|            |                              | Guadalupe, arte, devoción y gastronomía |             |  |             | Jaime Ruiz de Infante |             |  |             |                                                |  |  | ¿Es posible que aun no conozca este entrañable                    pueblo de la serranía extremeña, con tranquilas callejas                    jalonadas por casitas y balconadas vestidas de claveles y                    geranios que contrastan con uno de los cenobios más                    importantes de España, consagrado a la fe Mariana? 
 
 |  |             | Si es así, querido lector, no espere más y              acuda a visitarlo lo antes posible, la excursión no le dejará              indiferente. Al dar un paseo por sus sosegadas calles, como              Corredera, Sevilla, Nueva, Real, Pasión, Logroño, vienen a la              memoria aquellos versos de Juan Ramón Jiménez, de la Soledad              Sonora: 
 "Una perdida música de campanas distantes
 yerra              en la brisa sensual y humedecida,
 y vagas palideces de remotos              instantes
 cruzan de sueño a sueño, la bruma de la              vida
"
 
 En fin, la Plazuela de los Tres Chorros, la fuente              del Ángel y el Arco de las Eras, nos traslada sin querer a la Edad              Media.
 
 En casi todos sus soportales las tiendas de recuerdos              muestran, con una sencillez no exenta de orgullo, productos de              artesanía auténtica: Quesos de Ibores, de la Serena y Tortas del              Casar, aceite de oliva extra de Monterrubio, miel de las Villuercas,              pimentón de la Vera, jamón ibérico de la Dehesa de Extremadura,              vinos de la Ribera del Guadiana, Cañamero y Cava Extremeño, licor              bellota, fruta recién cogida, mermeladas caseras de castañas y              cerezas del Jerte, cerámica, mimbres, cientos de objetos de su              famosa calderería del siglo XV, como los antiguos braseros y              chocolateras...
 
 
 
                                                |  
 Tienda con productos                extremeños.
 
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 Un cenobio con              devoción Mariana
 Está documentado que, finales del s. XIII,              el pastor Gil Cordero encontró, junto al río Guadalupe una imagen de              la Virgen María que unos cristianos de Sevilla habían escondido en              los montes extremeños, cuando huían de la invasión árabe. El buen              pastor, con mucha fe y precarios medios, levantó una ermita.
 
 Hacia 1330 Alfonso XI, rey de Castilla y León, visitó este              primitivo templo y al ver su estado ruinoso y reducidas dimensiones              mandó edificar un santuario digno. Tras dos Provisiones Reales              tenidas como "Carta-Puebla y después de la batalla del Salado volvió              el Rey a Guadalupe, en 1340, y ennobleció el templo dotándole de              grandes proporciones con un cierto de aire guerrero-monacal y mezcla              de estilo gótico-mudéjar.
 
 En la Plaza Santa María de              Guadalupe los sencillos soportales, contrastan con la majestuosidad              de la escalinata y fachada principal del Monasterio. Dos torres, la              del Reloj y de la Portería, parecen proteger a dos arcos apuntados              góticos que facilitan el acceso a este monumento que alberga una              colección de obras de arte de incalculable valor.
 
 
 
                                                |  
 Fachada principal del                monasterio.
 
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 En el retablo mayor              pueden admirarse obras de Carducci, Caxes, Merlo y Jorge Manuel              Theotocopuli, hijo de El Greco. En el centro un magnífico sagrario y              el Camarín de la Virgen de Guadalupe que puede ser visitado de cerca              tras una pequeña escalera. Se asegura que la imagen románica de              Guadalupe ungida por los fervores de España y América- fue tallada,              en madera de cedro, en el s. XII y pertenece al grupo de Vírgenes              Negras de la Europa occidental de la Edad Media.
 
 Además en              el Real Monasterio están ubicados tres claustros: dos mudéjar y otro              gótico. Capillas, templetes, fuentes, tres museos: cantorales              miniados, bordados, pinturas y esculturas, sin olvidar su famosa              sacristía del s. XVII.
 
 
 
                                                |  
 Arquitectur popular de                Guadalupe.
 
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 Hospedería              Real del monasterio
 Tras admirar decenas de capillas,              retablos, imágenes, incunables cientos de cuadros, y mil rincones de              este templo Mariano, el visitante, un tanto exhausto, no puede por              menos que confortarse con algunos de los platos, de la honrada              cocina extremeña, que se elaboran en los fogones de la Hospedería              del Monasterio y se sirven en el claustro gótico.
 
 Fray Juan              Luis Barrera, cocinero histórico del Monasterio quien ha dado de              comer a reyes, jefes de estado y hasta el papa Juan Pablo II,              asegura que para guisar se necesita buenos productos. Él controla              una brigada de jóvenes y entusiastas cocineros que no defraudan al              comensal.
 
 Una carta un tanto sobria pero bien conjugada              ofrece dos ensaladas, una de perdiz y otra de rollitos con queso de              cabra; un bacalao confitado en aceite, con buena textura, y lo que              no podía faltar en estas latitudes: migas y cardillos              silvestres.
 
 Truchas extremeñas y bacalao al estilo Felipe II              con pisto para los que añoran el pescado. Y los que no perdonan la              carne un buen abanico de propuestas: calderetas, perdiz estofada              -francamente exquisita- secretos ibéricos y chuletitas de cordero.              Postres monacales: nueces con nata y miel extremeña, biscuit de              higos
 
 Menú turístico, compuesto de paella, cordero asado              troceado postre y vino de Cañamero, todo por 17 . La factura a la              carta no llegara a los 30 . Calificación: 7.
 
