 
 Arnoldo Hax analiza las universidades chilenas
Actualidad - 2007-08-07|   | 
Arnoldo Hax (70) es  una de las voces chilenas más respetadas en Estados Unidos. Su nombre ha  aparecido en las listas "Quién es quién en el mundo", "Quién es quién en  América" y "Quién es quién en ciencia y tecnología". Uno de sus grandes aportes  al pensamiento económico mundial es la creación del Modelo Delta, que busca  trasladar el énfasis en las estrategias de administración desde la rivalidad al  reforzamiento del vínculo con el cliente.
 Para difundir estas  ideas Hax se pasea por el mundo asesorando empresas y dando charlas. En Chile ha  trabajado con compañías como Molymet, Codelco, el grupo Del Río y Besalco.  Además, en noviembre expondrá en Enade. Allí Hax espera poder transmitir una  sensación de confianza al país desde la visión de un "hombre que está afuera,  pero ampliamente comprometido con Chile", asegura.
 Académico del  Massachusetts Institute of Technology (MIT) desde 1972, actualmente es profesor  emérito de la Cátedra Alfred P. Sloan de su Escuela de Administración. Desde ahí  analiza la realidad chilena en temas como educación, emprendimiento e  innovación. Además, entrega las recetas que han convertido al MIT en un  verdadero referente en estas materias.
 ¿Cómo llegan en  términos de conocimientos y habilidades emprendedoras los estudiantes chilenos  al MIT?
 Llegan en un pie  sensacional, las buenas universidades chilenas producen excelentes alumnos que  pueden competir con los mejores estudiantes del mundo. La educación  universitaria en Chile es excelente, claro que la de los buenos planteles,  porque hay una gama bastante amplia.
 Sin embargo, usted  ha dicho en otras oportunidades que las universidades chilenas fallan porque más  que educar a emprendedores forman funcionarios.
 Destaco la  capacidad de docencia y la formación profesional de los chilenos de las buenas  universidades. Sin embargo, observo dos limitantes: primero, parece que la  universidad está produciendo burócratas, lo que la gente quiere es conseguirse  una pega que sea bien remunerada y que tenga posibilidades de desarrollo  personal y profesional. Incluso, si ves las estadísticas de emprendedores en  Chile, la gran mayoría es gente que no tiene grados universitarios, es como si  las universidades chilenas inhibieran el espíritu emprendedor. El segundo  problema es que aunque hay una actividad docente de mucha calidad en el país, la  investigación no está orientada a respaldar iniciativas de realidad inmediata y  aplicabilidad a la empresa.
 ¿Cómo se educa el  emprendimiento y la innovación?
 En el MIT tenemos  lo que se llama el 100 K, un concurso anual en el que participan los alumnos de  la universidad. Los estudiantes forman equipos, los que desarrollan y determinan  qué iniciativas buscar. Las categorías son ciencia, ingeniería y administración,  y hay un tribunal que está integrado por gente estupenda como Michael Dell y  otros grandes emprendedores americanos. A los equipos que ganan les damos US$ 10  mil para que concreten su idea. Además, inversionistas de venture capitals  vienen a ver los proyectos y les dan apoyo financiero a las mejores ideas. Se  han materializado iniciativas emprendedoras por trillones de dólares, creando  decenas de miles de empleos.
 ¿Hay alguno que  recuerde como emblemático?
 Son empresas que  todavía no están en la pantalla internacional. Ahora, el Banco de Boston hizo un  estudio hace algunos años que analizó cuáles son las empresas fundadas por ex  alumnos o por profesores del MIT. En ese listado hay compañías de la talla de  Hewlett-Packard. Si tomas esas empresas y sumas el valor agregado de ellas -le  restas a las ventas los insumos- y dices ésta es la república MIT, encontrarías  a la economía número 24 del mundo. Eso prueba que hay miles de cosas que  hacemos, hay montones de centros emprendedores, enorme cantidad de apoyo a los  alumnos que tienen ideas, tanto para guiarlos en sus contenidos como en su  administración y la forma para acceder a capitales de  riesgo.
 En las cátedras,  además, muestran casos y se favorece este tema.
