|                              |  Beatriz Merino ocupa el cargo de Ombudsman o Defensora              del Pueblo hace 5 años en el país vecino. Desde esa investidura y              nutrida experiencia en el ámbito de los derechos ciudadanos, explica              por qué los Estados modernos deberían contar con una institución              autónoma que defienda a las personas ante las arbitrariedades del              Estado. 
 Uruguay, Brasil y Chile son los únicos países de              América Latina que no poseen Ombudsman o Defensor de Pueblo, la              institución que ya cuenta con 200 años de antigüedad desde su              fundación en Suecia, y que se ha extendido a través de más de 100              democracias en el mundo, para representar al ciudadano y ciudadana              ante instituciones y/o empresas que prestan servicios públicos. El              primer proyecto en Chile se remonta al año 1991, pero desde entonces              se han sucedido varias iniciativas que no superaron los obstáculos              de distintos tipos. En un intento por adelantar algo, nuestro país              cuenta desde 2001 con la Comisión Defensora Ciudadana (CDC), cuya              cantidad de reclamos gestionados se expande 25% cada año y en 2009              alcanzó a 2400 personas. En el mismo período, sin embargo, la              Defensoría del Pueblo peruana intervino a favor de más de 117 mil              personas. He ahí la diferencia. Quienes rechazan la creación del              Ombudsman o Defensor del Pueblo en Chile aducen que sería más              efectivo entregar más poderes a las superintendencias sectoriales,              pero en ese caso ¿quién custodia a los custodios? Sobre este y otros              temas habla la doctora Beatriz Merino.
 
 -¿Cuál es el alcance o              jurisdicción de la Defensoría del Pueblo en el Perú?
 
 La              Defensoría del Pueblo es un órgano constitucional autónomo cuyo              mandato es la defensa de los derechos fundamentales de la persona y              la comunidad, la supervisión de la administración estatal y de la              prestación de los servicios públicos. El mandato constitucional que              ha recibido la Defensoría del Pueblo alcanza a todo el territorio              nacional.
 
 -¿Qué tipo de potestad tiene la institución              respecto de empresas privadas que prestan servicios              públicos?
 
 En Perú, la Defensoría del Pueblo supervisa la              actuación de las empresas privadas que prestan servicios públicos              esenciales (agua, electricidad, telefonía y transporte) mediante una              evaluación de la acción de los organismos reguladores de estos              servicios. El propósito de la labor es defender los derechos del              usuario. Ello constituye, ciertamente, un importante matiz respecto              de la tradición iberoamericana del Ombudsman que anteriormente, en              principio, reservaba la actuación del Defensor del Pueblo para              intervenir solo en casos en los que se verificase un abuso de poder              por parte de la administración pública. En nuestro país, servicios              públicos, como energía eléctrica o teléfono, se concesionaron a              favor de operadores privados, razón por la cual la Constitución              Política peruana amplió el mandato de la Defensoría del Pueblo, que              supervisa válidamente a los proveedores de dichos              servicios.
 
 -¿Cuál es principal debilidad y fortaleza de la              administración pública de Perú?
 
 No se puede evaluar el              funcionamiento de la administración pública de un país sobre la base              de indicadores normativos, presupuestarios (e inclusive              organizacionales), sin tener en cuenta la opinión del ciudadano,              quien debe ser el eje central de la gestión pública. La              administración pública no constituye un fin en sí mismo, sino un              medio que el Estado utiliza para garantizar la satisfacción plena de              los derechos de las personas y de la sociedad. Yo creo que, pese a              los valiosos esfuerzos por modernizar la administración del Estado,              las principales debilidades de ésta continúan siendo la demora en la              atención, el trato inadecuado al ciudadano por parte del servidor              público, la complejidad de los trámites y la corrupción. Estos              problemas son los que más afectan al ciudadano y los que más daño              generan en la percepción de éste respecto de su Estado. En relación              con la demora en la atención, por ejemplo, la Defensoría del Pueblo              registró en 2009 que el 33% del total de sus quejas correspondieron              a la dilación que se produjo en los procedimientos administrativos o              la omisión de respuesta de la administración pública. Pero esta no              es, por supuesto, un espacio infinito de problemas. De hecho, desde              nuestra institución se han reconocido los avances significativos en              materia de simplificación administrativa sobre todo, en el ámbito              del gobierno central, así como los avances en materia de acceso a              la información y transparencia, en gran medida motivado por el mayor              empoderamiento de los ciudadanos respecto a un derecho que les              corresponde. En estos importantes avances, ciertamente, la              tecnología e ínternet han jugado un papel              preponderante.
 
 -¿Cuál es la principal resistencia que              encuentra su desempeño?
 
 El ombudsman es una institución cuyo              mandato implica vigilar y, de ser el caso, poner límites al poder              del Estado, haciendo uso de la autoridad moral y la legitimidad con              la que necesariamente debe contar. Esta función que hemos              caracterizado como la de un colaborador crítico del Estado no              siempre es comprendida por las autoridades y supone un reto enorme,              debido a que, sin ceder un milímetro en nuestra autonomía, debemos              mantener relaciones de colaboración con el Estado que, en última              instancia, es el llamado a hacer realidad los derechos fundamentales              de la población. Sin embargo, puedo afirmar que el balance es              positivo.
 
