EL ARTE DE COLECCIONAR EL VINO
ENTREVISTA CON ROBERT MONDAVI (2003)
'El vino, pasión  y generosidad"
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ELMUNDOVINO
El hombre que dio a conocer  el vino californiano en todo el mundo ha cumplido 90 años y sigue al pie del  cañón. Robert Mondavi preside con mano firme la bodega familiar, mantiene  acuerdos de cooperación con otras grandes empresas vinícolas extranjeras,  financia proyectos benéficos educativos y artísticos relacionados con la cultura  del vino y sostiene que el secreto de su triunfo reside en tres factores:  pasión, trabajo duro y experiencia. 
"En 1966, a los 53 años, tuve  que volver a empezar de cero", rememora Mondavi. "Yo acababa de volver de  Europa, impresionado con los métodos de vinificación que había visto, y tenía  pensado discutir con mi hermano sobre el asunto. Por aquel entonces, ambos  dirigíamos una de las grandes bodegas californianas, Charles Krug. Y recuerdo  que nuestra ruptura se desencadenó por un visón. En 1963 John Kennedy nos había  invitado, a mi esposa y a mi y a otros empresarios italoamericanos, a una cena  en la Casa Blanca en honor del presidente italiano. No éramos ricos, pero mi  mujer no tenía qué ponerse y, tras muchas dudas, me atreví a comprarle un abrigo  de piel bastante caro. Eso desencadenó cierta envidia y desconfianza en el seno  familiar, así que en una reunión, con nuestra madre delante, mi hermano acabó  insinuando que yo vivía por encima de mis posibilidades, que gastaba demasiado  en viajes y promoción y que, tal vez, incluso sustraía dinero de la caja. Le  pegué dos puñetazos y nos separamos para siempre". 
Con esta escena digna de un  western empieza la segunda parte de la vida de Robert Mondavi y la historia de  la empresa que hoy lleva su nombre. La cena presidencial que provocó la trifulca  nunca llegó a celebrarse, ya que Kennedy fue asesinado unos días antes. Pero el  caso es que Robert se mudó unos kilómetros al sur del viñedo familiar para  fundar tres años más tarde, en Oakville, la que estaba destinada a ser la bodega  más influyente en toda la historia del Napa Valley, abanderada en la promoción  internacional de los vinos americanos y cuna de una compañía que hoy vende vino  en 90 países y cuenta con más de mil empleados y casi 4.000 hectáreas de viñedo.  Un imperio que ha festejado la buena salud de su fundador, que cumplió el pasado  18 de junio la muy respetable edad de 90 años, celebrándolo con sendas fiestas  multitudinarias en Oakville y, unas semanas más tarde, en Burdeos, en el marco  de Vinexpo. 
Precisamente  en la más famosa feria bianual del vino fue donde Robert Mondavi sentó las bases  de su leyenda, a finales de los 60, cuando encabezó la primera delegación de  productores californianos que se presentó en Europa. "Yo siempre había creído en  el vino de mi tierra", recuerda. "Quería transmitir a mis compatriotas los  valores, tradiciones y placeres cotidianos que me habían inculcado mis padres:  que el vino y la comida son un vehículo para la unión familiar y una manera de  aprender a disfrutar de la vida. Y quería, también, demostrar al mundo las  posibilidades del viñedo californiano. Teníamos un gran atraso por culpa de los  años de prohibición, pero yo estaba convencido de que podíamos competir con los  mejores. La tierra y el clima eran propicios: sólo había que hacer las cosas  bien." Y vaya si lo hizo bien. 
Economista por la Universidad  de Stanford, Mondavi pronto entendió que, para triunfar en el mercado del vino,  tan importantes como el cuidado del viñedo o la vinificación eran el marketing y  una buena estructura empresarial. Y su visión del negocio fue sin duda ejemplar,  a juzgar por la rapidez con que muchos vecinos han adoptado, a lo largo de las  últimas cuatro décadas, algunos de sus hallazgos en estos campos. A saber: en  viticultura, la agricultura biológica, la investigación de porta-injertos más  sanos o la alta densidad de plantación; en vinificación, el control de las  temperaturas, la fermentación en toneles de roble o los vinos sin filtrar; en  comercio y promoción, su labor pionera en la exportación, su popularización del  nombre Fumé Blanc para reivindicar una uva hasta entonces despreciada en Estados  Unidos (la sauvignon blanc, que él supo realzar a través de la crianza en roble)  o su botella ecológica sin cápsula de plomo, con el corcho cerrado con cera; y  en el empresarial, las joint ventures con socios foráneos (en California, Opus  One con los Rothschild de Mouton; en Italia, Luce con el Marqués de  Frescobaldi
), su muy oportuna salida a bolsa, sus espectaculares donaciones  (por ejemplo, 35 millones para crear, en la Universidad de Davis, el Robert  Mondavi Institute for Wine and Food Science) o proyectos recientes de alta  tecnología con la NASA y de un parque de ocio temático en Anaheim con Disney,  que no acabó muy bien. 