 Hay seminarios  sobre emprendimiento en donde todas las semanas viene un emprendedor a hablar  con los alumnos. Cuando yo llegué al MIT en los ´70, pasaba en EE.UU. lo que  pasa hoy en Chile: la gente venía a las escuelas de negocios para conseguirse un  buen trabajo. Hoy, en cambio, la gran mayoría de los alumnos quieren desarrollar  sus propios negocios. Así llegamos al segundo problema de la educación superior  chilena: la falta de aplicabilidad de la investigación. Cuando converso con  empresarios chilenos, ellos me dicen "mira Arnoldo, cuando nosotros necesitamos  tecnología la buscamos afuera porque en el país los académicos están en otra  onda". Eso no puede pasar.
 ¿Desde dónde se  genera la innovación entonces?
 Hay dos maneras:  una es que las investigaciones se originen en la universidad y que los  profesores escriban papers para publicaciones académicas medio esotéricas que no  lee nadie. La otra es que la investigación se origine en la empresa y que vayan  a la universidad en búsqueda de un apoyo sustantivo y en el cual, entre  paréntesis, el investigador más importante puede ser el alumno. El estudiante  tiene tiempo, hace tesis y los profesores son fenómenos para  guiarlos.
 ¿Existen ejemplos  concretos en el mundo sobre este tipo de alianzas?
 Hace poco estuve en  Corea del Sur y Singapur. Son países increíbles que no tienen ningún recurso  natural, a diferencia de Chile que los tiene todos. Sin embargo, son naciones  rectoras en insumos electrónicos y se están metiendo con fuerza en la industria  farmacéutica. Esto pasa porque las empresas han invertido en educación. Yo, por  ejemplo, hice unas ponencias en una universidad que fue fundada por Samsung.  Esta empresa hace inversiones fundamentales en educación y no por caridad, sino  por un interés absolutamente personal: ellos quieren contratar a la mejor gente  del mundo.
 -También es  necesario generar un ambiente para que los emprendedores puedan surgir y para  incentivar la innovación, ¿cómo evalúa este ambiente en  Chile?
 Hay iniciativas de  la Fundación Chile, de la Corfo y de las buenas universidades. Chile no es un  país que esté totalmente en pañales en estos temas. Acabo de recibir a una  delegación de la Corfo que fue a Boston a un congreso internacional sobre  biotecnología y por primera vez los chilenos estaban haciendo ponencias. Veo,  entonces, una voluntad de atraer capitales externos e interesar a la gente, eso  hay que hacerlo. Es necesario, también, flexibilizar el trabajo, dar ventajas  tributarias e incentivos para que la gente viaje a universidades extranjeras.  Pero creo que hay conciencia de esto en el país. Lo que a mí más me aproblema es  lo poco resuelto que está el tema de la educación, sobre todo a nivel primario y  secundario. Otro punto importante es que la educación es una cosa que no termina  nunca, al ejecutivo hay que seguir formándolo
 Usted organiza  seminarios donde congrega a ejecutivos top de todas partes del mundo para  fomentar la innovación en sus áreas, ¿cuáles son los temas más recurrentes en  estas reuniones?
 Juntamos a 130  personas de todas partes del mundo y hacemos una reflexión. Además, está todo el  tema del networking que es muy importante, porque no sólo escuchan lo que  nosotros estamos hablando, también se conocen entre ellos y empiezan a  establecer contactos. Esto es un tema muy central: la inquietud por aprender  debe permanecer siempre y tiene que haber una continua renovación: estudias en  la universidad y en cinco años tu base de conocimientos está  obsoleta.
 Ya no existen los  Einstein
 -¿Qué le parece que  el Consejo de Innovación, presidido por Nicolás Eyzaguirre, esté exigiendo a los  investigadores que postulen como personas naturales, independientes de sus  universidades, a los fondos que otorgará esta comisión para proyectos  innovadores?
