BIOCOMBUSTIBLES El automóvil ensaya su adiós al petróleo Los ingenieros de las principales marcas automovilísticas buscan ya alternativas energéticas ante la más que probable crisis del sector. | ||||||||||||||||||||||
FERNANDO LIZUNDIA
"El agua será el combustible del futuro. La energía del mañana es agua disociada en hidrógeno y oxígeno mediante la electricidad. Estos elementos garantizarán el suministro energético del planeta durante un periodo de tiempo indefinido". La cita es del escritor y visionario francés Julio Verne, que la incluyó en su obra 'La isla misteriosa', aparecida en 1874. Sin embargo, el hidrógeno, aunque podría ser la solución definitiva al problema del suministro energético, parece una solución todavía muy distante. De hecho, hay un número creciente de escépticos que dudan de que alguna vez este combustible llegue a imponerse de forma global.
Además, la previsible salida de Irak del Ejército estadounidense podría desembocar en la desaparición del país. Un hecho que desencadenaría una crisis de incalculables consecuencias. A esto hay que sumar la crisis de capacidad extractiva y el vaticinio de la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que calcula que en 10 o 15 años la producción mundial de hidrocarburos ya no será capaz de satisfacer la demanda, impulsada por China, la India y también Rusia. Los efectos de semejante situación están todos los días en los medios de comunicación: subidas incesantes de precios. Una pesadilla para economías como la estadounidense, que consume 20 millones de barriles diarios de combustible, 20 veces más que el consumo diario español. Un informe reciente del BBVA señalaba que cada tres dólares de subida del barril equivalen a una reducción de 0,2 del Producto Interior Bruto (PIB). La solución pasa por buscar fuentes alternativas de energía, como es el caso de los biocombustibles (biofuels), que nacieron al mismo tiempo que el automóvil y que en los últimos años están conociendo un creciente y rápido desarrollo.
El objetivo es múltiple. Por una parte, reducir la dependencia de los países árabes y de productores tan poco fiables como la Venezuela de Hugo Chávez, que pueden inducir graves crisis económicas restringiendo la producción, las exportaciones o ambas. Suecia ya ha declarado abiertamente su intención de ser energéticamente independiente en el año 2020. Además, los países occidentales también pretenden ser los propios productores de su energía, ya que esto genera puestos de trabajo, especialmente en el campo. Esto ayudará a absorber parte del paro generado por la creciente deslocalización de compañías. Socorrido etanol Uno de los primeros en llegar fue el etanol, también llamado alcohol de grano, elaborado a partir de los azúcares contenidos en la caña de azúcar, la melaza y el sorgo dulce; del almidón contenido en el maíz, el trigo, la cebada, la soja o las patatas, y, por último, a través de la hidrólisis de productos ricos en celulosa, como la madera o los residuos de origen agrícola. La ventaja de este alcohol es que se disuelve fácilmente en la gasolina y ayuda a reducir las emisiones nocivas o que contribuyen al efecto invernadero. En Suecia, por ejemplo, toda la gasolina que se vende lleva disuelto al menos un 5% de etanol.
Pero también se comercializa una mezcla de 85% etanol y 15% gasolina (E85) que goza de gran popularidad en Estados Unidos, donde este combustible mueve a cinco millones de vehículos. El problema es que sólo se expende en 605 de las 175.000 gasolineras que existen en todo Estados Unidos. El problema es que el etanol es menos eficiente que la gasolina, por lo que se necesita mayor cantidad para obtener el mismo rendimiento. Por ello, el E85 incrementa el consumo entre un 30 y un 40%, y reduce la autonomía en la misma medida. Una alternativa al etanol es su primo el metanol, también conocido como alcohol metílico o alcohol de madera, llamado así porque inicialmente se producía destilando este material. Este combustible produce bastante energía, como demuestra el hecho de que se utilizó en competiciones en Estados Unidos y que también lo utilizaban los aviones de combate alemanes de la II Guerra Mundial para conseguir aportes de energía extra durante cortos periodos de tiempo.
