Redes sociales obligan a los ejecutivos a redefinir sus espacios de privacidad
¿Puede hoy alguien considerarse realmente "fuera de servicio"? Facebook,  Twitter y la Blackberry, que hacen que el usuario esté disponible 24 horas al  día, están borrando la línea divisoria entre la vida profesional y la personal.  
De acuerdo a un análisis de Wharton University, el proceso de  elaboración de reglas y normas sociales para lidiar con el alcance cada vez  mayor de las comunicaciones modernas está dando sus primeros pasos y serán, en  gran medida, los individuos y las empresas las que las modelen. Las diferencias  entre las generaciones en lo que respecta a la accesibilidad vía Internet  también será un factor que exigirá un consenso sobre cómo y cuándo se debe  considerar correcto el contacto con compañeros, superiores o  clientes.
"Hay problemas enormes de etiqueta en los nuevos medios de  comunicación sociales, sobre todo en los del tipo interactivo", observa Nancy  Rothbard, profesora de gestión de Wharton. "¿Qué puede suceder si su jefe decide  añadirlo a su lista de amigos de Facebook? Ése es el dilema. ¿Será posible  rechazar esa solicitud si no son amigos?".
Arma de doble  filo
De acuerdo con Rothbard, las nuevas tecnologías de  comunicación están erosionando las fronteras entre la vida personal y la  profesional, lo que para las empresas es "un arma de doble filo". "Por un lado,  permite la flexibilidad. Bajo algunos aspectos, usted gana en eficiencia, pero  también puede ser víctima de agotamiento, debido a la posibilidad de estar 100%  disponible en cualquiera momento", afirma.
La Blackberry, por ejemplo,  permite a los padres asistir a los partidos de fútbol de los hijos y, al mismo  tiempo, mantener contacto con los compañeros de la oficina, pero ahí se ha  dejado de respetar una nueva frontera.
Facebook ha transformado la web en  el campo de batalla decisivo en lo que se refiere al correcto comportamiento en  las redes sociales. Inicialmente mucha gente en el mundo de los negocios intentó  usar LinkedIn para contactos profesionales, dejando Facebook para asuntos  personales. Gradualmente, sin embargo, compañeros de trabajo, clientes y jefes  se volvieron "amigos".
Una cuestión  generacional
Aunque trabajadores y ejecutivos más antiguos  pueden tener una página en Facebook, eso no es esencial para ellos. En cambio,  los jóvenes que están entrando en el mundo corporativo se comunican por éste y  otros medios con una frecuencia mucho mayor. "Actualmente, existe una tensión  entre los enfoques de esas dos generaciones", observa Mónica McGrath, profesora  adjunta de gestión de Wharton.
Aunque la "etiqueta" de las redes sociales  todavía esté definiéndose, se prevé el surgimiento de formas estandarizadas. Y  es que en general, las normas corporativas evolucionan a través de políticas  oficiales, sobre todo por la realidad que brota de sus bases. "La pregunta es la  siguiente: ¿hasta qué punto se quiere estar disponible? Los jóvenes de hoy están  dispuestos a estarlo bastante. Por ello, las normas continuarán evolucionando  según la generación que lidere la empresa", señala McGrath.
Aunque las  normas estén en transición, dice la ejecutiva, las empresas no debieran intentar  crear normas por medio de políticas oficiales: "las personas tienen que decidir  lo que tiene sentido. A mucha gente no le importa si ya es medianoche y el jefe  continúa mandando e-mails; pero a algunas esto no les gusta. Si las prioridades  de su familia son diferentes de las prioridades de su jefe, ése es un problema  que usted tendrá que resolver".
Ejemplo a  seguir
Sigal Barsade, profesora de Gestión de Wharton, agrega  que los principales factores determinantes de la socialización en cualquier  empresa son constituidos por el modelo de administración de los gestores. Los  trabajadores observan a los gerentes y sus supervisores inmediatos para ver lo  que es aceptable y, mejor aún, lo que es recompensado dentro de la empresa. Eso  tiene mucho más peso que las reglas corporativas dictadas por el departamento de  recursos humanos.
Con todo ese poder, ¿los gerentes no empezarían a  exigir disponibilidad ilimitada todo el tiempo? No necesariamente, dice Barsade.  "Los gerentes reconocen, cada vez más, las desventajas de la disponibilidad  constante y, tal vez, tengan hasta que impedir a los empleados que usen  excesivamente tecnologías como el Blackberry, pues ellos mismos tendrían que  estar igualmente disponibles en el otro extremo de la relación, lo que podría  ser un problema", sentencia.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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