La revolución de Miguel Torres continúa
|  |  EFE Miguel Torres ha revolucionado por completo la industria vinícola chilena. | 
1 de Septiembre de 2006
|  | Una        historia para imitar | 
|  | Una        cosecha ideal | 
|  | Satisfacción        completa | 
|  | Un        sabor incomparable | 
|  | Mi        Pequeña Empresa | 
El enólogo y economista español Miguel Torres (Cataluña 1832-1910) fue el primero en apostar por Chile cuando ninguna compañía vinícola extranjera se había atrevido a invertir en este país.
Este acto de fe le convirtió en un hito de la historia del vino chileno, al introducir los tanques de acero inoxidable en el proceso de elaboración del vino.
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La combinación de la cultura milenaria y de las altas tecnologías han hecho que hoy sus botellas estén en cualquier lugar del mundo. Este es el secreto de su éxito...
En 1978 Alejandro Parot, un amigo talquino del catalán Miguel  Torres al que conoció en la Universidad de Dijon, desveló al vinicultor español  las bondades de la tierra y el clima chileno para la plantación de  vides.
Tras varios viajes, el mismo Torres comprobó las posibilidades del  Valle Central de Chile, al pie de los volcanes andinos, "un lugar ideal para  elaborar vinos inolvidables", dijo entonces.
Así, cuando ninguna empresa  europea se aventuraba a invertir en Chile porque se consideraba una país  demasiado al sur para la viticultura, Torres se lanzó a competir en este  mercado. Hoy esta zona es el santuario de la viticultura sudamericana.
En  enero de 1979, este hombre con gran visión comercial compró en Curicó, a 201  kilómetros al sur de Santiago, una explotación de 100 hectáreas de suelo  cultivable, arruinada y en condiciones de producción "muy anticuadas", reconoce  Miguel Torres, presidente del Grupo que lleva su nombre.
Hoy este  empresario cuenta con más de 650 hectáreas de viñedos propios distribuidos por  todo Chile y se ha convertido en un hito de la historia del vino de este  país.
La revolución del vino
El motivo por el que  Torres revolucionó la industria vinícola chilena se debe a que supo unir la  experiencia de la Vieja Europa con la energía y las peculiaridades de América  del Sur.
Así, introdujo variedades foráneas, como la garnacha, y las  nuevas tecnologías, como los tanques de acero inoxidable, a la milenaria cultura  del vino chileno. "Los chilenos son realmente buenos en lo que a viticultura se  refiere", asegura Torres.
De hecho, la tradición vitícola de Chile es la  más antigua del continente americano.
"Los misioneros españoles plantaron  los primeros viñedos en 1548, en terrenos donde en el siglo XIX, se plantaron  variedades nobles francesas", explica Torres.
Los primeros años de Torres  en Chile "fueron difíciles", asegura. Al principio, la finca de Curicó era sólo  para la producción de vinos espumosos o blancos como brut o chardonnay.

En 1978 Alejandro Parot, un amigo talquino del catalán Miguel Torres al que conoció en la Universidad de Dijon, desveló al vinicultor español las bondades de la tierra y el clima chileno para la plantación de vides.


 
 
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