Actualmente también se fabrica metanol a partir de gas natural y de metano. Además, se le ha encontrado una nueva utilización: la de servir de depósito para hidrógeno, ya que en determinadas circunstancias, cada molécula de metanol (CH4O) libera con facilidad un átomo de hidrógeno. Una característica muy interesante para emplearlo como combustible de las pilas de hidrógeno. Pero, sin duda, dos de los productos más interesantes son el biodiésel y los biogases, como el biometano o los gases licuados. Estos últimos se obtienen a partir de los residuos generados por las refinerías y el líquido resultante puede ser añadido a los diferentes gasóleos. El biometano, también denominado biogás, se produce aprovechando cultivos específicos, desperdicios agrícolas, purines del ganado y basura orgánica doméstica. El conjunto es procesado hasta obtener gas metano que es posteriormente licuado y utilizado como combustible. Los restos son utilizados para alimentar al ganado.
Pero, sin duda el previsible ganador de esta lid es el biodiésel, obtenido a partir de plantas oleaginosas, como la soja, el maíz, las semillas de colza o de mostaza, los cachuetes, las pipas de girasol o el aguacate. También se puede obtener a partir de aceites de cocinar reciclados o con grasa animal, además de con algas. Combinando los aceites así obtenidos con metanol se obtiene biodiésel, que tiene un poder energético casi idéntico al del gasóleo y que puede ser mezclado con éste en proporción de hasta el 20% sin necesidad de reformar el motor. Una modificación del sistema de inyección valorada en unos 400 euros, permite utilizar biodiésel puro, con muy importantes reducciones de las emisiones de CO2. En Europa se ha desarrollado una variante, el BTL (Biomass to Liquid) que logra una mayor eficacia energética y cuyas emisiones de dióxido de carbono se reducen en hasta un 90%. El coche siempre tuvo un corazón verde
Ocho años antes, Bertha Benz esposa de Karl Benz, inventor del primer coche con motor de explosión de la historia había realizado su épico viaje de Mannheim a Pforzheim, con el que demostró la viabilidad del automóvil impulsado por un motor de gasolina. Henry Ford, otro de los padres del automóvil y quien más hizo para convertirlo en un bien de consumo masivo, era un entusiasta de los productos naturales y por ello hizo que el Ford T, el primer coche de la historia producido en cadena, montase un motor diseñado para funcionar con bioetanol, producido a partir de maíz y de soja. Desde entonces se han hecho multitud de experimentos con diversos combustibles, aunque no siempre con éxito. Los más prometedores a la espera de comprobar si el hidrógeno es realmente viable son los de origen biológico, principalmente los destinados a los motores diésel que, gracias a estos nuevos combustibles podrían conocer una segunda juventud y no se encarecerían tanto como últimamente se ha dicho. La ineludible ayuda de los ricos y famosos
En Estados Unidos son los actores más reputados a los que recurren las marcas para lanzar sus campañas promocionales. Ellos acuden a la entrega de los Oscar a bordo de flamantes coches híbridos o participan en los salones del automóvil en la presentación de nuevos modelos. Pero los hay también que se mueven por genuinos intereses medioambientales. Es el caso de George Clooney, que posee un desgarbado Tango T600, un coche eléctrico biplaza en tándem, que pese a su peculiar aspecto es capaz de superar los 200 km/h. y de acelerar de 0 a 100 km/h. en cuatro segundos. Otros, como el corredor de Fórmula 1 Kimi Raikkonen, se ven obligados por contrato a conducir autobuses de pila de hidrógeno. Una experiencia casi religiosa. MÁS NOTICIAS DE ELMUNDO, PINCHE AQUÍ http://elmundomotor.elmundo.es/elmundomotor/2006/06/02/tecnica/1149239694.html |
Rodrigo González Fernández
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