 El hasta ayer subsecretario de Cultura, Nicolás Bär,  se transformó en la primera baja del gabinete de Sebastián Piñera, a casi tres  meses de instalado el Gobierno.
El hasta ayer subsecretario de Cultura, Nicolás Bär,  se transformó en la primera baja del gabinete de Sebastián Piñera, a casi tres  meses de instalado el Gobierno. 
Y es que en horas de la tarde el  ministro Luciano Cruz-Coke pidió a Bär su renuncia indeclinable al cargo de  subdirector del Consejo Nacional de la Cultura -entidad que tiene rango  ministerial- tras una serie de desencuentros ampliamente conocidos en La Moneda.  
Según varias fuentes consultadas, desde hace semanas que los estilos de  ambas autoridades habían entrado en abierta colisión. 
El pasado 7 de  mayo, el entonces subsecretario solicitó por escrito a los funcionarios de la  repartición que toda comunicación que emanara de la entidad debía contar con su  autorización: la orden fue revocada tres días después por el propio ministro.  
El tema de fondo, sin embargo -admitieron en La Moneda-, fue la  diferencia de estilos y enfoques que Cruz-Coke, un reconocido actor, y Bär,  ingeniero, pretendían dar al Consejo Nacional de la Cultura. 
"Bär llegó  a ordenar la casa y Cruz-Coke quería hacer la fiesta", graficó una alta fuente  de gobierno. 
Visiones divergentes. 
Las desavenencias se  ratificaron en el comunicado público con que la repartición confirmó anoche el  alejamiento del subsecretario. 
"Se le solicitó la renuncia a este cargo  de exclusiva confianza del ministro, debido a diferencias de enfoques", se lee  en el texto. 
En el comunicado, además, se señala que Bär dejará sus  funciones a partir del lunes y que su cargo será asumido de manera subrogante  por Javier Chamas, jefe del Departamento de Creación Artística del Consejo.  
El propio Cruz-Coke comunicó su decisión al Presidente Sebastián Piñera  en horas de la tarde de ayer, tras lo cual el ministro se reunió con su equipo  más cercano. 
Uno de los problemas centrales entre ministro y  subsecretario apuntaba a las políticas públicas que debían regir el Consejo  Nacional de la Cultura. 
De acuerdo a varias fuentes, Bär era partidario  de enfocarse en la gestión de la entidad, que arrastraba serios problemas desde  la administración de Paulina Urrutia. En esta línea, una de las prioridades del  entonces subdirector era sanear las deudas arrastradas, estimadas en $1.400  millones y que mantienen al Consejo en Dicom, lo que suponía recortar  presupuesto y despedir personal, entre otras medidas. 
Cruz-Coke, en  tanto, buscaba mantener el perfil promotor de proyectos culturales de la entidad  y resentía las críticas provenientes desde el mundo artístico a raíz del plan de  austeridad y despidos impulsados por Bär. 
Desde la instalación del  gobierno, la relación entre ambas autoridades había sido tema de comentario en  La Moneda. 
Una de las razones era que el ingeniero venía trabajando  desde un comienzo en los Grupos Tantauco del entonces candidato Piñera y, pese a  que Cruz-Coke se integró más tarde, fue nombrado ministro. 
En  contrapartida, también se levantaban cuestionamientos a la escasa experiencia  que Bär tenía en cuanto a la gestión de proyectos culturales. Foto: Héctor  Aravena. 
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