SOFTWARE LIBRE:
EXPANDIENDO EL ACCESO A LA COMPUTACIÓN
Este es un tema que partimos tratando acá pero es de amplia discusión en el mundo y en el mundo de los blogs. Vamos a dar inicio a un ciclo de artículos en esta materia con bcn.cl queriendo hacerlo con la fuente de la base legal .Mucha gente nos ha preguntado que es eso del software libre. Veamos
La definición de "software libre" tiene dos aristas. Primero, que sea libre en el sentido de que puede ser usado, copiado, estudiado, modificado y redistribuido libremente. Por otro lado (y ésta es la confusión con el término en inglés "free software", que puede ser interpretado como "libre" o "gratis"), software libre significa que debería tener un costo cero o, como máximo, el costo de envío o distribución, aunque no es obligatorio que así sea.
Durante los años 60 y 70, el software no era considerado un producto comercial en sí sino un añadido que los vendedores de los grandes computadores de la época incluían para que sus clientes pudieran usarlos. En ese contexto era común que los programadores compartieran libremente sus programas unos con otros. Pero a fines de los 70, las compañías comenzaron a imponer restricciones a los usuarios mediante los acuerdos de uso de licencias; es decir, el usuario ya no era dueño del software, sino que sólo accedía a usarlo bajo las condiciones fijadas por quienes lo creaban y comercializaban, como prohibición de copia y de distribución gratuita. El software comenzó a ser valorado como un producto con el que se podía comerciar.
Esto provocó que algunas personas comenzaran a trabajar por recuperar la libertad de los softwares. Fue así como en 1984, Richard Stallman comenzó a trabajar en el proyecto GNU para crear un sistema operativo de libre uso, y en 1985 fundó la Free Software Foundation (FSF), cuyo trabajo consiste en el establecimiento de un marco de referencia moral, político y legal para que el software libre sea una alternativa válida frente al software propietario (es decir, el software comercial).
Para Stallman la definición de software libre está más cerca del hecho de restringir las posibilidades de su apropiación. Es el fomento de una actitud: la de compartir el conocimiento. El software libre es considerado por muchos como un apoyo a la innovación, al desarrollo de las ciencias y a la propagación del conocimiento al eliminar las barreras que impiden su difusión y al permitir que muchas manos colaboren en el desarrollo y perfeccionamiento de un programa.
La comunidad del software libre define cuatro libertades asociadas con los programas:
Libertad 0: es la que permite ejecutar el programa con cualquier propósito.
Libertad 1: permite estudiar y modificar el programa.
Libertad 2: permite copiar el programa para ayudar al prójimo.
Libertad 3: permite mejorar el programa y hacer públicas estas mejoras, de forma que se beneficie toda la comunidad.
Otro movimiento, similar pero no idéntico, es el del software de "código abierto". Este, a diferencia del software libre, basa su existencia más en la excelencia de los aspectos técnicos que en los filosóficos o éticos, viendo el acto de compartir los códigos fuentes (las instrucciones que dan forma al programa) como un medio para dicho fin. Este movimiento nació en 1998 con un grupo de personas, entre las que cabe destacar a personalidades como Eric S. Raymond y Bruce Perens. Aunque ambos movimientos tienen más similitudes que diferencias, se suele usar el término neutral "FLOSS" (Free/Libre and Open Source Software) para referirse a ambos sin caer en sus distinciones.
Entre las ventajas más evidentes del software libre están su fácil distribución (que muchas veces es gratuita a través de descargas desde algunos sitios de Internet), la ausencia de restricciones para su uso tanto personal como comercial y la posibilidad de ser modificado y mejorado gracias a que los programadores pueden tener acceso a las instrucciones que lo hacen funcionar (en ese sentido, coincide con la idea del software de código abierto, en contraposición al software "cerrado" que impide ver cómo está construido). Pero también se le señalan desventajas. Justamente por ser no comerciales y muchas veces dependientes de una amplia comunidad de voluntarios para darle vida, los programas del software libre no suelen ser respaldados por un grupo permanente de programadores que se hagan responsables de hacerle mejoras, de corregir errores o siquiera de ofrecer servicio técnico.
