| (Estrategia) El salto al desarrollo de Chile              frustrado en la época del "boom" del salitre ha marcado a              generaciones. Ahora que se está viendo una bonanza del cobre, el              economista de la Universidad Católica, Rolf Lüders, analizó las              similitudes y diferencias de ambos periodos.
 Especifica que a              diferencia de lo sucedido en los últimos años con el cobre, el              "boom" del salitre fue muy duradero, "al menos durante unos 40 años.              Es posible sostener que el país obtuvo ingresos fiscales              extraordinarios desde la Guerra del Pacífico y hasta fines de la              Primera Guerra Mundial. Durante ese periodo, los ingresos fiscales              atribuibles a la minería superaron el 4% del PIB, siendo la norma              desde entonces aproximadamente un 2,5%, pero con grandes              fluctuaciones. Como porcentaje de los ingresos fiscales, los              tributos mineros superaron largo el 50% durante unos 30 años, a              partir de los años 1890".
 
 El precio del metal rojo empezó su              ascenso en 2004, manteniéndose hasta hoy, aunque en niveles más              moderados que el récord de casi US$4 la libra. Esto ha permitido que              al primer trimestre los activos financieros del Estado acumulados en              el Fondo de Reserva de Pensiones, el Fondo de Estabilización              Económica y Social y los activos del Tesoro Público, totalizaran              US$23.396,8 millones, esto es cerca de 13% del              PIB.
 
 ¿Cuáles fueron los principales destinos de los              recursos por concepto del salitre?
 
 Los recursos              fiscales provenientes del salitre hicieron posible, especialmente en              la década de 1890, un fuerte aumento del gasto privado, dado que se              redujeron los impuestos internos, eliminándose los impuestos              directos a partir de esos años y reduciéndose significativamente los              impuestos indirectos.
 
 Además del gasto militar en los años              1880, aumentaron continuamente los gastos de administración del              aparato fiscal y se hizo un esfuerzo en materia de educación y uno,              mucho mayor, en obras públicas, concentrando ambos esfuerzos              principalmente en los años 1880 y en la primera década del siglo              siguiente.
 
 Lo más sorprendente fue que, teniendo el país un              significativo déficit fiscal antes de la Guerra del Pacífico -el              gasto fiscal per cápita superaba en un 50% los ingresos fiscales-,              no se dedicara una parte de los enormes recursos aportados por la              tributación salitrera a disminuirlo. En efecto, en términos reales,              entre 1878 y 1890, los ingresos fiscales per cápita se multiplicaron              por 3,36 y los gastos por 3,0, de modo que el déficit fiscal en              relación al PIB per cápita se mantuvo prácticamente inalterado. Esta              situación, una vez estabilizados los ingresos mineros, no cambió              significativamente hasta el comienzo de la Primera Guerra              Mundial.
 
 Siempre se ha dicho que se perdió la oportunidad              de ese boom para dar un paso importante hacia el desarrollo,              especialmente en la diversificación de la oferta exportadora.              ¿Cuáles fueron los principales errores?
 
 Hay bastante              controversia en torno a este punto. Aunque se podría haber hecho              más, los gastos educacional y de obras públicas representaron una              inversión valiosa que debe haber impulsado el crecimiento económico              a mediano y largo plazo. Sin embargo, la bonanza salitrera deprimió              las actividades exportadoras por la vía de la caída del tipo de              cambio. A este fenómeno se le conoce con el nombre de "enfermedad              holandesa" y Chile la sufrió con todo su rigor. ¿Se justifica en              casos de un boom como el del salitre en Chile, que duró cuatro o              cinco décadas, aplicar medidas como las que se adoptaron              recientemente frente al alza del precio del cobre? Probablemente no.              A pesar de ello, es cierto que haber mantenido el déficit fiscal              sólo agravó el problema de la enfermedad para los              exportadores.
 
 ¿Qué similitud y qué diferencias observa              del boom del salitre y la del cobre? ¿Se están repitiendo algunos              errores?
 
 La reciente política fiscal chilena -que tiene              un claro sentido anticíclico- no tiene paralelo con la política              fiscal de la época del salitre descrita antes, que se explica en el              contexto de un fenómeno de largo plazo. Es cierto que no es              improbable que -al margen de la actual crisis- Chile deba enfrentar              en las próximas décadas un "boom" del cobre y de otras materias              primas y productos agrícolas. Este podría durar perfectamente unos              20 años, consecuencia del despertar de China y de la India, además              de las posibles condiciones del mercado energético internacional.              Vistas así las cosas, el adelanto de la fecha de una parte de los              beneficios de la reforma previsional y el pago de los bonos              extraordinarios de $40 mil, corresponden -según también lo han              expresado las autoridades- a la política fiscal anticíclica que              están implementando. Distintas serían probablemente las medidas              fiscales que habría que adoptar en caso de que se confirmara un              largo boom del cobre.
 
 ¿Cree que estaban las condiciones              para que el país diera un paso importante al desarrollo en estos              últimos años? ¿Se avanzó o se desaprovechó la              oportunidad?
 
 Claro que sí se podría haber hecho más para              avanzar en nuestro desarrollo económico. No obstante ello, hay que              destacar que en materia fiscal se actuó con gran responsabilidad, en              el contexto de un país que, a pesar de crecer menos que en la década              pasada, sigue convergiendo en forma casi ininterrumpida hacia los              niveles del PIB per cápita de los países más desarrollados. En ese              sentido, los aplausos internacionales hacia nuestra conducción              económica no son injustificados. Me parece que se ha privilegiado              últimamente en exceso el gasto público con carácter asistencialista,              en detrimento de aquel orientado a crear mejores condiciones para un              mayor crecimiento económico. Ello es contraproducente, dado que              resultará ser perjudicial precisamente para aquellos segmentos de la              población que se desean beneficiar.
 
 Fuente /              Estrategia
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