empresa familiar
La familia y la compañía conforman más que un  negocio 
  El especialista John Davis asegura que esta combinación genera conflictos que no son los típicos del mundo corporativo. Cuáles son los más frecuentes
Las empresas familiares son grandes generadoras de riqueza y empleo. Muchas de ellas seguramente se convertirán en grandes conglomerados de mañana; de hecho, grandes compañías tuvieron un origen familiar y resulta interesante descubrir cómo estos núcleos pudieron plasmar sus ideales y convertirse en gigantes industriales.
Ford, IBM, Microsoft y Amway empezaron como familiares y consiguieron éxito y reconocimiento internacional. Bimbo es el mejor exponente de una empresa familiar que escala grandes posiciones en Latinoamérica, pero no el único. A lo largo de estos últimos diez años se han consolidado millones de casos.
Sin embargo, muchos otros se quedaron en el camino.
Según un informe realizado por la Escuela de Negocios de Harvard, las empresas familiares representan dos tercios del total mundial de compañías.
A su vez éstas constituyen entre el 80% y el 90% del tejido económico estadounidense, representando aproximadamente el 50% del PBI y el 60% del empleo. Más aún, el 37% de las compañías que integran la lista Fortune 500 son empresas familiares.
Enfrentar los problemas familiares
El nepotismo, la rivalidad entre hermanos y la aceptación de cabezas ajenas al núcleo familiar de la firma suelen ser los problemas más frecuentes de las empresas familiares, especialmente cuando son pequeñas. De ahí que, si logran superarse, la práctica familiar suela ser exitosa.
Por lo general, tienden a percibirse tres problemas típicos:
- Son    especialmente vulnerables a los problemas familiares.
- Son    poco profesionales en la gestión.
- Son    conservadoras en la toma de decisiones de negocios.
Además,  por otro lado una de las principales causas de fracaso es la falta de  comunicación, planificación y discrepancia. Para evitar que estos problemas  hagan colapsar el negocio, una de las claves radica en capacitar a la siguiente  generación, es decir, aprender a delegar a tiempo y preparar a cada miembro de  la familia para la toma de decisiones acertada y segura. Claro que los  conflictos resultan inevitables debido a la superposición familia- empresa, pero  pueden reducirse. 
Por  ejemplo, dos hermanos que trabajaban en una firma a la cual asesoré, tenían  personalidades y capacidades muy distintas. Esa circunstancia puede ser una  ventaja si se logra la complementación; pero, en la empresa en cuestión, la  rivalidad repercutía en la toma de decisiones, y algunas medidas se posponían  indefinidamente. 
Ahora  bien, ¿cómo  se resuelve el dilema si dos hermanos son dueños en partes iguales y ambos quieren trabajar en la  compañía? Cuando el conflicto no es agudo y los involucrados están dispuestos a  encontrar una solución, les recomendaría que contraten a un consultor  profesional y, posiblemente, también que deriven las decisiones críticas al  directorio, asesores externos o al consejo de familia. 
Así,  la gestión de la empresa no sufrirá interrupciones.
El consejo de familia
El  consejo de familia tiene su origen en la tradición de firmas europeas de varias  generaciones. Para mantener la cohesión familiar y evitar que los problemas  domésticos perjudicaran a la empresa, muchas de ellas crearon un organismo en el  que ciertos miembros de la familia representan los intereses del conjunto: piden  informes sobre la evolución de la compañía, expresan las necesidades del grupo  familiar y buscan la manera de resolver los problemas internos para que no se  trasladen al negocio. 
Además,  el consejo se  encarga de diseñar políticas para preservar los intereses a largo plazo y las somete a consideración  de la dirección. Su composición varía; en las compañías de primera y segunda  generación, por ejemplo, los integrantes suelen ser, en general, el  propietario-gerente, su cónyuge y los hijos mayores de edad, con sus respectivos  cónyuges. Algunas familias optan por incluir a parientes políticos como miembros  permanentes; otras prefieren que intervengan sólo en determinados asuntos.
La  ventaja de que participen los parientes políticos es que disminuyen las  probabilidades de que aparezcan triángulos familiares nocivos; la desventaja es  que, en los grupos más numerosos, aumenta considerablemente el tamaño del  consejo y su eficacia disminuye.
Los  consejos que logran los mejores resultados establecen y cumplen un cronograma de  reuniones regulares, cuya frecuencia va de dos a cuatro veces al año. Lo más  recomendable es celebrar las reuniones fuera de la empresa y del hogar, para  reducir al mínimo las interrupciones.
A  veces conviene analizar algunos temas en subgrupos antes de discutirlos en  conjunto. Por ejemplo, los miembros de la primera generación por un lado, y los  de la segunda por el otro. Además, los consejos eficaces se caracterizan por  responsabilidades de dirección claramente delineadas; en general, uno de los  líderes de la familia preside el consejo. Y también se distinguen porque no  vacilan en recurrir a asesores externos cuando lo consideran necesario, en  especial en las primeras etapas de formación del consejo. Un último punto es  que organizan  sus actividades en un "plan de familia".
Plan de familia
La  mayoría de ellos tiene cuatro partes: la historia de la familia, una visión del  futuro, la declaración de misión y un plan de acción. Escribir una historia de  la familia, a partir de los registros y anécdotas de sus integrantes, es uno de  los mejores proyectos iniciales del consejo de familia porque destaca la  identidad familiar y les recuerda a todos el legado heredado. Además, es el  mejor instrumento para integrar y educar a los nuevos miembros y a los más  jóvenes. La visión del futuro es la parte formal del plan: representa  la imagen de la empresa para los próximos cinco o diez  años. 
En  general, los parientes discuten el futuro que desean para su familia y para la  empresa. Esta sección se vincula con la siguiente, la declaración de la misión,  que incluye los valores éticos de la familia y su opinión acerca del papel de la  empresa en la comunidad, entre otros temas. Por último, el plan de acción  detalla medidas concretas vinculadas con las actividades de los miembros de la  familia y diseña procesos o fija pautas para resolver o suavizar los eventuales  conflictos y mejorar la comunicación entre los miembros de la familia.
La  imagen
La  empresa familiar cuenta con una buena imagen pública, ya que es  percibida como capaz de establecer relaciones de confianza con sus clientes,  empleados, comunidades en  las que opera y sectores implicados en su actividad. A la vez, se la ve como una  compañía que está regida por valores que van más allá de los criterios  habituales de adaptación a los mercados en los que se maneja, como son los  económicos y empresariales.
De  todos modos, si bien son percibidas como empresas nobles, no pierden su costado  competitivo; de hecho, el conocimiento del sector es un atributo fundamental con  el que cuentan muchas empresas familiares.
Por  John Davis
Davis  se presentará el próximo 6 de mayo en el Programa Especial de Gestión de  Empresas Familiares en el Paseo La Plaza. Más información:  www.hsmglobal.com/ar/davis
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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