LA CIENCIA EN CHILE
La globalización de la economía y la desenfrenada carrera tecnológica que, según los expertos, dobla el conocimiento de la humanidad cada 15 años, hace que una de las principales determinantes del crecimiento económico sea la innovación tecnológica.
Las naciones desarrolladas de primer y segundo orden destinan importantes recursos en investigación científico tecnológica, fundamentalmente en investigación y desarrollo, ahora, la inyección de recursos, siendo pilar fundamental en la cadena de generación de conocimiento, no garantiza por sí misma el desarrollo científico.
El caso chileno
Uno de nuestros principales problemas es la incapacidad de generar y retener científicos. El país, en los últimos 15 años ha fortalecido la formación de postgrados y la participación de privados en investigación, no obstante, se siguen repitiendo problemas como falta de infraestructura, exigua investigación aplicada, desarrollo desequilibrado entre ciencias duras y humanidades, magra divulgación del conocimiento y la casi nula inscripción de patentes.
En Chile como en el extranjero se recurre a una serie de indicadores que aportan luces sobre las interrelaciones entre ciencia, tecnología e innovación. Es decir, la dinámica de innovación del país se concentra en una serie multidimencional de factores, entre ellos:
Capital humano: preferentemente referido al número de científicos, este indicador se calcula en base a la cantidad de profesionales ligados a la ciencia y, más que nada, al número de postgraduados medido en cantidad de magísteres y doctorados.
En Chile sólo 337 magísteres y 402 doctores han realizado sus tesis en laboratorios de investigación financiados por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, CONICYT, y sus instrumentos de apoyo a la ciencia y tecnología. El número de doctorados crece cada año, pero el número de aumentos no puede proyectarse debido a la limitada capacidad que el sistema tiene para absorberlos, fundamentalmente en el Fondo Nacional de Desarrollo Científico Tecnológico, FONDECYT.
Esta es la gran piedra de tope a la hora de evaluar el crecimiento de nuevos doctores que el país requiere, y que, según los analistas, debiera quintuplicarse en el mediano plazo para dejarnos en un pie comparable a nuestros vecinos (Brasil y Argentina).
Gasto en investigación y desarrollo (I+D): tarea emprendida tanto por privados como por el Estado, se traduce en recursos monetarios para financiar mano de obra calificada y la infraestructura necesaria para el desarrollo de actividades de investigación. Una de las características relevantes de este indicador es que pequeños esfuerzos generan importantes incrementos en la tasa de crecimiento de un país, factor que se multiplica si la nación aludida se encuentra en vías de desarrollo.
Los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, invierten en promedio un 2% de su PIB en I+D. Algunos países nórdicos llegan incluso al 3% y la tendencia es a aumentar estos aportes. Las naciones desarrolladas de segundo orden, como Corea, invierten entre 1% y un 2% de su PIB, es decir, tres veces más que Chile (0,7% del PIB).
En nuestro país, más del 70% de la I+D es financiada por el gobierno y las universidades, en tanto que las empresas financian un porcentaje menor al 20% del total. Justo al contrario de lo que se aprecia en los países líderes en innovación, como EE.UU.
Inscripción de patentes: indicador relevante a la hora de medir el desarrollo tecnológico, especialmente dado el alto impacto económico que esta práctica puede tener. Para ello las naciones velan por crear una cultura de protección intelectual que persigue inscribir dichas patentes, no sólo en el país de origen, sino que en al menos otros dos mercados importantes (generalmente USA y Europa).
El año 2000 tuvimos una tasa de patentes concedidas a chilenos en EE.UU. que alcanzó a 1 por millón de habitantes, cifra nimia si es comparada con los las 78 por millón concedidas a Holanda o las 119 de Finlandia.
Inversión estatal versus inversión privada: la experiencia de países líderes como Japón y EE.UU. indica que, si bien el Estado tiene una responsabilidad ineludible en generar y fomentar la investigación, en una economía de mercado es la empresa privada la que soporta sobre sus hombros la mayor parte del gasto, en una proporción que supera el 65%, de manera que dicho gasto se vea reflejado en investigación productivamente pertinente y tenga efectos económicos reales.
En cifras, Chile invierte el 55% de su presupuesto en investigación básica, Japón dedica el 64% de su inversión al desarrollo experimental; EE.UU. hace otro tanto con un 58% dedicado a la experimentación; mientras que México destina el 46% de su presupuesto de I+D a ciencias aplicadas, pese a que su inversión total en ciencias alcanza sólo el 0,3 de su PIB (Fuente: OCDE, R&D database, 2003).
Señales en el país
Para revertir estas tendencias, el Fondo Nacional de Desarrollo Científico Tecnológico, FONDECYT, ha venido a representar una verdadera ayuda, encargándose de liderar y difundir el desarrollo científico, tecnológico y de formación de recursos humanos para el país.
Esta expansión se ha traducido en la creación de otros importantes programas, como el Programa Fondo de Investigación Avanzada de Áreas Prioritarias, FONDAP, que cuenta con siete centros en el país.
Esto ha llevado a un incremento en el número de investigadores y en la calidad de los profesionales dedicados a esta área. Entre los años 1999 y 2002 la masa de investigadores chilenos subió de 4.933 a 5.989, esto es más del 20%, mientras la creación de conocimiento, medida en publicaciones en revistas de corriente principal, subió de 2.121 a 3.003, entre 1999 y 2003, lo que representa un 42% de incremento.
Observatorio Chileno de Ciencia, Tecnología e Innovación: alentadora es la inminente creación del Observatorio Chileno de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) cuya principal misión consiste en posicionarse como una gran red que propicie el intercambio de conocimientos, experiencias y mejores prácticas, y que, al mismo tiempo, permita optimizar la gestión del conocimiento en nuestro país.
La idea es que los múltiples socios aporten valor agregado a las diversas estadísticas que emanan del área, de modo que esta información pueda usarse en los sectores públicos, empresarial y académico para tomar decisiones informadas de la evolución del sistema de innovación.
Liderazgo en tecnología de información y comunicación: en el concierto latinoamericano, el liderazgo chileno en la carrera por convertir a la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) en un poderoso motor de crecimiento y aumento de la competitividad, es otro de los indicadores que encienden una luz de esperanza.
Un ranking elaborado por el Foro Económico Mundial en 2005, situó a Chile en el puesto número 35 de un universo de 104 países analizados, siendo la nación latinoamericana mejor evaluada, seguida por Brasil que se ubicó en el puesto 46. Dato que no es menor dada la fuerte alza de las economías emergentes a nivel mundial en esta materia, en desmedro de los bajos resultados latinoamericanos.
La ciencia en Chile desde bcn.cl, saludos Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com