS) - "La situación de los derechos humanos  de los indígenas en Colombia es grave, crítica y profundamente preocupante",  según James Anaya, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas  (ONU).
 Ese comentario dramático que figura al comienzo del informe  provisional de Anaya en rigor es una cita textual del documento elaborado en  2004 por su antecesor en el cargo, Rodolfo Stavenhagen. 
"Esa evaluación  sigue siendo aplicable hoy, a pesar de algunas iniciativas importantes del  gobierno de Colombia durante los últimos años", declaró Anaya el lunes, al  término de una visita "extraordinaria" de cinco días a este país andino.  
El relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos  y las libertades fundamentales de los indígenas explicó que su presencia en el  país se debió a la necesidad de evaluar el cumplimiento de las recomendaciones  hechas por Stavenhagen hace un lustro.  
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        |                              | Ultimátum indígena 
 Mientras              el relator especial de la ONU, James Anaya, presentaba a la prensa              en Bogotá su informe provisional, un Tribunal Indígena del norte del              departamento del Cauca dio a conocer su ultimátum a la guerrilla y a              la presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
 
 El motivo de los              aborígenes son "los hechos de violencia, los efectos y las              circunstancias que tienen enferma a las comunidades indígenas" de la              región.
 
 El "remedio", o correctivo, consiste, según el              tribunal que la ley colombiana reconoce, en debatir separadamente              con el secretariado de las FARC y con el presidente Uribe.
 
 Con la guerrilla dispusieron un "debate público con el fin              de discutir asuntos de fondo en su proceder, en contra de los              pueblos indígenas".
 
 A Uribe lo convocan "para debatir el              tema de la seguridad democrática (política central de su gobierno) y              sus graves consecuencias al interior de los territorios y              comunidades indígenas".
 
 Todo esto debe ocurrir dentro de los              próximos tres meses, contados a partir del 24 de este mes.
 
 "De no realizarse los debates en el tiempo estipulado por              decisiones, desinterés, negligencia o cualquier disculpa sin peso de              los convocados, los pueblos indígenas procederán a limpiar los              territorios de todo elemento bélico, actor armado o factor de              narcotráfico, factores que ponen en riesgo la integridad física,              territorial y socio cultural de los pueblos", dice el Acta del              Tribunal Indígena divulgada el lunes.
 
 El Tribunal sesionó el              viernes en Corinto, norte del Cauca, y juzgó públicamente "a los              actores armados responsables de los hechos de violencia" en los              territorios indígenas.
 
 La justicia aborigen dispuso además              que "la minga continúa", en referencia a las movilizaciones de              decenas de miles de indígenas entre octubre y fines de noviembre, "y              en ese marco los pueblos indígenas fortalecerán la propuesta de paz              y acuerdo humanitario para debatirla con el pueblo colombiano", dice              el Acta.
 
 Por "acuerdo humanitario" se entiende la propuesta              de las FARC para canjear guerrilleros presos por miembros de la              fuerza pública que permanecen en su poder, en varios casos por más              de un decenio.
 
