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Lunes 07 de Junio de 2010
Es hora de ponerle el cascabel al gato
La educación se ha transformado en uno de los grandes temas de  estos primeros meses de gobierno. A partir del terremoto que destruyó una gran  cantidad de colegios, se le impuso un desafío enorme al Ministerio de Educación:  lograr que todos los niños de Chile iniciaran su año escolar en un plazo de 45  días. Luego vino el rechazo en el Congreso del proyecto que materializaba el  acuerdo logrado por todos los sectores durante el gobierno de la Presidenta  Bachelet. Seguimos con las denuncias de persecución política en el Ministerio y,  por último, los resultados del Simce, que muestran un estancamiento en la última  década.
La crisis de nuestra educación no admite que sigamos mirando hacia  el lado. En el mundo de hoy, la competencia es global y el capital humano es lo  que hará la diferencia entre países ricos y pobres. Algunas cosas están ya  claras: nuestros niños no adquieren conocimientos ni desarrollan competencias a  un nivel aceptable si nos comparamos con países con niveles de desarrollo  equivalente.
Los expertos han establecido el diagnóstico. Una parte importante  del problema está en los profesores. Además, la educación pública ha venido  cayendo dramáticamente en los últimos años; la subvención es baja; la gestión es  rígida; la calidad de la formación de los profesores es deficiente, a pesar de  que se incorporó educación a las carreras de acreditación obligatoria. El punto  es que los especialistas coinciden en el diagnóstico, así como en muchos de los  cambios que hay que hacer, pero la discusión está colonizada por intereses  políticos, partidistas y corporativos.
Si estamos todos de acuerdo en que la educación está mal y que es  un problema grave, cuesta entender el rechazo en el Congreso, por parte de la  Concertación, del proyecto sobre calidad de la educación: es simplemente  impresentable. No hubo propuestas serias como alternativas, ni nadie se hizo  cargo de la razón por la que se desechó lo que el año pasado era un acuerdo  transversal.
Otro tema igualmente impresentable es el tono de los reclamos por  los despidos en el Ministerio. A nadie, y menos a este Gobierno, le interesa  dejar sin sustento a las familias que han perdido sus trabajos, pero es iluso  creer que el problema de la Educación no requiere una revisión completa a la  institucionalidad del Mineduc. Cuando la calidad de un servicio vital como la  educación está en el nivel en el que se encuentra, es esperable que haya que  hacer modificaciones profundas, sobre todo en los organismos públicos que la  tienen a su cargo. 
El punto es que la reforma a la educación tiene que ser mayor y  que la tendencia muestra que lo que se ha hecho en los últimos veinte años no ha  resultado. Como se ha dicho, sólo un tonto puede creer que se pueden obtener  resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. No se trata de una  privatización de la educación, como se ha mencionado. El Presidente Piñera y el  ministro Lavín han sido claros en su objetivo: mejorar la calidad, sin  discriminar entre colegios públicos o privados. Por otra parte, el desafío de  mejorar la carrera docente y asociar las remuneraciones a su desempeño es otra  tarea pendiente. Si seguimos, encontraremos muchas  más.
Lo que sí está claro es que todos estos desafíos requieren coraje  y altura de miras. No se refiere a ganar o perder pequeñas batallas políticas ni  a usar la educación como moneda de cambio. Si realmente estamos dispuestos a  hacer un compromiso a largo plazo por terminar con la pobreza, romper la  desigualdad y construir un país con igualdad de oportunidades, entonces tenemos  que ser capaces de poner esas prioridades en primer  lugar.
Estos cambios se  requieren en conjunto. Es una falacia suponer que el problema se arregla sólo  aumentando los recursos o que se pueden obtener resultados sin que nadie pague  algún costo. El discurso corporativo y político contrario a los cambios es de  una irresponsabilidad increíble con los niños y con el país. No tengo dudas de  que el Gobierno tendrá una gran retribución de los padres y de los jóvenes si  enfrenta esto con decisión y obtiene los resultados que se necesitan. Es hora de  que por fin le pongamos el cascabel al gato en esta materia y que todos los  sectores políticos trabajen unidos para lograr lo que tanto  Chile y sus niños necesitan.  
Saludos,
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIENTO DE ONU
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