En el Diario
Biotecnología, protagonista imprescindible del desarrollo y la competitividad
Manuel Krauskopf
Rector Universidad Andrés Bello.
Para proyectar el desarrollo económico que surge de la nueva concepción que nos ofrece la biotecnología, nos viene a la memoria la incertidumbre que hubo entre los siglos XVIII y XX en lo que concierne al efecto transformador que tendrían la irrupción del motor a vapor, la electricidad y finalmente los microchips.
Si bien Chile fue tan sólo espectador de estos hitos tecnológicos, con la biotecnología tenemos hoy una oportunidad insuperable para ser auténticos protagonistas de una de las corrientes principales del crecimiento económico, y apropiar a Chile de una herramienta fundamental de progreso social.
El avanzado capital humano que hay en Chile en ciencia y tecnología, aunque indiscutiblemente pequeño, con adecuada voluntad política, es sin duda la simiente para el despegue significativo de
Todos los estudios confirman que la innovación de punta sólo existe cuando en su entorno se apropia adecuadamente el saber. Un país culto comprende que para sustentar su desarrollo en la biotecnología es necesario cultivar con rigurosidad la diversidad de disciplinas que fluyen por su torrente sanguíneo.
La biotecnología convoca para su adecuado avance conocimientos básicos y tecnológicos, jurídicos, económicos, administrativos y, por sobre todo, éticos. Conlleva, de seguro, el imperativo de la responsabilidad social y el compromiso de contribuir a un desarrollo sustentable.
Los núcleos serios de investigación en biotecnología ya nos están mostrando el efecto transformador que nos puede incorporar en pleno al contexto que configura el avance económico en los países más competitivos.
Chile como país minero y particularmente cuprífero requiere más en biohidrometalurgia. El precio del cobre no es eterno y se deben bajar los costos para su explotación.
El mar y aguas continentales reclaman un aprovechamiento sustentable incorporando conocimientos de avanzada tanto en la acuicultura como en el uso de productos químicos finos de noveles aplicaciones y elevado costo. La biotecnología forestal se catapulta con el nuevo conocimiento de la biología y genética molecular. La fruticultura en todos sus aspectos impone avances biotecnológicos. Lo mismo la vitivinicultura. Nuestras materias primas requieren de la biotecnología para mantener su competitividad y por cierto transformarlas y generar un claro valor agregado.
En lo personal percibo que, aunque en forma incipiente, se está empezando a comprender en Chile la relevancia de abordar la biotecnología en todas sus dimensiones, lo que implica un rol del Estado y, por cierto, del mundo privado y de los capitales de riesgo, sin los cuales hablar de innovación pasa a ser un mero discurso.
El ámbito de la salud, humana, animal y vegetal, componente indiscutible del bienestar y desarrollo económico, depende más que nunca de una apropiación biotecnológica que impone una investigación rigurosa, inter y transdisciplinaria.
Tenemos la semilla, sueño que sabremos sembrar para cosechar frutos relevantes al alcanzar el Bicentenario.