 No está  garantizado, como decía Kant, que la humanidad progrese  constantemente hacia algo mejor. El progreso en el siglo XXI  debería incluir los logros históricos del liberalismo democrático aplicados a  escala global, profundizando en democracias más refinadas moral e  institucionalmente y que promuevan la equidad, según el autor.
No está  garantizado, como decía Kant, que la humanidad progrese  constantemente hacia algo mejor. El progreso en el siglo XXI  debería incluir los logros históricos del liberalismo democrático aplicados a  escala global, profundizando en democracias más refinadas moral e  institucionalmente y que promuevan la equidad, según el autor.
 
 EN TÉRMINOS GENERALES, el cosmopolitismo refiere a la idea de que todos  los seres humanos pertenecen a una misma colectividad moral. Se trata, en primer  lugar, de una concepción normativa que crea obligaciones respecto al resto de la  humanidad (cosmopolitismo moral). 
 En segundo  lugar, el cosmopolitismo también suele referir a una idea más política,  aquélla que aboga por crear vínculos entre los colectivos humanos a través de  una liga o federación de estados y de un derecho internacional  (cosmopolitismo político). Cuando se mantiene, además, la conveniencia de  instituciones políticas globales hablamos de una versión específica del  cosmopolitismo político (cosmopolitismo institucional). Como es bien conocido,  estas ideas remiten a Kant.  
 "El conflicto, la rivalidad y la competencia por los recursos y  el poder son ingredientes insuperables de las relaciones sociales"La  vigencia política de Kant se debe en parte a que no estamos frente a un  moralista, en el sentido de alguien utópico y desconectado de la  realidad. Tampoco estamos frente a alguien que rehuya plantear los componentes  no racionales del comportamiento individual y de los colectivos humanos. A Kant  no le hubiera sorprendido ni la teoría de la evolución darwiniana ni la creación  de Naciones Unidas o de la Unión Europea.
 El mundo es dinámico  y está presidido por el conflicto. La historia no es lineal, ni en el futuro  aguarda una sociedad armónica. Éste no es el horizonte de la sociedad  cosmopolita que Kant postula. Estamos lejos, pues, de cualquier concepción  angélica de los humanos y de las sociedades. En otras palabras, Kant  está lejos de un racionalismo y de un moralismo ingenuos. 
 LA INSOCIABLE SOCIABILIDAD DEL SER HUMANO
  Uno de los conceptos  clave de Kant es el de la insociable sociabilidad que caracteriza a los humanos.  Se trata, por decirlo en términos de hoy, de un hardware genético con  el que nacemos: un antagonismo interno que caracteriza nuestro modo de estar en  sociedad, en cualquier sociedad. El conflicto, la rivalidad y la competencia por  los recursos y el poder son ingredientes insuperables de las relaciones  sociales. Y ello es ajeno a nuestra voluntad. A veces los humanos queremos la  armonía, pero nuestra naturaleza quiere otras cosas. 
 "El progreso moral y político puede medirse en parte por el  grado de sustitución de la violencia y las guerras por las leyes y los  tribunales democráticos"Y es precisamente en esta disposición natural de  los humanos de querer ser sociales sin acabar de poderlo ser donde radica, para  Kant, la raíz del progreso. Un mundo armónico, sin antagonismos, dirá Isaiah Berlin dos  siglos más tarde, no sólo es imposible sino que resulta simplemente  inconcebible. Nuestro pluralismo de valores, de intereses y de identidades es  cambiante, pero siempre constituye el horizonte de nuestra  humanidad.
 A partir  de lo que nos dicen la genética y la etiología actuales, podemos concluir que la  imagen antropológica clásica de que somos animales sociales, o la de  Hobbes (un estado  de permanente conflicto en los grupos humanos en ausencia de reglas coactivas)  apuntan hacia aspectos de la realidad, pero son demasiado simples.  
 LOS COMPONENTES DE UN PROGRESO PARA EL SIGLO  XXI
  No está garantizado,  como sabía Kant, que la humanidad progrese constantemente hacia algo  mejor. El progreso moral y político puede medirse en parte por el grado de  sustitución de la violencia y las guerras por las leyes y los tribunales  democráticos. 
 En este  sentido, creo que un progreso para el siglo XXI debería incluir dos  componentes: en primer lugar, el establecimiento a nivel global de los logros  históricos del liberalismo democrático, pero aplicados ahora a escala global,  que garantizasen la seguridad, los derechos individuales y colectivos, y el  establecimiento de un rule of law internacional (cartas de derechos  recurribles ante unos tribunales internacionales, con capacidad operativa de  establecer sanciones a los infractores); y, por otro lado, la construcción de  unas democracias más refinadas moral e institucionalmente, que acomoden mejor a  sus minorías nacionales y culturales internas, y que promuevan más eficazmente  la equidad.
 "El objetivo es ir ampliando los temas y el alcance de  esa sociedad que aplica universalmente el derecho de la que ya nos  hablaba Kant hace más de dos siglos". 
 La  creación de instituciones multilaterales como el Tribunal Penal Internacional o  las integraciones entre países que van surgiendo desde la segunda guerra mundial  son pasos en la buena dirección. Pero a escala global los logros son aún  muy escasos. El objetivo es ir ampliando los temas y el alcance de esa  sociedad que aplica universalmente el derecho de la que ya nos hablaba  Kant hace más de dos siglos.
 
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