Las españolas por una argentina y las argentinas por un español
Posted: 19 Dec 2007 10:06 AM CST

Las españolas, por Bestiaria.
La abuela de mi marido vino de Asturias a los veinte años casada con un soldado que huía de sus enemigos. Hasta el último día de su vida suspiró por España, comió galletas María, fue fanática del Sporting de Gijón, y escondió su dinero celosamente en una valija. La mía, en cambio, vino de Italia y, junto a mi abuelo, despilfarró hasta el último peso en el casino de Mar del Plata. Fue una de las primeras mujeres en agregarse busto y hacerse liposucción. Jamás la vi sin maquillaje, ni siquiera cuando estuvo enferma, y cuando murió de Alzheimer lo único que hizo fue llorar y pedir que alguien le depilara las piernas.
Hace sesenta años la española y la argentina eran la misma mujer. Pero hoy, aquí, me temo que de esas abuelas no queda nada. Los genes italianos han hecho mejores su tarea, porque a nosotras, sus nietas, sólo nos interesa despilfarrar dinero en ropitas, hablar mucho, y engatusar a los hombres mostrando el escote, exagerando, y sacudiendo las pestañas.
Las españolas -o al menos las cosmopolitas- son la policía del feminismo. Viven supervisando la conducta de otras mujeres y los mensajes machistas cifrados en el comportamiento de todos los hombres que conocen. Malinterpretan y deforman todos sus gestos. Cualquier cosa que hagan, son siempre unos cerdos que quieren esclavizarlas para que cocinen y frieguen para sus doce mocosos. A las argentinas que un hombre les pague la cena las hace sentir bonitas. A las españolas, en cambio, las hace sentir un trapo de piso.
Tan obsesionadas están, que cada cinco minutos arrojan una estadística sobre el porcentaje de ejecutivas en las empresas de España, Noruega y Etiopía y proyectan cuantos habrá en 2056 en el marco de un festival sobre la mujer. Y si sugieres que es demasiado, que ya están obsesionadas, te tildan de machista también y te largan un sermón sobre las mujeres en Medio Oriente.
Este feminismo extrème trae además una consecuencia inesperada, porque la mayoría de las españolas apoya su teoría con el cuerpo. Comparadas con las argentinas, las españolas apenas si se acicalan. Acá hay una peluquería cada dos cuadras, allá no es necesario, porque la mayoría se lo deja crecer como si fuesen yuyos en un terreno baldío. Además, consideran que el soutien es una forma de castración medieval y desfilan por la calle con sus pechos caídos debajo de una camiseta. En Argentina es un milagro encontrar un corpiño que no tenga un push up de acetato para agrandar el busto. El escote es lo más importante que una mujer puede tener.
Por otro lado, aunque ya lo he comentado, muchas españolas consideran que la depilación es un castigo de sociedades tercermundistas. Y no es porque tengan unos vellos discretos y no lo necesiten. Sino porque consideran que lo correcto es pasearse por la vida con una peluca en las axilas. Por algún motivo que desconozco, no pueden conciliar la belleza con la inteligencia. Para ellas, son dos carreras y hay que decidirse por una. O eres cirujana o Miss Mundo. Y si eres la primera, no podés ser bonita.
Otra característica de la mujer española que no comprendo es su fascinación por la realeza. ¡Por amor de Dios! ¡Los reyes de España son un invento del presidente para entretener a las amas de casa! ¿Cómo alguien puede soñar con ser ellos? ¡Si son horrendos! ¡La revista Hola! es como el álbum de fotos de una familia muy fea! ¡Y no son sólo las revistas! ¡En España se transmiten bodas reales por televisión! ¡Aunque se esté casando una infanta con cara de hombre con su primo homosexual! En Argentina, nadie en su sano juicio miraría una boda por televisión. La gente fea aquí no sale en la tele, así sean reyes de Kamchatka.
