|  Cómo se gestó la red que habría        estafado a un centenar de españoles por US$15 millones Jueves, 18 de        Diciembre de 2008
 Economía y Negocios, El        Mercurio
 C. GUTIÉRREZ,        V. REYES y J. JEREZ
 
 Con oficinas en el Edificio de las Industria,        autos de lujo y nexos con respetados empresarios de Valencia (España), la        empresa de papel ITS Group habría desfalcado a 120 personas y sociedades        anónimas hispanas.
 
 Desde el centro del poder financiero chileno, en la        oficina 704 del Edificio de la Industria, los rancagüinos Claudio Rojas y        Luis Alberto del Río operaban su empresa ITS Group Chile, ofreciendo        atractivos negocios inmobiliarios a clientes internacionales.
 Ni        sus autos de lujo, o sus nexos con respetados empresarios, ni menos sus        insertos en medios de comunicación hacían sospechar que todo sus negocios        formaban parte de un eventual y bien elaborado montaje. Pero la semana        pasada, luego que la fiscalía los formalizara y dictara prisión preventiva        para ellos y sus colaboradores, esta posibilidad comenzó a quedar más que        en evidencia.
 
 A través de una empresa de papel y (según la        fiscalía) falsos títulos de abogados, ofrecían a personas y empresas        invertir en la compra de propiedades que se estaban rematando a un valor        muy por debajo al del mercado. Les prometían altas rentabilidades, pero lo        que sus clientes -todos españoles- no sabían lo que la justicia nacional        ahora intentará probar: que los remates habrían sido simulados y que los        dineros iban a parar a las cuentas de estos dos supuestos abogados (ver        recuadro).
 
 Comienzan los enredos
 El senador UDI Andrés        Chadwick nunca pensó que sería uno de los involucrados en los negocios de        esta organización. Claudio Rojas conoció hace 15 años al actual        parlamentario. Como joven simpatizante de la UDI en Rengo, Rojas recibió        de Chadwick -en ese momento diputado- un tarjetón con su firma. Lo que el        político no supo fue que ese papel fue utilizado para hacerlo pasar como        "aval" de un crédito en el Banco de Chile, que nunca pagó.
 
 Pero        éste sería sólo el comienzo de la que parece ser la "prometedora carrera"        como estafador de Rojas, que muy pronto tendría problemas similares con un        respetado empresario valenciano: Enrique Nicolau, un productor de jamón        serrano quien tenía oficinas en Graneros y con quien se contactó en 2005.        Una vez ganada su confianza, los formalizados le ofrecieron un suculento        negocio de compra de una propiedad a precio de "ganga". Tentado, Nicolau        desembolsó $96 millones en una operación que inicialmente parecía un        "negocio redondo".
 
 Como la supuesta estafa contra el empresario fue        planteada como una generadora de dinero de largo plazo, los formalizados        comenzaron a enviarle supuestas utilidades a él y otros "clientes" para        mantener sus confianzas y demostrar el alto retorno de la inversión. Con        ganancias en el bolsillo, las propias "víctimas" convencidas se encargaron        de publicitar la supuesta empresa por toda la ciudad de Valencia, donde        Rojas comenzó a ser catalogado como "el gurú de las inversiones", según        confiesa una fuente ligada al caso.
 
 De hecho, Servando Pérez, el        fiscal de la causa, explica que fueron los mismos empresarios de las        sociedades españolas los que promocionaron el "negocio" en el Viejo        Continente, el que también atrajo a personas de menor        ingreso.
 
 Enviando actas de remates y certificados de bienes raíces        que al parecer ellos mismos falsificaban, el supuesto engaño parecía        perfecto. Tanto así, que según Hugo Zamorano, abogado de más de 10 de los        afectados, hasta el día de hoy hay víctimas que no se convencen de que        habrían sido estafadas y desconfían del Ministerio Público que está        llevando la investigación.
 
 Hoy, el grupo Nicolau es uno de los más        dañados, e intenta recuperar los aproximadamente US$ 1,5 millón que dice        que perdió, representado por el estudio Insunza, Del Río y Parraguez,        junto a Molina Ríos. Las otras dos sociedades involucradas en el tema son        Progesme Patrimonial y el grupo Equity.
 
 Alerta        bancaria
 Para la investigación que hoy sigue la fiscalía, los        bancos fueron los que dieron la primera alarma. BCI, BancoEstado, Citibank        y Banco de Chile son sólo algunas de las instituciones donde la banda        mantenía cuentas personales y de sus empresas de papel, por donde hacían        circular cuantiosas sumas de dinero.
 
 Los movimientos en sus cuentas        bancarias generaron sospechas en los bancos chilenos, que le pidieron a        los papeles que certificaran la procedencia del dinero en sus cuentas        .
 
 Cuál fue su sorpresa cuando descubrieron, según explican cercanos        a la causa, que al enviar la documentación a sus departamentos legales        vieron que éstos eran falsos.
 
 Aparte de cerrar las cuentas de los        supuestos abogados, los bancos reportaron las anomalías a la Unidad de        Análisis Financiero (UAF), la que los derivó al Ministerio Público para        ser investigados.
 
 La fachada de lo que sería una estafa muy        sofisticada
 Lo primero que entendieron Rojas y Del Río era que        tenían que ganarse la confianza de sus "víctimas". Aparte de sus autos,        invitaciones a sus inversionistas a lujosos restaurantes y constantes        viajes a España, habrían armado un complejo entramado y una vez que sus        clientes bajaban la guardia, les ofrecían un suculento negocio a través de        remates judiciales.
 
 Esto lo hacían a través de su empresa de papel        ITS Group Chile, en donde Claudio Rojas aparecía como presidente y Luis        del Río como gerente general. Sus colaboradores daban destino y ocultaban        parte de los dineros en otras de las sociedades de papel creadas por        ellos, como Latin Word, Ecobank y Churunguito. Entre ellos se encuentran        Michel Rivera y Jorge Rendic. Sólo parte de los recursos que habrían sido        defraudados aparecen en movimientos bancarios, que fueron triangulados        desde España a un banco en Uruguay para ser ingresados a Chile. El resto        del dinero no ha logrado ser ubicado.
 
 Entre las propiedades, que        fueron supuestamente adquiridas en más de 17 remates falsos, los detenidos        "compraron" para sus inversionistas la Embajada de Alemania en Chile,        sitios en La Dehesa, la Comuna de Machalí y la localidad de La Vinilla, en        la misma zona.
 
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