El acoso laboral puede estar relacionado con el trastorno  bipolar 
Entre la euforia y la melancolía
       
Algunos casos en los que los jefes muestran comportamientos que  minan la autoestima y la moral de los empleados, encuentran su explicación en un  desorden psicológico que lleva a las personas a pasar de estados de exaltación  elevada a profundas depresiones.                                
                                                             
Autor: Daniel Rojas              Arboleda 
                  
                                              
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Seguimiento              de la noticia 
Carlos renunció tras sólo 4 meses de haber ocupado el cargo. Su  jefa ya lo había sacado de quicio y él, a pesar de estar casado, prefirió  salirse sin tener nada seguro, que observar, impotente, como su calidad de vida  se iba por el desagüe y tanto su salud física y mental, como su matrimonio,  empezaban a mostrar las primeras señales de deterioro. 
Muchas habían sido las  oportunidades en las que Carlos, y el resto de sus compañeros, habían sido  maltratados y descalificados frente a otros empleados de la empresa. Su  autoestima había comenzado a bajar desde el momento en que todos los proyectos  que presentaba y los resultados que mostraba en sus labores cotidianas, sólo  recibían críticas y comentarios sarcásticos por parte de su superior. "No  pareces un profesional" le decía- "estás actuando como los practicantes que  tienes a tu cargo". 
Luego  vinieron los intentos de utilizarlo contra el resto de sus subalternos quienes,  según ella, cuchicheaban a hurtadillas y conspiraban en su contra. "A partir de  entonces revisaba las canecas y los cajones cuando los empleados se iban a  almorzar, y luego nos enteramos de que había solicitado al departamento de  sistemas, copia de los correos que nos enviábamos entre los compañeros del área  y un listado de las llamadas realizadas por cada uno, con número telefónico y  duración", recuerda Carlos. 
Sin embargo, lo que más le  molestaba era que le pidiera que hiciera una cosa, dándole ella misma las  especificaciones, pero, al momento de entregar el resultado, sin importar si tan  sólo habían pasado 20 minutos, ella parecía no recordar haberle solicitado eso y  le llamaba la atención por hacer mal su trabajo.
Buscando  explicación 
De acuerdo con  la psicoanalista Olga Eugenia Arboleda, tras estas actitudes de acoso laboral  pueden ocultarse los desequilibrios o perversiones de muchas personas, ya sea en  el ámbito académico, entre estudiantes o entre profesor y estudiante, o en el  trabajo, entre compañeros o superiores y subalternos. 
Anota la experta que en estos  entornos, que ocupan la mayor parte del tiempo de la vida de una persona, se  pueden manifestar alteraciones psicóticas como el trastorno afectivo bipolar  (TAB), el cual, según la psiquiatra Ana María Agudelo García, es de origen  biológico y se manifiesta mediante la sucesión de episodios depresivos y de  euforia. 
"Existen dos  tipos de TAB. En el primero se presentan estados maníacos o de euforia que  pueden o no estar seguidos por depresiones. En la segunda se presentan fases de  euforia leve, o hiponímias, en las que la persona se muestra enérgica e  irritable, aunque las depresiones subsiguientes son más profundas", explica  García. 
¡Mi jefe me la  montó! 
Para Ana María  Agudelo, es difícil que los casos de acoso laboral estén relacionados con el  TAB, debido a que los estados de euforia son demasiado evidentes y las empresas  toman medidas al respecto, mientras que las depresiones suelen confundirse con  pereza y poca productividad. "Estas personas pueden establecer relaciones  normales con sus compañeros de trabajo, mucho más si cuentan con un apoyo  adecuado por parte de su familia", indica. 
Sin embargo, para Olga Eugenia  Arboleda, el asunto va más allá de si se trata o no de un estado anímico  evidente, ya que el hecho de que la persona que padece el trastorno tenga poder,  tiene una serie de implicaciones que se ven agravadas por la cantidad de tiempo  que debe pasar la persona agredida en compañía de la primera. 
"La persona con TAB se muestra  muy activa y se vuelve intensa y demandante con compañeros y subalternos,  actitudes que, si ésta tiene un cargo directivo, resultan menos obvias, pues la  gente comienza a tratar de ocultarlas, nadie dice nada y resulta muy difícil  cuestionar las órdenes. Por el contrario, se suele explicar su comportamiento  con argumentos como que es alguien malgeniado o excéntrico, pues se tiende a  recubrirla con los ideales de quien mira al otro como un superior", señala la  experta. 
Por lo tanto,  según ella, son muchos los casos de persecución, órdenes erráticas y sanciones,  que encuentran su explicación en este estado mental, durante el cual se puede  presentar paranoia. "En ocasiones, si la persona tiene vacíos de información,  por olvido o desconocimiento, los llena culpando a los demás", anota la  psicoanalista.
Anota la experta que en estos entornos, que ocupan la mayor parte del tiempo de la vida de una persona, se pueden manifestar alteraciones psicóticas como el trastorno afectivo bipolar (TAB), el cual, según la psiquiatra Ana María Agudelo García, es de origen biológico y se manifiesta mediante la sucesión de episodios depresivos y de euforia.
"Existen dos tipos de TAB. En el primero se presentan estados maníacos o de euforia que pueden o no estar seguidos por depresiones. En la segunda se presentan fases de euforia leve, o hiponímias, en las que la persona se muestra enérgica e irritable, aunque las depresiones subsiguientes son más profundas", explica García.
¡Mi jefe me la montó!
Para Ana María Agudelo, es difícil que los casos de acoso laboral estén relacionados con el TAB, debido a que los estados de euforia son demasiado evidentes y las empresas toman medidas al respecto, mientras que las depresiones suelen confundirse con pereza y poca productividad. "Estas personas pueden establecer relaciones normales con sus compañeros de trabajo, mucho más si cuentan con un apoyo adecuado por parte de su familia", indica.
Sin embargo, para Olga Eugenia Arboleda, el asunto va más allá de si se trata o no de un estado anímico evidente, ya que el hecho de que la persona que padece el trastorno tenga poder, tiene una serie de implicaciones que se ven agravadas por la cantidad de tiempo que debe pasar la persona agredida en compañía de la primera.
"La persona con TAB se muestra muy activa y se vuelve intensa y demandante con compañeros y subalternos, actitudes que, si ésta tiene un cargo directivo, resultan menos obvias, pues la gente comienza a tratar de ocultarlas, nadie dice nada y resulta muy difícil cuestionar las órdenes. Por el contrario, se suele explicar su comportamiento con argumentos como que es alguien malgeniado o excéntrico, pues se tiende a recubrirla con los ideales de quien mira al otro como un superior", señala la experta.
Por lo tanto, según ella, son muchos los casos de persecución, órdenes erráticas y sanciones, que encuentran su explicación en este estado mental, durante el cual se puede presentar paranoia. "En ocasiones, si la persona tiene vacíos de información, por olvido o desconocimiento, los llena culpando a los demás", anota la psicoanalista.
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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SANTIAGO CHILE
 
 
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