Y por  último, las fantasías sexuales de las argentinas son las noches de sábado de una  madrileña. Mientras que para nosotras las experiencias homosexuales, el sexo  grupal, o ser swinger son proezas de una amiga anónima que todo el mundo invoca  pero nadie conoce, para las españolas son actividades de lo más comunes. En  ningún país se dice tanto la palabra "vibrador" como en la península ibérica. Ya  que les gustan las estadísticas, deben tener, como mínimo, cuatro vibradores per  cápita. En Argentina, salvo en algunos círculos, todavía creemos que son sólo  para mujeres feas y necesitadas.
Las argentinas, por Nada importa.
La argentina  nace con la palabra seducción impresa en las entrañas.
Maldita sea, el  termino "coqueta" lo inventaron ellas.
Las argentinas viven obsesionadas con  estar "lindas". ¿A que nunca han visto a una argentina bajar en chándal a  comprar el pan?.
Se maquillaban cuando tú solo te dedicabas a ver "Dragon  Ball" y quizás por eso ahora juegan contigo como un gato con un peluche.
Esto  no siempre es positivo, no crean.
Pasa como con el dulce o el vodka barato.  El exceso cansa.
A veces tanto flirteo empalaga. 
Intensidad y piel. 
Las porteñas son todo piel. Emoción y  alegría, tristeza y bronca o miedo.
Gritan, declaman, versan y teatralizan  cada minuto de su vida.
Eso se traduce en 2 cosas.
Follan como  nadie.
Tocan las pelotas como nadie.
En pocas palabras, unas  histéricas.
Egocentrismo y farándula.
No puede haber dos  protagonistas en una relación. Sé que es una verdad absoluta que a veces cuesta  tiempo y desengaños aprender.
Sin embargo con una argentina es  fácil.
Ella es la protagonista.
Siempre.
El puto centro de  atención.
Todas las conversaciones girarán en torno a ella y siempre tendrá  la última palabra.
Si hay dos argentinas en la mesa, pide un Gin Fizz y  disfruta. Habrá guerra.
Superstición y hechizos de barrio.
Las argentinas creen  en las reencarnaciones, las estrellas, los abalorios y las cartas  astrales.
Lo primero que harán después de cenar contigo es escudriñar el  horóscopo y comprobar si vuestros signos del zodiaco presagian un futuro de  pasión, complicidad y amor eterno.
Se funden la plata en libros raros y, si  es necesario, irán a que una vieja con el pelo blanco y mucho cuento les adivine  el futuro en las líneas de la mano.
Ella nunca es.
Es inútil tratar de hacer entender a una  argentina de que ha sido culpable de algo.
Primero. Porque ella nunca es  culpable de nada. Faltaría más. Probablemente es culpa tuya, "que no te  enteras de nada".
Segundo. No trates de comprenderla. Nunca. Nunca  reconocerá que la entiendes así que mejor la boca cerradita.
Ambos serán más  felices.
Apunta y calla, querido.
La porteña es ministra, abogada,  curandera, puta y novelista.
Ella puede dialogar sobre todos los temas  habidos y por haber. Siempre lo ha leído en tal o cual sitio o se lo ha dicho no  se quién que es amigo del primo de tal que entiende un huevo.
La cuestión es  que ella lo sabe.
Y tú no tienes ni puta idea.
Eso se  traduce en que meten la pata cada dos por tres pero claro, como nunca aceptan la  cagada nunca pasa nada.
Ni debajo del agua, tienen la boca cerrada.
Estirpe, verbena y compromisos.
Las argentinas viven  pendientes de las reuniones sociales.
Tienen una extraña habilidad para estar  en todos los saraos y siempre se están quejando porque claro, nunca tienen qué  ponerse.
Adoran la familia.
Así que tu vida será una singular tourné de  cumpleaños, bodas, bautizos, comidas familiares, bailes de disfraces, cenas de  amigos, despedidas, bienvenidas, cafés en Starbucks y asados en el  campo.
Colega, si eres introvertido, mejor búscate a una gallega.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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