 Las 47 pulcras              y ascetas habitaciones de la Hospedería  59,50  las dobles- no              cuentan con receptores de TV. El silencio solo se rompe con el              tañido de las campanas.
 
 Referencia
 - Plaza Juan              Carlos I, s/n
 - Teléfono: 927 367 000
 - Correo electrónico:              hospedería@monasterioguadalupe.com
 - Conviene              reservar.
 
 
 
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 Comedor de la Hostería del                Monasterio.
 
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 Restaurante              Posada del Rincón
 Es todo un espectáculo sentarse en la              terraza de este establecimiento, ante la fachada principal del              Monasterio y los soportales rebosantes con denominaciones de origen              de la zona, mientras se escucha el susurro de la fuente, eje de la              citada plaza de Santa María de Guadalupe.
 
 Pedro Galán              Rebollo, con un amplio curriculo desarrollado en famosos fogones de              Madrid, Barcelona y el País Vasco, elabora platos con toques de              modernidad sin abandonar la tradición: setas, asados de cabrito en              horno de leña y en su punto, sabrosos secretos de ibérico, truchas y              un espléndido bacalao al pil-pil. Precio medio 35 . Dispone, a su              vez, de un menú diario -10,75 -, que incluye una tapa del día, amen              de la elección entre cuatro primeros y otros cuatro segundos, pan              vino y postre. Carta de vinos con unas 40 referencias con predominio              regional: Ribera del Guadiana y Cañamero. Calificación:              7,5
 
 Referencia
 - Plaza de Santa María de Guadalupe,              11.
 - El hotel anexo dispone de 20 habitaciones. Las dobles: 65              
 - Teléfono: 927 367 114
 - Sitio web:              www.posadadelrincon.com
 
 
 
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 Posada del              Rincón.
 
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 Parador de Turismo              de Guadalupe
 Dos caserones de planta castellana, con              recuerdos mudéjar, que hace siglos ofició uno como Hospital para              peregrinos y otro como Colegio de Infantes, parecen dar la              bienvenida al viajero en este reconvertido establecimiento hotelero              de la red de Paradores. Su director, Miguel Cruz Sánchez, nos              muestra una inscripción, en la fachada, que reza:
 
 "Este              edificio lo mandó construir el Protoprior de la Orden de los              Jerónimos Yáñes de Figueroa en 1402 como Hospital de San Juan              Bautista. Aquí se llevó a cabo por primera vez, en los Reinos de              España, la disección del cuerpo humano por especial privilegio de              Roma."
 
 El Hospital, que también fue Escuela de Medicina, gozó              en la época de gran prestigio. Aquí se formaron algunos de los              médicos de los Reyes Católicos y, justamente a través de los galenos              de la Corte, ejerció la Corona un control sobre el ejercicio y              licencia de las prácticas médicas, en virtud de una Pragmática              (1477) que nombraba Alcaldes Mayores y Examinadores a cuatro Médicos              Reales para el otorgamiento de licencias y prevención de              abusos.
 
 Pero hablemos de lo que se cuece en los fogones... El              Jefe de Cocina César Velardo elabora una propuesta culinaria con              netamente extremeña con algunas concesiones foráneas:
 
 Para              compartir: croquetas caseras del Parador, degustación de embutidos              Ibéricos extremeños, ensalada de escarola, queso fresco y zorongollo              de pimientos con aceite de olivas negras; las centenarias "Migas del              Pastor" y sus acompañamientos: pan asentado cortado finamente              elaborado con aceite de oliva, pimentón y ajo guisado con panceta,              chorizo y acompañado de 7 guarniciones, a saber, sopa de tomate de              Guadalupe con pan y uvas. Otro clásico de la zona "Mojetes de              trigueros, con jamón y huevos rotos", un guiso de espárragos con              huevos, caldo de cocido y punta de jamón, refrito de ajo con tomate,              pimientos, pan y el consiguiente caldo de cocido con majado de              cominos.
 
 Como en otras épocas los caminos eran tortuosos y              distantes del mar las recetas pesqueras se basaban en distintas              preparaciones de bacalao; una clásica es "Lomo de bacalao en salsa              antigua monacal", cocido en leche con ajo, patatas, espinacas y              huevos cocidos. Suprema de merluza al Cava Extremeño con              almejas.
 
 El capítulo de carnes tiene una referencia netamente              autóctona: paletilla de cabrito lechal asada al estilo tradicional              de los pastores con patatas panaderas; jamoncito de pollo a lo Padre              Pedro, cocido en salsa de pimientos, cebollas, zanahorias y pimentón              de la Vera.
 
 En esta carta no podía faltar los famosos              entremeses Parador, al precio de 20, 50 , compuestas de 11              bandejitas frías y calientes:
 
 El establecimiento tampoco ha              olvidado a los vegetarianos, diabéticos y celíacos, con propuestas              muy interesantes. Carta de vinos con todas las Denominaciones de              origen españolas. Servicio atento y eficaz .El precio medio a la              carta se sitúa en 40 . El menú: 29,95 .
 
 Las 41 habitaciones              recoletas la doble 115 más IVA- y otras estancias están dispuestas              en torno a patios, con profusión de limoneros, naranjos y              mandarinos.
 
 Referencia
 - Marqués de la Romana, 12.              Guadalupe (Cáceres).
 - Teléfono: 927 367 075
 - Sitio web:              www.parador.es
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