 -¿Qué grado de conciencia de derechos ciudadanos              existe en la población?
 
 Cada vez más personas recurren a              nuestra institución en busca de la defensa de sus derechos. Hace              cinco años registramos 62 mil atenciones, en tanto que el 2009 son              más de 117 mil. La ciudadanía ya conoce sus derechos y las              instituciones vinculadas a su protección. En ese sentido, las              personas que recurren a nosotros han identificado, en un plano              prioritario, el derecho a educación, salud, trabajo y tranquilidad              pública (seguridad ciudadana), y han considerado como temas              relevantes el acceso a los servicios públicos, vivienda, justicia,              violencia familiar y sexual (integridad física y moral). "No              deberían existir prejuicios contra el reclamo ciudadano El reclamo              ciudadano es crucial para un buen Estado"
 
 -¿Cuáles son los              desafíos del momento en su institución?
 
 Cotidianamente, la              ciudadanía enfrenta problemas referidos a la calidad del aire en las              zonas urbanas; seguridad en el transporte público; atención              sistemática y profesional de los conflictos sociales; seguridad              ciudadana; reforma del sistema de justicia; calidad del ambiente; el              acceso, permanencia y adecuación cultural de la educación; los              servicios de salud; la no discriminación; la situación de los              pueblos indígenas; la prestación de servicios públicos en zonas              rurales; la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; los              derechos de niños y adolescentes. Estos son solo algunos de los              temas que debemos mantener en la agenda pública para obtener la              acción correctiva del Estado. Es un gran desafío del ombudsman y              demanda un trabajo enorme, paciente y constante.
 
 -¿Cuál es la              dotación de personal y presencia territorial del Ombudsman              peruano?
 
 En la actualidad contamos con 700 colaboradores              distribuidos en todo el país, en 38 oficinas. El despliegue              territorial del ombudsman constituye, sin duda, un factor decisivo y              crítico para el logro de sus funciones porque lo acerca tal vez              como ninguna otra institución del Estado a la ciudadanía y sus              problemas. Esta cercanía y el compromiso genuino de nuestro personal              con los problemas de las personas son, quizás, algunas de las              razones más poderosas que explican la legitimidad y confianza que la              ciudadanía de Perú atribuye como sus rasgos más visibles a la              Defensoría del Pueblo. Sin perjuicio de la presencia nacional que              hemos obtenido, de la que nos preciamos, debo destacar el uso de              herramientas tecnológicas para facilitar a los eventuales usuarios              el acceso a nuestros servicios. Mediante nuestra página web              www.defensoria.gob.pe a la que, por cierto, invito a usted y a sus              lectores a visitar, recibimos numerosas quejas, pedidos o consultas              de la ciudadanía. Nuestros operadores les aplican inmediatamente el              trámite que corresponde. El presupuesto aprobado por el Congreso de              la República para el ejercicio 2010 asciende a 39 millones de Nuevos              Soles (unos 13 millones de dólares estadounidenses), a lo que se              suma el apoyo de la cooperación internacional, que ha comprometido              un millón y medio de dólares adicionales.
 
 -¿Qué destacaría              como el principal aporte reciente de la institución?
 
 En el              reciente conflicto que se suscitó con los pueblos indígenas que              tuvo su epicentro en Bagua, al noroeste del Perú en junio de 2009,              nuestra institución intervino integralmente, en forma continua,              contribuyendo al restablecimiento de la paz en esa localidad, en el              marco del respeto al Estado de Derecho y con énfasis en las acciones              humanitarias que tan difícil circunstancia exigía. La Defensoría              reportó la inminencia del conflicto con suficiente antelación,              denunció la inconstitucionalidad de las normas que activaron la              protesta social, las cuales fueron finalmente derogadas; convenció a              los representantes de los pueblos indígenas a deponer su llamado a              la insurgencia; desplegó, una vez ocurrido el conflicto, una intensa              acción humanitaria en la zona; y presentó una iniciativa legislativa              para obtener la aplicación del derecho a la consulta de los pueblos              indígenas que, independientemente de su aprobación o desaprobación              por parte del Congreso, contribuyó a generar consenso respecto del              camino que debe transitar el país para lograr la reconciliación con              estos pueblos, un camino de respeto, mutuo reconocimiento, así como              de diálogo democrático y de buena fe. Otro aporte es el trabajo de              nuestros equipos itinerantes que visitan a las poblaciones más              alejadas y dispersas de nuestra patria, para conocer y solucionar              sus quejas, y capacitarlos en sus derechos. Este es un servicio muy              sacrificado y permanente que debe ser valorado en su real dimensión              por parte del Estado. Por último, desde los inicios de mi gestión              advertimos una especial debilidad en la institucionalidad ambiental              del Estado, que resultaba particularmente preocupante en las zonas              rurales, donde cundía el temor y la incertidumbre respecto de la              probable contaminación ambiental producida por las actividades              extractivas de mineral. Desde esta constatación de campo insistimos,              en solitario, por la creación de una autoridad ambiental nacional,              independiente, profesional y técnica, que hiciera suyo el temor de              la población y les brindase protección y seguridad. A inicios del              2008, el Gobierno dio luz verde a la creación del Ministerio del              Ambiente, cuya sola existencia constituye un gran avance debido a              que visibiliza los grandes problemas ambientales de uno de los              países con mayor diversidad del planeta, y particularmente              vulnerable ante las amenazas del cambio climático.
 
