OTRO EJEMPLO PARA NOBELES ABOGADOS
Mi primer juicio: "Había que correr por el centro para llegar a la Bolsa"
El   abogado Juan Ignacio Correa trabaja desde el segundo semestre de la carrera de  leyes, el año 1977. Su primer juicio -"ya que propuse la estrategia a seguir y  la implementé", fue durante el receso judicial de febrero de 1983, tras la  intervención a los bancos realizada el 13 de enero de ese año. Su relato del  caso es casi un guión de película, con carreras por el centro de Santiago y  adrenalina incluida.  
"Una institución bancaria  extranjera pretendía sacar a remate una parte importante de las acciones de  Copec, que eran de propiedad del Grupo Cruzat", recuerda Correa, quien en esa  época trabajaba en Claro & Cia.
A José María Eyzaguirre, su jefe de  ese entonces, lo contactaron a las 14 horas. El remate estaba fijado para el día  siguiente, a las 11 de la mañana. Esa tarde se puso a trabajar de cabeza con  Alberto González, -en ese entonces en el estudio Prieto & Compañía- en la  preparación del escrito y de los instrumentos que el juez debía considerar, que  a juicio de Correa hacían plausible que se decretara una precautoria que  detuviera ese remate. 
"Había que obtener a primera  hora de la mañana distribución inmediata al juzgado de primera instancia, luego  que se nos diera habilitación del feriado judicial y se designara para  pronunciarse sobre la precautoria a uno de los tribunales de turno;   enseguida que se ordenara rendir fianza y que ésta efectivamente se rindiera y  se decretara a su respecto la suficiencia de la misma o la solvencia del  garante", cuenta el socio del estudio Correa Gubbins recordando la adrenalítica  jornada. 
Recién entonces,  el juez estudiaría si accedía o no a decretar, sin previa citación del banco  ejecutante, la medida solicitada. "¡Casi imposible!", sentencia Correa.
A  toda esta locura, se sumó un factor adicional: "Había que correr por el centro  de Santiago para llegar a la Bolsa de Comercio y tras no perderse en el  intrincado juego de pasillos de su vetusto edificio, de la mano de una receptora  judicial (Ángela Bambach) notificar la prohibición de llevar a cabo ese  remate". 
La continuación  de esta historia es casi de película: "Se alcanzó a arrojar sobre el escritorio  del martillero en la rueda de la Bolsa, la notificación en el momento mismo en  que él alzaba su martillo para adjudicar en vil precio esas acciones, y así  consumar un acto que, en esas condiciones y oportunidad, tenía mucho más de  confiscación que de otra cosa", concluye.
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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