 Francamente no  entiendo al Consejo Nacional para la Innovación. ¿Tienen acaso más confianza en  los individuos que en las universidades? Lo que hay que hacer es apoyar a los  planteles, como la Chile y la Católica que son instituciones que están empezando  este duro proceso de transformar a la universidad en una instancia comprometida  con la investigación del país. Se están generando estadísticas, los docentes  están publicando, hay una voluntad de cambio y esa disposición hay que  fomentarla e institucionalizarla. La investigación no es individualizada, ya no  existen los Einstein que hacen su trabajo en solitario
 ¿Diría entonces que  el Consejo está equivocando el rumbo sobre cómo se debe fomentar la innovación  en el país?
 Tendría que  conversar con las personas que conforman la comisión, porque me imagino que es  gente inteligente y que tendrá alguna razón, pero desde aquí todo parece muy  antojadizo y arbitrario, francamente incomprensible. ¿Acaso quieren que los  académicos hagan sus propias empresas para que participen como personas  naturales? Eso no puede ser. Yo, por ejemplo, soy profesor del MIT y mis  actividades me vinculan y me comprometen con esta institución. En el MIT tenemos  una oficina de patentes sensacional, la cual gana un dinero significativo y los  profesores hacen aportes y contribuciones que son para la institución. Al final  del día los profesores utilizan los medios, los laboratorios y los recursos de  las universidades en donde se desenvuelven. ¿Cómo puedo pretender y presumir que  voy a hacer una contribución independientemente de la institución en la cual  estoy trabajando y de la cual soy copartícipe? Ahí están mis alumnos, los  alumnos doctorales que son mis colegas de investigación, ¿cómo me voy a sustraer  de ese medio y para qué?
 Se dice que es la  economía del conocimiento la que debe impulsar a Chile a dar el salto definitivo  al desarrollo, ¿qué entiende usted por este concepto y de qué manera se  construye?
 Hay un concepto que  tiene sus raíces hace varios años y que es el del "knowledge worker", en el  sentido de que hay que darse cuenta que toda la actividad económica y  empresarial está inserta en el trabajador y éste lo que tiene en el mundo de hoy  es el conocimiento. En la medida que tú eres capaz de conceder este capital  intelectual y desarrollarlo continuamente, porque si no te descapitalizas, en  esa misma medida vas a crear prosperidad tanto a nivel individual como  colectivo.
 ¿Y cómo se logra  eso?
 La educación deber  ser entendida en términos profundamente democráticos. Por ejemplo, en el  programa de pregrado del MIT los alumnos postulan y si los admitimos no hay  nadie ni de Nigeria, ni de Chile ni de Estados Unidos que no venga al MIT porque  no puede pagar la cuenta. Nosotros decidimos cómo hacerlo, si le damos una beca,  un préstamo o una ayudantía de investigación que le permita trabajar para pagar  sus estudios. Entonces tienes a la educación como un elemento nivelador y por  otro lado como un elemento de habilidad: si te educas eres dueño de tu destino y  te integras en el ámbito social y puedes innovar, emprender, etc. Ahí viene la  centralidad del conocimiento como elemento fundamental de la sociedad. Hoy la  desigualdad económica y social está dada por la falta de  conocimientos. 
 Los premios de  Hax
 El próximo 5 de  septiembre la Universidad Complutense de Madrid investirá a Arnoldo Hax como  Doctor Honoris Causa, el mismo premio que en 2006 recibió Muhammad Yunus, el  "banquero de los pobres" y Premio Nobel de la Paz 2006. En la ceremonia el  profesor del MIT leerá una ponencia sobre la evolución del pensamiento académico  en el área de gestión. Este reconocimiento se suma al que le entregó la  Universidad Católica de Chile en 1991. Ese mismo año el Instituto de Ingenieros  de Chile lo premió con su máximo galardón: Premio Ramón Salas Edwards. Asimismo,  desde 2003 el edificio más importante de la Escuela de Ingeniería del plantel  católico se llama Arnoldo Hax.
 Desde el año  pasado, cuando Hax cumplió 70, que es profesor emérito de la Cátedra Alfred P.  Sloan de Administración del MIT. "En las universidades norteamericanas cuando  quieren darte un premio te entregan una cátedra. Yo me siento muy orgulloso  porque en 1985 a mí me dieron la cátedra del fundador de la Escuela de  Administración del MIT", explica Hax. 
 Josefina  Ríos 
 Revista Qué  Pasa.
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