España de                          1932. Quien habla a tres mujeres jóvenes, hijas de                          familias llenas de valores humanos, es un joven                          sacerdote de 30 años. Les explica el panorama apostólico                          de mejorar la sociedad trabajando con un espíritu de                          responsabilidad y excelencia en todos los campos del la                          sociedad: universitario, empresarial, profesional,                          académico, investigativo, financiero, agrario, familiar,                          hospitalario, intelectual, obrero, etc. Eran las tres                          primeras miembros del Opus Dei, a quienes les hacía                          soñar con la creación de iniciativas en favor de los más                          necesitados, promoviendo una cultura de respeto y                          solidaridad fundamentada en el compromiso de cristianos                          corrientes en medio del mundo. Esto sucedía en una época                          en que los derechos civiles femeninos no incluían ni el                          voto ni el derecho a heredad ni la libertad de decidir                          por sí mismas si alguna vez estudiarían en la                          universidad.
                         Hoy la visión de                          San Josemaría, declarado santo, y por lo tanto,                          patrimonio de la cristiandad, nos parece tan natural a                          hombres y mujeres: convertir todos los momentos y                          circunstancias de la vida en ocasión de amar y de servir                          con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano                          Pontífice y a las almas con la luminaria de la fe y del                          amor. Conocer "la dimensión social del Opus Dei",                          institución de la Iglesia Católica que arribó hace más                          de 40 años al país, es una enriquecedora experiencia que                          se palpa al visitar algunas de las obras sociales que se                          han construido con la ayuda de miles de generosos                          salvadoreños de toda condición social, y gracias a la                          inspiración del pensamiento humanista de su fundador,                          San Josemaría Escrivá de Balaguer.
                         Entre ellos: el                          Centro de Capacitación para la Mujer Siramá Centro, su                          extensión Siramá-Prusia en Soyapango y la Escuela                          Técnica de Hotelería Montemira, en los Planes de                          Renderos. Los tres han sido creados para la promoción de                          los valores de la mujer, la familia y la sociedad. La                          visión de los centros de promoción de mujeres de escasos                          recursos concuerda con las investigaciones sobre el                          combate a la pobreza realizadas por el Instituto del                          Banco Mundial en las que se pone de manifiesto que                          además de una sana macroeconomía y un constante                          crecimiento económico, es necesario también fortalecer                          los mecanismos de inclusión, influencia y participación                          de los pobres. Ayudarles a ser capaces de "pescar en                          lugar de darles el pescado".
                         En Siramá Centro se                          han capacitado 40,000 mujeres faltas de recursos durante                          los 32 años que tiene de funcionar, y en Soyapango con                          Siramá Prusia, 1,540 se han beneficiado a solo 6 años de                          haber iniciado labores. Han recibido cursos en áreas de                          panadería, confección, servicio al cliente para                          camareras de hoteles y restaurantes, cosmetología,                          artesanías. Existen muchas historias de miniempresarias                          exitosas, siendo la clave la formación moral y humana                          que reciben.
                         En la Escuela                          Técnica de Hotelería Montemira la labor se hace desde                          más de 37 años con niñas y jovencitas del área rural, a                          las que se pretende dar una mejor oportunidad para que                          puedan elevar su calidad de vida y romper el ciclo de                          pobreza, marginación y falta de oportunidades por no                          tener acceso a una educación formal, moral y                          profesional. Además de cursar plan básico y                          bachillerato, las alumnas tienen la oportunidad de                          cursar un técnico que les permita desempeñarse en la                          Industria de la Hospitalidad, que las capacita para                          trabajar en hoteles, restaurantes, embajadas, hospitales                          y hogares de familia.
                         Se ha logrado en                          los tres centros formar integralmente a la mujer                          salvadoreña para mejorar sus condiciones económicas y                          las de su grupo familiar, contribuyendo al desarrollo                          nacional.
                          
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