Una mujer sacará a Alemania de la parálisis
Asi asummió la primera canciller de Alemania. Luego de un resultado electoral pobre y una trabajosa coalición, el horizonte es mejor de lo que se preveía. Esa fue la visión de Henry Kissinger. Ex Secretario de Estado de los Estados Unidos en Clarín
¿Que dirá cuando asuma en unos días más Michele Bachelet en Chile “
El Parlamento alemán elige hoy a Angela Merkel como nueva canciller. Merkel será la primera mujer canciller de la historia alemana, la primera jefa de gobierno que pasó la mayor parte de su vida bajo el comunismo y la primera líder de una coalición entre los dos partidos más importantes de Alemania desde 1969. Asumirá su cargo en un país que en realidad carece de gobierno desde mayo, cuando el canciller saliente, Gerhard Schroeder, anunció su intención de convocar a nuevas elecciones.
Angela Merkel se convertirá en canciller en un momento de crisis para su país, que se encuentra dividido entre reformas internas, problemas económicos y conflicto social; entre el estancamiento y una nueva creatividad en relación con la integración europea; y entre la tradición y la necesidad de nuevas pautas en la Alianza Atlántica.
Cuando vi por primera vez el ajustado resultado de las elecciones y la constitución de la Gran Coalición, temí que se produjera una parálisis. ¿Cómo haría una canciller que tenía un resultado electoral decepcionante para gobernar una coalición de partidos que históricamente se habían opuesto entre sí? ¿Cómo se encabeza un gobierno en el que los puestos del gabinete están divididos entre partidos antagónicos?
Todo lo malo podía pasar, pero también hay una alternativa por la que me siento cada vez más inclinado. Los dos partidos de la coalición saben que la misma se romperá si se boicotean el uno al otro, y ambos deberían hacer frente a los dilemas que los obligaron a formar la coalición. Cuando Schroeder trató de instrumentar reformas marginales, ello amenazó con dividir al Partido Socialdemócrata. Cuando Merkel propuso una alternativa fuertemente orientada al mercado, en el electorado se produjo una división casi en mitades; de hecho, con una leve ventaja para la izquierda, si se tiene en cuenta a los ex comunistas.
Así, una parálisis que agrave la crisis podría volver irrelevantes a los partidos dominantes y producir un importante vuelco electoral hacia partidos menores o nuevas agrupaciones ubicadas en los extremos del espectro político.
La personalidad de la nueva canciller brinda nuevas esperanzas. Durante la campaña electoral, fue habitual criticar la aparente falta de carisma de Angela Merkel. Sin embargo, el extraordinario logro de su ascenso podría ser mucho más importante. En cuestión de diez años, pasó de oscura investigadora científica de la Alemania oriental comunista a canciller sin representar a ningún grupo propio y a pesar de la oposición de integrantes de su partido.
Hay muchas explicaciones para el inexorable avance de Angela Merkel, parte del cual pudo deberse al hecho de que sus adversarios competían entre sí. Finalmente, sin embargo, su persistencia en la consecución de sus objetivos puede generar su propio ímpetu en la tarea de gobierno.
La política exterior es el terreno que más oportunidades ofrece. Cuando Alemania se unificó, en 1871, el primer ministro británico Benjamin Disraeli afirmó que se trataba de un acontecimiento más importante que la Revolución Francesa. Temía que una potencia ubicada en el centro de Europa y con mayor fuerza que cualquiera de sus vecinos pudiera resultar difícil de integrar en el equilibrio europeo. La unificación alemana de 1991 implicó el mismo desafío que había derivado en dos guerras mundiales. Afortunadamente, dos grandes iniciativas del período de posguerra —la integración europea y la alianza atlántica— absorbieron los impulsos nacionales de Europa en un marco mayor. Esos dos logros se vieron afectados como consecuencia de las diferencias entre Alemania y los Estados Unidos en el pasado reciente.
Existe otro dato clave: el cambio generacional es pronunciado en el caso de la canciller. Merkel vivió bajo un gobierno comunista durante la Guerra Fría. Para muchos europeos orientales, los debates occidentales sobre la seguridad parecían autocomplacientes en comparación con los desafíos de vivir bajo un régimen comunista. De la misma forma, la integración europea era importante como visión para un futuro mejor más que como instrumento para poner distancia con los Estados Unidos. Merkel entiende por experiencia personal los ajustes psicológicos que exige la unificación a la población de Alemania oriental, si bien no utiliza eso de manera demagógica.
En los primeros tiempos de la unificación le pregunté cuál consideraba que era el mayor desafío psicológico desde el punto de vista de la política exterior de Alemania del Este. Contestó: "Aprender a sentirse tan cómodos pasando las vacaciones en Francia como se sienten hoy en Bulgaria".
Con una sistemática actitud científica, Merkel evitará elegir entre el atlanticismo y Europa o confundir medidas sentimentales respecto de Rusia con una gran estrategia. Seria, práctica y reflexiva, se esforzará por ser una socia en un haz de relaciones apropiadas para el nuevo orden internacional. Se niega a elegir entre Francia y los Estados Unidos. En lugar de ello, lo que hace es crear un marco que los comprenda a ambos. Defenderá su percepción de los intereses alemanes y la suerte de sus adversarios en el plano interno demuestra que puede ser una oponente formidable. Sin embargo, esos intereses se definirán en términos de una visión de futuro y no en los del combate ideológico de las décadas pasadas.
El gobierno de Bush dio muestras de estar dispuesto a cooperar. De hecho, una de las preocupaciones es que la cooperación pueda derivar en un entusiasmo que eclipse el diálogo con planes a corto plazo. El gobierno de Bush tiene que contener su tendencia a llevar adelante las consultas como un ejercicio tenaz de imposición de las preferencias estadounidenses. Es necesario que se deje espacio para la elaboración de un punto de vista alemán sobre el futuro. El desafío más importante que se presenta a los países atlánticos es el desarrollo de un nuevo sentido de destino común en la era de la jihad, del ascenso de Asia y de crecientes problemas universales como la pobreza, las pandemias y la energía, entre muchos otros.
Copyright Clarín y Tribune Media Services, 2006. Traducción de Joaquín Ibarburu.