 Pero una interpretación más comprensiva habla              de acuerdos humanitarios en plural, y demuestra una larga lista de              pactos que han tenido lugar entre las guerrillas y las autoridades,              o entre éstas y las comunidades o incluso con organismos              humanitarios internacionales, en la longeva guerra de Colombia.              (FIN)
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El  profesor Anaya, estadounidense de origen indígena y titular de cátedra en la  Facultad de Derecho de la Universidad de Arizona, en su país, visitó los  sudoccidentales departamentos de Nariño y Cauca, se reunió en Bogotá con  indígenas de decenas de etnias y recibió reportes de las autoridades  colombianas, del sistema de la ONU y de países donantes en Colombia. 
En  El Diviso, en Nariño, entró en contacto con los indígenas awá que se concentran  allí, desplazados por la intensificación de la guerra civil de medio siglo y por  las fumigaciones antidroga. 
Ocho awá fueron ejecutados en febrero por  las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que los  acusaron de ser informantes del ejército. 
Anaya también estuvo en el  Territorio de Convivencia, establecido por el movimiento indígena en el  resguardo (territorio) guambiano de La María, en el norte del Cauca.  
Desde La María partió en octubre la multitudinaria Minga Indígena y  Popular ("minga" es trabajo colectivo para el bien común), que fue reprimida  violentamente por las fuerzas de seguridad. Allí mismo los aborígenes lograron  sentar en noviembre al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, aunque sin  acuerdos. 
Al mes siguiente fue asesinado por militares Edwin Legarda,  esposo de la líder principal de la Minga, Aida Quilcué, en un ataque que  aparentemente iba dirigido a ella, y en mayo fue amenazada la única hija de la  pareja, de 12 años. 
La visita de Anaya no sirvió para detener la matanza  ni el amedrentamiento. 
El domingo pasado, en el vecindario rural El  Nilo, fueron secuestrados a las nueve de la mañana por desconocidos los  indígenas nasa Jesús Darío Fernández y su esposa Carolina Romero, habitantes del  resguardo de San Francisco, municipio de Toribío, en el norte del Cauca.  
Una hora después, desconocidos mataron en el vecino municipio de Caloto,  resguardo López Adentro, al indígena Arnulfo Palacios. 
La Organización  Indígena de Antioquia (OIA) comunicó consternada el jueves pasado que el 20 de  este mes las FARC asesinaron al embera eyabida Luis Orlando Domicó, del  resguardo Jaidezabi, en el municipio de Tarazá, en el noroccidente del país.  
Dos días después fue asesinada a tiros por desconocidos la indígena senú  Ana Luz Soto en su casa del municipio de El Bagre, también en Antioquia.  
Y dos semanas atrás, en el municipio de Ituango, igualmente en  Antioquia, el aborigen Silverio Majore murió víctima de una mina antipersonal,  dejada por guerrilleros de las FARC ante la penetración de tropas del ejército  en territorio indígena. 
Los combates entre ejército y las FARC en  Ituango provocaron un desplazamiento masivo de indígenas y campesinos hacia la  cabecera municipal. 
Y antes, el 13 de mayo, fue asesinado el gobernador  indígena Manuel Martínez, de la comunidad senú de Tigre II, en el municipio  antioqueño de Caucasia. 
En Antioquia abundan los señalamientos a los  indígenas de ser auxiliadores de uno u otro bando, "poniéndolos de manera infame  como blancos de guerra", lamenta la OIA. 
Esta organización, que reitera  la determinación indígena de no participar en la guerra, condena estas "acciones  de los violentos, de todos los que portan armas y asesinan la inocencia de los  que por armas sólo portan sus herramientas para trabajar la tierra". 
En  el departamento del Chocó, fronterizo con Panamá, el ejército utiliza niños para  traducir su propaganda a lenguas nativas, con mensajes de persuasión dirigidos a  la guerrilla izquierdista. Igual ocurre en Cauca y en la región amazónica.  
"Eso no está bien, involucrar a nuestras comunidades en la guerra.  Rechazamos que se haga esto con los niños, que tienen unos derechos especiales y  no deben ser involucrados", dijo a IPS Luis Evelis Andrade, Consejero Mayor de  la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). 
"Hemos pedido que  las lenguas nuestras no sean utilizadas para profundizar la guerra en este  país", subrayó. "Le hemos pedido al ejército y a todos los grupos armados que no  utilicen a nuestros miembros, ni a nuestros niños, ni a las mujeres, para  favorecer la guerra", añadió. 
Este año, la ONIC ya registra 60  asesinatos políticos de indígenas, mientras que en 2008 fueron 99. La cifra de  aborígenes desplazados llegó a 3.312 en 2008 y ya suman 3.100 en lo que va de  este 2009. 
Anaya debió escuchar sobre estas cosas en algunos de sus  encuentros en Colombia. En su reunión con altos mandos militares, el  representante de la ONU les preguntó si utilizaban a los indígenas como  informantes. "Me aseguraron que eso no ocurre y yo espero que esa afirmación sea  verdad", dijo. 
El relator urgió a la fuerza pública a respetar la  autonomía de los pueblos indígenas, concertando con sus autoridades "las  condiciones de cualquier presencia necesaria dentro de sus territorios".  
Pero señaló, de manera tajante, que en este momento quienes más están  violando los derechos indígenas son las FARC. 
Con todo, en la paradójica  Colombia, las sentencias de la Corte Constitucional que han favorecido a los  indígenas constituyen "una jurisprudencia ejemplar en el mundo", declaró el  profesor Anaya, quien también destacó el papel de la Defensoría del Pueblo  (ombudsman) en la protección de los aborígenes en medio de la guerra. 
En  el Auto 004 de enero 26, la Corte estableció que los pueblos indígenas de  Colombia "están en peligro de ser exterminados cultural o físicamente por el  conflicto armado interno, y han sido víctimas de gravísimas violaciones de sus  derechos fundamentales individuales y colectivos y del Derecho Internacional  Humanitario". 
El alto tribunal declaró a 34 de los 102 pueblos indígenas  en emergencia humanitaria e impuso al gobierno planes de salvaguarda, además de  un programa de garantías para todas las etnias aborígenes. 
También  advirtió sobre los intereses comerciales en los recursos naturales de los  territorios indígenas, que con frecuencia amenazan los derechos de estos  pueblos. 
Al respecto, declaró inexequibles dos leyes sobre bosques y  tierra-- que lesionaban los intereses, entre otros, de los pueblos indígenas,  pese a lo cual éstos no fueron consultados o lo fueron de manera irregular.  
Ambas normas fueron promovidas por el gobierno derechista de Uribe a  contrapelo de la recomendación de Stavenhagen en 2004: "Deberá ser retirado todo  proyecto de ley y de reforma constitucional u otra iniciativa que incorpore en  la legislación normas contrarias a los derechos de los pueblos indígenas o que  atenten contra la diversidad". 
Por su parte, la Defensoría del Pueblo  mantiene, aunque con insuficientes recursos y en medio de amenazas de muerte, el  Sistema de Alertas Tempranas (SAT), que Anaya definió como "un mecanismo  importante de identificación y prevención de violencia contra los pueblos  indígenas". 
Anaya instó al Estado "a asegurar todo el apoyo necesario  para el funcionamiento efectivo de estas instituciones, incluidas la aplicación  práctica y la financiación del SAT". 
En cuanto a los esfuerzos  gubernamentales, dijo que ha habido "pasos concretos", pero no "cambios  concretos" en beneficio de los indígenas. 
Anaya "verificó que las  conclusiones y recomendaciones de su antecesor siguen vigentes. A pesar de  algunos anuncios y algunos programas desarrollados por el gobierno, la gravísima  situación de los pueblos indígenas continúa básicamente igual", resumió para IPS  Gustavo Gallón, director de la humanitaria Comisión Colombiana de Juristas.  
"Es preocupante, porque significa que no se han puesto en práctica esas  recomendaciones y, por consiguiente, es necesario insistir en que se apliquen",  agregó. (FIN/2009)