La seguridad energética, es decir, contar con un suministro constante en América del Sur como es el gas natural se ha convertido en una prioridad política de los gobiernos de la región. Sobre todo cuando las principales economías del Cono Sur: Argentina, Brasil y Chile crecen a ritmos acelerados de la mano de la estabilidad macroeconómica que gozan en la actualidad. Fuentes de la Agencia Internacional para la Energía señalan que América Latina necesitará 1,3 billones de dólares en nuevas inversiones en el sector energético antes de 2030 para afrontar el incremento de la demanda. Sin embargo, muchos expertos dudan sobre la viabilidad de la tan deseada integración energética de América del Sur considerando el actual escenario de conflictos diplomáticos y discrepancias comerciales que la asolan. Pero más allá de la voluntad política, ¿se dan las condiciones económicas y de infraestructura necesarias para esa integración y mejor aprovechamiento de los recursos energéticos de los países latinoamericanos?
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