La tradición de la Democracia griega o del republicanismo              romano, encarna, tras un largo periodo histórico, la democracia              jacobina, que debe ser entendida como un proceso que va desde abajo              hacia arriba y no al revés, como se ha querido deformar por parte de              los historiadores bonapartistas y burgueses. La centralización y el              flujo de arriba hacia abajo es obra de la reacción antidemocrática              de Bonaparte y posteriormente del liberalismo, muy propia del              despotismo ilustrado "todo para el pueblo, pero sin el pueblo".              
Más recientemente la democracia participativa surgió, no como              una entelequia sino como una realidad tangible, con los trabajadores              brasileños en su forma de organización en las luchas de los años 70              y 80, concluyendo en un proyecto político y en la creación del              Partido de los Trabajadores en el año 1979, la Central Única de los              Trabajadores en 1983 y el Movimiento de los trabajadores sin Tierra              en 1985. De esa experiencia y de la necesidad de cubrir las              necesidades más elementales dieron lugar a numerosas organizaciones              sociales en defensa de viviendas, centros de salud, educación,              mejora del transporte, de los derechos de la mujer, la infancia,              derechos de los negros, indios, homosexuales
. De este modo se              crearon estas Organizaciones en Brasil, llegando uno de los              fundadores metalúrgico a ser el actual presidente de Brasil.              
Se podría decir, por algunos, que ese país no es ningún              referente para Europa puesto que aquí no existen esos problemas,              pero si analizamos nuestro entorno podemos ver que siguen vigentes,              la única diferencia es que estos problemas no son tan amplificados              como en el estado de referencia, sin embargo, para aquellos que así              continúan opinando habría que decir a modo de ejemplo, que la agenda              21 de la cultura nace como propuesta de los ayuntamientos de              Barcelona y de Porto Alegre el 8 de mayo de 2004 y se firma en la              ciudad condal, por el IV Foro de Autoridades Locales para la              Inclusión Social de Porto Alegre, en el marco del primer Foro              Universal de las Culturas, cuyo preámbulo de la misma dice:              "Nosotros, ciudades y gobiernos locales del mundo, comprometidos con              los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la              democracia participativa y la generación de condiciones para la paz,              aprobamos esta agenda como documento orientador de las políticas              públicas de cultura" como un compromiso de las ciudades y los              gobiernos locales. 
También en Europa, tanto en Gran Bretaña,              Alemania o Francia, se han mostrado favorable a introducir cambios              legislativos para favorecer la ampliación de la democratización              local. Un ejemplo de ello es el proyecto de ley, presentado y              aprobado en la Asamblea Nacional de Francia el 23 de mayo de 2001,              llamado Democracia de Proximidad. 
Los antecedentes que              posibilitaba, pero no obligaba, la participación ciudadana en España              lo encontramos en la Ley 14/1990, definida en el régimen jurídico de              las administraciones públicas relativa a los municipios canarios y a              las entidades territoriales inframunicipales que en su articulado              definían las Juntas Municipales de Distrito o Barrios cuyas              competencias entre otras era mejorar la gestión y facilitar la              participación ciudadana, los Consejos de Participación Ciudadana y              sus funciones, como son estudiar y cuantificar los problemas en              todas las materias (urbanismo, sanidad, educación, trafico, etc.) de              los distritos o barrios así como los Consejos de Barrio y del              Sector. 
Al amparo de esta Ley son muchos de los              Ayuntamientos, mayoritariamente peninsulares, entre otros el              Ayuntamiento de Barcelona, Bilbao, Sevilla, Madrid, etc., los que              fijan un marco jurídico para la participación ciudadana, por el              contrario en Canarias no existen ningún precedente de esta              naturaleza, lo cual nos debe hacer reflexionar. 
Curiosamente              es un gobierno conservador el que aprueba la ley 57/2003 de 16 de              diciembre de 2003, de medidas para la modernización del gobierno              local, y que da paso obligado a la participación ciudadana con la              creación de todos estos foros además de otras medidas de carácter              administrativas, ejecutivas y operativas que, dicho sea de paso, es              el primer objetivo que pretendía la mencionada ley de mínimos.              
El pacto del Gobierno municipal anterior, de acuerdo con el              Art. 121.1 de la LRBRL, toma la iniciativa para situar al municipio              dentro del titulo X de la propia Ley, para posteriormente aprobar              los Reglamentos de participación ciudadana así como el Reglamento              orgánico de Gobierno y Administración, el 13 de Febrero de 2006, y              por las que se rige administrativamente el Ayuntamiento en estos              momentos. Los reglamentos que afectan a la participación ciudadana              no se ponen en marcha, por los presuntos casos de corrupción y la              nula gestión de los servicios, que afectó a la propia estructura              institucional y funcionarial. 
A la mayoría de los políticos,              les gusta mostrar que su gestión se encuentra orientada hacia las              demandas de los ciudadanos. Las fiestas locales organizadas por las              asociaciones, los barrios y el propio municipio proporcionan una              buena ocasión para salir en la foto, "cerca de los ciudadanos".              Desgraciadamente para la mayoría de estos representantes políticos              la participación ciudadana finaliza en ese momento, ó unas palabras              obligatorias, que nos hacen pesar que somos menores de edad para dar              soluciones a los problemas del municipio y que nos afectan como              ciudadanos. 
Las iniciativas que van más allá, como              involucrar a los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones o              incluso delegar la ejecución de determinadas tareas en ellos, son en              general consideradas como altamente sospechosas ó peligrosas, tanto              por los cargos electos como por los funcionarios. Los políticos              porque creen conocer qué es lo más importante para los ciudadanos y              seguramente, continúan argumentando, no les hubieran elegido si esto              no fuera cierto. Los funcionarios también tienden a pensar que              tienen mejor conocimiento experto que los ciudadanos ordinarios,              quienes no pueden ver más allá de sus intereses privados y, en              cualquier caso, carecen de la competencia profesional adecuada.              Desde esta perspectiva, parece claro, que no existen beneficios,              para unos ni para otros, con la participación ciudadana, sólo              verdaderos problemas y se olvidan que son los ciudadanos los que los              eligen, pagan sus salarios y sus irresponsabilidades derivadas de              sus propios intereses políticos o personales. 
Hay que decir              y defender que la participación ciudadana, sólo es posible tomando              parte activa en las decisiones públicas y para ello es necesario un              marco estable y normado en contraposición a la participación "no              auténtica". Decimos que "no es auténtica" porque, los colectivos              ciudadanos, no pueden estar sujetos a que te quiera recibir o no "el              gobierno de turno" para analizar los problemas de tu barrio o              municipio, que te conteste o no las sugerencias que realizan o lo              que es más indigno que te reciban o no dependiendo de su color              político. 
La auténtica participación se caracteriza por un              estilo de colaboración, con la posibilidad de intervenir antes de              que la agenda esté establecida y que las decisiones estén adoptadas,              en la que los ciudadanos tengan la oportunidad real de propuesta y              discusión, para que los resultados sean fruto del proceso y no de la              decisión unilateral de los responsables públicos. Plasmar estas              ideas no sólo será fruto de la responsabilidad de los partidos              políticos que confluyan en esta proposición, sino del apoyo general              de los ciudadanos.
             
(*) Indalecio Rodríguez Santana es vecino de              Telde.
 
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