Julian Assange o la opacidad de un organización que reclama transparencia. La web creada en 2007 por el 'hacker' australiano revolucionó los medios con la publicación los cables diplomáticos de EE UU, la mayor filtración desde la difusión, hace 40 años, de los documentos del Pentágono sobre el Vietnam. Aunque hoy el gran enigma es Assange y su futuro.
Hace escasos días se cumplió un año de la aparición del vídeo Asesinato colateral, el brutal testimonio de cómo un helicóptero Apache estadounidense acribillaba impunemente a 12 iraquíes y hería a dos niños en un suburbio de Bagdad en 2007.
Aunque Wikileaks había aireado ya la corrupción de bancos suizos e islandeses, las inquietantes prácticas de la Cienciología o interioridades de la cárcel de Guantánamo, aquel vídeo marcó un punto de inflexión en la historia de la organización y de su fundador, Julian Assange, que iban a dar mucho que hablar a lo largo del siguiente año.
El mundo se acostumbraría a las apariciones de un enigmático tipo de pelo blanco que iba sacando de su chistera impactantes filtraciones sobre la realidad de las guerras de Irak y Afganistán. Pero faltaba la guinda. El 28 de noviembre, Wikileaks -en colaboración con algunos de los mayores diarios del mundo- iniciaba la publicación de 250.000 cables del Departamento de Estado de EE UU que dejaban al descubierto los entresijos de la diplomacia mundial.
Y empezaba un rebuscado culebrón en que se mezclan la libertad de expresión, la detención de un joven soldado, acusaciones cruzadas de conspiraciones y la vida sexual de Assange.
ENTREVISTA. Daniel Domscheit-Berg, ex 'número dos' de Wikileaks
Daniel Domscheit-Berg, en su reciente visita a Barcelona.
ADN.es / Cris Izquierdo
No discute que Assange es el padre de Wikileaks, pero Daniel Domscheit-Berg, ex portavoz de la organización, reivindica orgulloso sus aportaciones y su dedicación al proyecto. El informático alemán abandonaba Wikileaks a finales de 2010 junto a otros miembros, harto de los modos de un líder "dictatorial".
Wikileaks por dentro (Roca / La Campana) es mucho más que un libro que desmitifica a Assange. Es el único relato en clave interna hasta la fecha sobre la organización y una apasionada defensa de los principios de transparencia de los que cree que Wikileaks se desvió. Ahora los defiende desde
Openleaks, su nuevo proyecto.
¿Por qué las fuentes de Wikileaks no confiaron en los medios tradicionales?
En la mayoría de países, los periodistas están muy bien protegidos pero las fuentes no. Si explicas lo que ocurre en tu empresa, por ejemplo, te despiden o incluso puedes ir a la cárcel. En la cadena que va del filtrador hasta la noticia, quien realmente corre el riesgo legal es la fuente. La mayoría de gente no conoce a ningún periodista, no sabe cómo contactar con los medios ni sabe hasta qué punto se implicarán en su seguridad. Si le entregas un documento a un periodista, éste no lo va a publicar. Escribirá una historia sobre él y si es bueno lo guardará en su archivo, y quizás un año después redacte otro. No lo compartirá porque tiene un enfoque de exclusividad. Pienso que si una fuente decide correr el riesgo de revelar algo, lo que quiere es que eso cambie. Y si le entrega el documento a alguien que lo distribuya y se asegure de que mucha gente tenga acceso a este documento esto es mucho más eficiente con lo que la fuente quiere.
¿Qué puede hacer Openleaks?
La existencia de una entidad centrada en protegerte puede resultar atrayente para esa gente, porque no tienen que ponerse en contacto directamente con alguien y pueden permanecer en el anonimato. Actualmente estamos en contacto con los primeros socios con los que vamos a trabajar a partir de mayo: tres ONG y tres medios internacionales.
¿Piensa que los medios que se han beneficiado de Wikileaks intentarán establecer sus propias plataformas para recibir filtraciones?
Sí. Algunos como Al Jazeera ya lo han hecho y periódicos como el New York Times y The Guardian lo están estudiando. Aunque también están negociando con Openleaks porque quieren trabajar con nosotros.
¿No cree que a partir de ahora será casi imposible filtrar algo anónimamente?
Estamos abordando este aspecto con mucha dedicación y creo que tenemos buenas soluciones técnicas y legales para proteger a las fuentes. El hecho de que no publiquemos los documentos nosotros hará más difícil saber de dónde viene y hacia adónde va la información.
¿Qué futuro le espera Wikileaks tras el 'caso Assange'?
Ahora mismo no le auguro mucho futuro pero deseo que se recupere. El problema es que Julian ha puesto Wikileaks en una posición muy difícil, mezclándola con su vida privada, y no sé hasta qué punto puede deshacer lo que ha hecho. Tampoco ayuda que se esté rodeando de algunos reconocidos antisemitas suecos. Esta no es gente con la que quieras trabajar. Se ha enemistado para siempre con EE UU, y Washington intentará durante años cerrar la web como sea.
