RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
Una nueva cultura empresarial
ENRIQUE HERRERAS Hace unos días se clausuró la  asignatura Ética y Responsabilidad Social de la Empresa que ha impartido la  Fundación Étnor, en colaboración con Inmerco Marketing, en la Universitat de  València, desde su labor de difusión de los valores éticos en la  empresa. Precisamente, durante este mes de junio, tendrá lugar  una serie de actos que culminarán con una conferencia a cargo de Adela Cortina  (día 24 de junio), directora de Étnor, y que servirá para clausurar XVII  Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial, que ha tenido lugar  durante este año, y del que fue bien significativa, a modo de ejemplo, la  conferencia impartida por Emilio La-mo de Espinosa sobre las nuevas economías (y  poderes) emergentes, o una de las últimas, la de Justo Villafañe, quien dejó  bien claro que «hoy no se concibe el éxito empresarial sin comportamiento  ético».
Pero más allá de estos asuntos informativos, lo importante es valorar  el espíritu que promueve esta fundación, que podría estar simbolizado por la  publicación en 1994 de un libro ya mítico, Ética de la empresa.  Claves de una nueva cultura empresarial, que recogía las reflexiones y los  debates del mundo empresarial en aquel momento. 
Parece evidente que han  pasado los años, y se han añadido bastantes kilos de cavilación al respecto, y  que el nuevo contexto global, de grandes cambios e incertidumbres, dan pie a  actualizar la reflexión sobre algunos de los factores que están exigiendo  transformar la cultura empresarial y rediseñarla de un modo nuevo, acorde con la  situación actual.
Desde una perspectiva amplia, podríamos decir que  hemos heredado dos visiones sobre la empresa que aún persisten en la opinión  pública. Por un lado, la del liberalismo (con neos, post, o  cualquier otro prefijo) que pone el eje en la propiedad privada, y por tanto  deja a las empresas sólo sujetas a las leyes.
Por el otro,  estarían las visiones derivadas del marxismo, y desde las que se ve a la empresa  si no opio del pueblo sí como un monstruo imposible de dominar: fuente de  explotación, desigualdad social, etc. Incluso, desde posiciones moderadas, al  ver a dicha empresa envuelta de una privacidad inevitable, a la que sólo se le  puede atacar por medio de la reencarnación de Robin Hood (los impuestos). Pero  en todo caso, una visión negativa que inmuniza cualquier crítica al concepto  empresarial dominante.
Y eso es lo importante, más que negar la  empresa, será mejor replantear su concepto, ir a sus raíces. Raíces que  están apareciendo desde inquietos pensantes como son los miembros de Étnor, cuya  base por altura consiste en que la consideración de la empresa co-mo  elemento básico de nuestras sociedades, lo que no quiere decir que no  se pongan en cuestión muchos presupuestos de su funcionamiento y función. 
El gran descubrimiento, el tema de  nuestro tiempo, es la ligazón de la ética con la empresa. Dos términos que si a  lo largo de la historia se han separado, dicha disociación no estaba en sus  orígenes teóricos de, por ejemplo, Adam Smith. 
Un planteamiento que no tiene nada  de iluso, ni proviene sólo de alucinados teóricos, sino que también son ya un  buen número los empresarios que alumbran esta perspectiva. Porque existen ya  múltiples experiencias que muestran que hay empresas que logran buenos  resultados al haber incorporado en su quehacer cotidiano un conjunto de valores  morales, una nueva cultura empresarial. No cabe, pues, sólo una concepción de  empresa estructurada en torno al dinero, el poder y la coacción jurídica. No  siempre la búsqueda del beneficio, caiga quien caiga, produce esa  rentabilidad
Ahí está, por ejemplo, la confianza que debe provocar toda  empresa que se precie, un valor muy necesario para dicha rentabilidad. Porque  una empresa puede cumplir las leyes, pero seguir siendo inmoral. Y lo peor para  sus accionistas, padecer de desconfianza.
En fin, un tema sobre el que las  propias las empresas tiene mucho que decir (Étnor ya lo está diciendo), ya que  son múltiples sus responsabilidades con la sociedad y no sólo con sus  accionistas. Otra cultura empresarial es posible. Necesaria.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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