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 En la severa crisis de la cadena de multitiendas, una vez más un  directorio se defiende argumentado desconocimiento de lo que hacía la  administración.    En la medida que se van conociendo más detalles del escándalo de La Polar  –que en un comienzo se destapó sólo como repactaciones unilaterales de  créditos–, en la búsqueda de responsables una de las aristas apunta a cuestionar  el rol que juegan los directores en las sociedades anónimas y cómo cumplen con  las funciones que exige la ley. De hecho, se está afirmando que en Chile el  cargo se toma hasta con "ligereza", pues en otros casos, como el de colusión de  las farmacias, los directivos de Fasa se defendieron argumentando  desconocimiento de lo que hacía la administración.Entre las principales  designaciones que tiene el directorio como entidad, está fijar una política  corporativa de la empresa, pero también es el primer órgano de control de las  actuaciones de la administración.
 "Las funciones claves de un  directorio de excelencia para que no ocurran estas cosas (Caso La Polar), a  lo   menos obliga a revisar y dirigir la estrategia corporativa, los planes de acción  principales, la política de riesgos y, específicamente, qué tipos y grados de  riesgo están dispuestos a asumir", afirma el director ejecutivo del  Centro de Gobiernos Corporativos y Mercado de Capitales de la Universidad de  Chile, Dieter Linneberg.
 Estas son tareas fundamentales que se deben  realizar para cautelar el correcto funcionamiento de la compañía, sin embargo,  en el país "no se le toma el peso a esta labor", señala el ex superintendente de  Bancos, Guillermo Ramírez. "El ser director es una función muy delicada, pero  que en Chile no se le toma el peso, porque tiene que responder, en general, por  trabajos que hacen otros, es decir, de la administración", dice.
 Liviandad en el Cargo Ramírez también añade que "me sorprende la liviandad con que la gente en  Chile asume, sin pensarlo dos veces, uno o varios cargos de director en  sociedades anónimas, y eso porque no se toman en serio el cargo, lo ven como  marginal dentro de las actividades principales que pueden ocupar sus tiempos".  En ese sentido, recalca el "que se repitan ciertos nombres en los  directorios me indica que no hay una real conciencia de cuál es la importancia  que tienen y que asumen. Para ser un buen director hay que dedicarse a la  compañía, entregarle tiempo".
 Una mirada similar es la que entrega  el economista y director de empresas Enrique Goldfarb, quien manifiesta que se  debe "restringir el número de directorios a los que puede acceder una misma   persona. Cuando se tienen 10 directorios es imposible preocuparse como se debe y  entregar todos los antecedentes y desempeñar bien su función".
 Para Alvaro  Clarke, ex superintendente de Valores y Seguros, el primero que debe fijar un  control es "el director involucrado, el que debe tener conciencia que el ejercer  diligentemente su cargo requiere tiempo. En segundo lugar, los accionistas deben  evaluar bien quiénes son las personas más apropiadas para ocupar un determinado  cargo, y dentro de esos criterios debe estar el tiempo que destinará a su  labor".
 Y es que el tiempo requerido por cada director no es poco. Según  Martín Zegers, director del Centro de Gobierno Corporativo UC, de acuerdo a  estudios internacionales para desempeñar el cargo se deberían destinar, como  mínimo, 200 horas anuales –cuatro horas semanales– y 300 horas –más de cinco  horas semanales– si forma parte de un comité de directores.
 Habitualmente,  los directorios de las grandes compañías se reúnen una vez al mes –sin  considerar las reuniones de comités– por unas cuatro o cinco horas, por lo que  al año se destinarían unas 60 horas a la labor de director. Es decir, en nuestro  país se está muy lejos de cumplir con los estándares internacionales. Y ello, en  parte, se debe a que directores ejercen paralelamente funciones en diversos  directorios.
 Otro de los puntos cuestionados es la elección de los  directores, ya que gravitarían factores como el prestigio, o en su capacidad de  lobby con las autoridades de gobierno, y no la dedicación que entregaría al  cargo la persona seleccionada. "En Chile tenemos gente de mucha calidad y  currículum, pero son también muy ocupados en otras actividades o tienen  presencia en muchos otros directorios", dice Ramírez.
 Al respecto, Goldfarb  opina que muchos accionistas de empresas eligen a sus directores por el  prestigio, "pero no tienen tiempo para fiscalizar y, en definitiva, desempeñar  como se debe las funciones que amerita el cargo de director".
 Directores Proactivos Para Nicolás Majluf, quien ha sido director de Codelco, Empresas Copec,  Sodimac, entre otras, en "los directorios uno tiene la responsabilidad de pedir  la información a la administración y muy relevantemente a los auditores externos  y confrontar los datos que les llegan desde un lado y desde el otro, y  asegurarse de que las dos informaciones sean coincidentes. No hay que quedarse  con una sola fuente".Linneberg opina que "en la medida que el directorio ha  estructurado una adecuada arquitectura de información y sistemas de chequeo y  contrachequeo,  lo que en lenguaje técnico llamamos los  check and balances, los  efectos negativos de los riesgos que pueden tener lugar en un organismo se verán  reducidos o mitigados".
 Y agrega que "el directorio debe tener, al menos,  una instancia, idealmente más y ojalá periódicas, de conocimiento interno de la  empresa, su negocio, operaciones, organización, incentivos y objetivos. Sólo  como fruto de esa o esas instancias podrá contar con una visión adecuada y real  de los riesgos de la organización".
 Sanciones y Conflictos Sin embargo, para ayudar a perfeccionar los gobiernos corporativos, un punto  vital son las sanciones que se deben aplicar de comprobarse malas prácticas y,  en el caso de los directores, una actitud negligente. Según Alvaro Clarke, las  irregularidades "deben ser debidamente sancionadas, lo importante es que la  solución a la que se llegue en este caso (La Polar) sea compatible con los  valores de desarrollo del mercado de largo plazo. Tiene que dar la percepción en  los agentes económicos que la solución final que se dé signifique un precedente  relevante, para que no vuelva a ocurrir más adelante".Otro hecho  "perverso" que ocurre con frecuencia en la conformación de las mesas, es el paso  de fiscalizadores y funcionarios públicos a directorios de empresas privadas.  Esto se da con mucha frecuencia en sectores regulados, con lo cual se elige a un  hombre más por sus contactos políticos que por su capacidad de  gestión.
 "Ya es buena hora que por ley se establezca un período de  carencia y no sólo de los directivos máximos, sino también de todos los que  tengan nivel de jefaturas. Se debe establecer la obligación de tener un período  de carencia mínimo de un año y así evitar conflictos de interés", indica  Ramírez.
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