Pero a los 90, esta auténtica  leyenda viva del vino americano no quiere hablar de esos logros, sino de la vida  en general y del vino en particular. "Hola, soy Bob Mondavi", se presenta, con  una estudiada naturalidad. "Me gusta mucho España, yo creo que es una de las  grandes potencias vinícolas. Sólo le falta una mejor promoción externa y  reivindicar sus uvas autóctonas, su propia manera de hacer las cosas. Es una  pena que Jerez esté cayendo en el olvido cuando allí se elaboran algunos de los  vinos más originales del mundo. También admiro mucho Rioja y la Ribera del  Duero...¿El Priorato? Lo he probado poco, pero me parece un fenómeno muy  interesante, porque va a servir para demostrar a otras denominaciones que ellas  también pueden llegar adonde se propongan si saben poner al día la tradición y  publicitarse adecuadamente
 El auge internacional de la nueva cocina española  también es un buen reclamo para que los vinos vayan detrás". 
Al patriarca Mondavi le brillan  los ojos azulados cuando trata un asunto que le gusta y su rostro tostado se  contrae en una expresión satisfecha, casi cómplice: "El verano pasado, mi esposa  Margrit y yo estuvimos por primera vez en El Bulli. Queríamos invitar a Adrià a  participar en nuestro Great Chefs Program, que desde 1976 organiza en nuestra  bodega clases magistrales y cenas benéficas oficiadas por los mejores cocineros  del mundo
". 
Luego  recupera el rictus tenso y los ojos escrutadores cuando habla de 'business':  "Robert Parker y otros críticos jóvenes se han empeñado en reivindicar los vinos  potentes sin darse cuenta de que lo importante es el equilibrio, que yo siempre  he defendido. Afortunadamente, parece que esa tendencia está reconduciéndose  hacia la sensatez". Y, por fin, se muestra suave y confidente cuando vuelve a su  tema favorito, el vino como imitación a la vida: "Claro que ha de haber gustos  para todos, igual que hay quien prefiere nuestro chardonnay de Napa, cálido y  untuoso, a otro que hacemos en Carneros, diametralmente opuesto, más fresco y  frutal. Pasa igual en la vida: dos personas pueden tener una percepción muy  distinta de una misma experiencia. Y hay que ser flexible, dialogante. Porque el  vino para mí, como hombre y como bodeguero, es pasión, pero también familia,  grandeza de corazón y generosidad de espíritu". 
"A lo largo de mi vida, he  aprendido mucho de mis errores", confiesa Mondavi. "Durante un tiempo pensé que  podía cambiar a las personas, obligarlas a adaptarse a mi forma de ser. Y hoy sé  que debes aceptar a cada cual como es para extraer lo mejor que puede darte. Los  buenos líderes no deben dar órdenes, sino inspirar a sus subalternos. Para mí,  la generosidad es la mayor virtud. Lo que das enriquece tu espíritu y, más  pronto o más tarde, te será devuelto
 Para tener éxito y ser feliz en la vida,  se necesita sentido común, un compromiso con el trabajo duro y la valentía de  seguir tu propio camino. Tener interés no es suficiente, tienes que ser  apasionado con lo que haces". 
Originarios de la región  italiana de as Marcas, los Mondavi tienen muy arraigada la idea de unión  familiar en torno al negocio. El padre de Robert inculcó en sus vástagos el amor  por las viñas y él ha hecho lo mismo con sus hijos y nietos. Michael, el mayor,  ejerce como presidente ejecutivo y Timothy (con él en la foto), como  vicepresidente y 'winemaker'. La nueva generación modernizó en 1999 las  instalación de Oakville invirtiendo 27 millones de dólares en el To Kalon  Project para convertir la hacienda colonial en la bodega con tecnología más  avanzada del valle. Para el 2007 prevén una producción global de 12 millones de  cajas y una cifra de negocio de 1.000 millones de dólares.
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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