 -¿Cuánto              tardó la discusión parlamentaria de la creación de la              institución?
 
 Permítame hacer algo de historia. En los debates              previos a la anterior Constitución Política, la de 1979, se              introdujo la moderna noción del ombudsman, pero se le adscribió al              Ministerio Público que es el titular de la acción penal pública de              modo tal que carecía de la autonomía que le es inherente. No fue              hasta que entró en vigencia una nueva Constitución Política (la de              1993) que se creó la actual Defensoría del Pueblo, con el rango de              órgano constitucionalmente autónomo. La aprobación de la referida              Constitución y, por ende, del ombudsman, demandó un año y comprendió              no sólo debates en el legislativo, sino el pronunciamiento de la              población mediante un referéndum.
 
 -¿Y en qué fecha se              fundó?
 
 La Defensoría del Pueblo inició sus actividades el 11              de septiembre de 1996. El año pasado cumplimos 13 años de vida              institucional.
 
 En América Latina, sólo Uruguay, -Brasil y              Chile no cuentan con esta institución. ¿Cuáles son las oportunidades              que se pierden con este déficit?
 
 Vea usted. Los Estados se              organizan para servir al bien común. Sin embargo, en su              funcionamiento, ello no siempre ocurre, como lo evidencia, por solo              citar un ejemplo, la irritante situación que atraviesan miles de              pensionados, quienes se ven obligados a transitar por un lento y              agobiante vía crucis para obtener una pensión, pese a que, en su              momento, aportaron el monto exigido por ley. Por otro lado, la              especialización del trabajo hace que se atienda sectorialmente la              problemática de la persona, lo cual muchas veces ocasiona que se              pierdan de vista los intereses y derechos de las poblaciones a las              que se sirve. El ombudsman, que cuentan con un mandato general de              defensa de los derechos, debe acercarse a la ciudadanía para conocer              en toda su integridad los problemas que éstos sufren. Asimismo, al              carecer de poder coercitivo, los ombudsman desarrollan con la              ciudadanía una alianza basada en su compromiso con la defensa de sus              derechos. Esta relación es fuente de legitimidad y confianza, no              solo en el ombudsman, sino en el Estado, que finalmente admite              dentro de su estructura constitucional a esta particular              institución.
 
 -¿Cuáles son las oportunidades que pierde Chile              con la inexistencia de este órgano?
 
 Bueno, desearía trasladar              su pregunta a los adultos mayores, a quienes se les deniega o              retarda injustificadamente su derecho a la pensión; o a las personas              que se encuentran internadas en establecimientos psiquiátricos y que              no reciben el tratamiento adecuado por parte del Estado, entre              tantos otros que constituyen grupos de la población que requieren              una especial protección o se encuentran en situación de              vulnerabilidad. A modo de reflexión, debo decir que, en primer              lugar, se pierde la oportunidad de obtener mayores y mejores niveles              de legitimidad, factor esencial para la gobernabilidad de sus              países; en segundo lugar, la de tender un puente directo con la              ciudadanía, que los provea de información fundamental para el buen              gobierno. Pero, en definitiva, pierden la oportunidad de incluir, en              el seno de la estructura de sus Estados, a una organización que, en              razón de su diseño y naturaleza, habla el mismo lenguaje de la              gente. Eso es lo que se pierde Chile.
 
 -Personalmente, ¿cómo              ha influido el desempeño de este cargo en              usted?
 
 Definitivamente, me ha ayudado enormemente en el              inacabado proceso de conocer mi país, sus problemas, sus dinámicas              sociales y los errores en que a veces incurre el Estado al ejercer              el poder, incluso cuando sus intenciones son impecables. Aunque              parezca increíble, y hasta ilógico, el ejercicio de este honroso              cargo me ha tornado más optimista. Es difícil imaginar que una              institución pública que carece de poder coercitivo, como la nuestra,              obtenga cambios significativos en sociedades que proceden de una              tradición autoritaria, donde la fuerza argumentativa era normalmente              reemplazada por la imposición arbitraria. Sin embargo, en Perú, el              ombudsman convence con su visión y ejerce su defensa, premunido de              un poder ético. Esto me hace ser optimista respecto del Perú y              América Latina. De hecho, creo que el ombudsman debe ser un              optimista empedernido, ¿o usted confiaría en un defensor              pesimista?
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