¿Cree que EE UU realmente quiere extraditarle?
Wikileaks es una entidad que publica y EE UU tiene la Primera Enmienda, la protección más fuerte para la libertad de expresión que conozco. No entiendo por qué quieren a Julian. Entiendo que deseen llevarle ante la justicia, pero no creo que esto ayude ni que haya una base legal. Quizás son ladridos para expresar cuán enojados están, pero no están preparados para morder a nadie.
¿Sabe cómo se ha tomado su libro Assange?
De vez en cuando recibo cartas de sus abogados exigiéndome que no hable más con los medios sobre Wikileaks. Lo triste es que utilice el dinero de los donativos para pagar a abogados para que me envíen cartas intimidatorias.
¿Qué le parece la idea del filme sobre Wikileaks?
La película se va a hacer de todos modos porque Wikileaks se ha convertido en parte de la cultura pop. Intento convencer a los productores de la importancia de que hagan un buen filme y no una historia cualquiera, que consulten a toda la gente que tiene experiencias e información sobre Wikileaks. Es Hollywood, pero si Steven Spielberg está involucrado, tengo esperanzas de que el proyecto tenga calidad.
ENTREVISTA. David Leigh, jefe de investigación del diario 'The Guardian'
El periodista David Leigh, tras la entrevista con ADN.
ADN.es / Jordi Soteras
En siete días, David Leigh ha tenido una de cal y otra de arena sobre Wikileaks. Si la semana pasada su periódico recibía el Press Award como mejor diario británico del año gracias al 'Cablegate', ayer mismo Julian Assange anunciaba que le
denunciaría por difamarle en su libro
Wikileaks y Assange (Deusto), debido a lo mismo que afirma en la última pregunta de esta entrevista con ADN.
¿Se puede acusar de lo mismo a su diario de lo que se puede acusar a Assange?
Es exactamente el mismo caso. Ambos publicamos las filtraciones. Este es el gran problema de EE UU, ¿cómo acusar a Assange sin hacerlo con nosotros o el New York Times?
¿A EE UU le interesa realmente extraditarle?
Mi conclusión es que Washington intenta expresar de la forma más teatral posible que perseguirá a Assange para protegerse a nivel interno de ataques como los de la derecha, que piden su muerte. Pero si lo llevaran adelante se enfrentarían a muchos más problemas, como campañas a favor de la libertad de expresión, protestas... Todos defenderíamos a Assange, que se convertiría en mártir. Además, EE UU ya tiene su culpable en Manning, su ejemplo de que no habrá piedad con un militar que filtre datos.
¿Cree que su diario está en deuda con Manning?
Sí, al igual que lo está el resto del mundo. En The Guardian lideramos campañas de apoyo para que mejoren sus condiciones de encarcelamiento. Pero si violó la ley militar no hay nada que pueda hacerse. E implicarse financieramente con su defensa no creo que sea el papel de un periódico independiente.
¿Los problemas de Assange con la justicia sueca ayudan o perjudican a Wikileaks?
Ayudan a Julian de dos maneras. Fortalecen la marca Wikileaks en el sentido que desafía sin miedo a la mayor potencia mundial. El otro beneficio para él es que así distrae la atención sobre el motivo real por el que Suecia quiere extraditarle, que son sus cargos sexuales y no Wikileaks.
Después de colaborar con Assange, ¿qué concepto tiene de él?
El problema con Julian es que habla de justicia y libertad de expresión pero su conducta es paradójica en este sentido. No es muy transparente y a menudo es poco honesto. Se enfadaba mucho cuando se filtraba información de su organización, a la que rodea un gran secretismo. Nos demostró que no era fiable cuando intentó hacernos un doble juego. No me gustaría vivir en un mundo en que Julian fuera rey.
¿Planea su diario crear una plataforma como Wikileaks?
Lo estamos estudiando. El problema reside en ser quien publica en última instancia. Todo el mundo habla de anonimato y de encriptar mensajes pero la cuestión es cómo publicas en la red sin que puedan obligarte a retirarlo.
¿Dónde está el límite -si cree que lo hay- sobre lo que debemos saber sobre nuestros Gobiernos?
Hay un límite y lo descubrimos con Wikileaks. Los documentos sobre Irak y Afganistán contienen nombres de informantes que hablaron con EE UU y podían sufrir represalias. Tuvimos una pelea con Julian porque él quería publicarlos y nosotros le pedimos que los borrara. En cierto momento nos dijo: "Son informadores, colaboradores de los americanos y merecen morir". Eso nos chocó mucho, pero al final le convencimos. En otro de los cables hay un listado de infraestructuras críticas, como oleoductos o industrias farmacéuticas que producen ciertos medicamentos. En The Guardian decidimos no publicarlo porque no tenía ningún interés público y sí mucho para los terroristas. Pero Julian se lo llevó al Times de Londres y ellos lo publicaron.