Algunos de los softwares libres más conocidos son: el sistema operativo Linux; el servidor de transporte de correo Sendmail; el servidor web Apache; los sistemas de base de datos MySQL y PostgreSQL; los lenguajes de programación Perl, Python, Tcl y PHP; la suite de escritorio Open Office; los navegadores de Internet Mozilla y Firefox, el editor de fotografías GIMP y el administrador de contenidos Plone.
La posición del software propietario
El software libre y el software propietario se ven como antagonistas, caras opuestas de una moneda. En un artículo escrito en marzo de 2003, Bradford L. Smith, vicepresidente de Microsoft, presentó una visión alternativa al debate sobre el código fuente abierto, basada en tres ideas centrales.
Ambos tipos de software son partes integrantes de un ecosistema de software más amplio y han desempeñado un papel importante en su evolución. El software libre no debe ser visto por sus seguidores como la única opción correcta en el mundo de la computación. No son excluyentes y es posible que puedan llegar a ser complementarios.
El mercado produce renovación permanente de los productos y crecimiento del sector. El mercado, en combinación con la defensa de los derechos de propiedad, puede generar los recursos que lograrán garantizar que aparezcan programas novedosos que se adapten a las necesidades del mercado y los usuarios.
Las administraciones públicas pueden ayudar a que aparezcan innovaciones en software y a que haya un crecimiento económico mayor mediante el respaldo a la investigación básica, tanto en el sector privado como en el público. Así se incentivan el trabajo y las experiencias que a la larga redundarán en programas más novedosos y de mejor calidad, que pueden ser comercializados de manera privada o empleados por el sector público para beneficio de los ciudadanos.
Tal vez uno de los puntos más fuertes que tiene el discurso de Smith, y que es el que defiende Microsoft, sea el de la innovación. Esto principalmente por la preocupación de los privados por mantener intactos los derechos de propiedad intelectual. Gracias a estos derechos los desarrolladores tienen la certeza de saber que, durante un periodo limitado de tiempo, ellos y sólo ellos tendrán el derecho a explotar el valor económico de su software en el mercado, por lo que no desperdician tiempo, y están constantemente generando nuevos proyectos y respaldando sus productos. Por ejemplo, en 1998 los sectores informáticos y de software estadounidenses invirtieron 143.000 millones de dólares en investigación y desarrollo superando la inversión realizada por los sectores automovilístico, farmacéutico y aeroespacial del país, de acuerdo al estudio Digital Economy 2000 del Departamento de Comercio de Estados Unidos.
El FLOSS en los servicios públicos
El FLOSS (sigla con que se llama genéricamente al software libre y al de código abierto) ha llamado la atención de varios gobiernos de países industrializados y en desarrollo, debido a que sus beneficios ayudan a cumplir la meta de masificar el uso de la computación e Internet en la población, incentivar la investigación informática y tener soluciones tecnológicas de bajo costo. Con mayor o menor éxito, se han impulsado iniciativas en naciones como España, Italia, Perú, Argentina, Alemania y Francia. En nuestro país no existe una política sistemática para que organismos públicos adopten o difundan el código libre, sólo hay esfuerzos individuales de cada organismo. Por otro lado, Brasil, Venezuela y Perú se han embarcado en proyectos en este ámbito.
En 2003, el presidente Luis Inácio da Silva anunció un plan para que todas las reparticiones públicas de Brasil adoptaran sistemas computacionales de código abierto. Las razones de esto eran variadas: desde presupuestarias, como un ahorro estimado de 330 millones de dólares al no pagar licencias de uso y al permitir que el software sea compartido, hasta ideológicas, como la reducción de la brecha digital mediante la expansión de centros comunitarios con acceso a Internet y la venta de computadores de bajo costo. El plan del mandatario brasileño incluso contemplaba la aprobación de una ley que prohibiera que las reparticiones públicas usaran software que no permitiera la libre modificación y distribución de su código.
Encabezando la puesta en marcha de este plan estaba Sérgio Amadeu, presidente y director del organismo gubernamental Instituto Nacional de Tecnología de Información, firme defensor de las libertades del código libre y que destacaba que al compartir la información que llevara a mejoras en su funcionamiento habría un importante ahorro en investigación y desarrollo.
Sin embargo, el plan no ha avanzado como se esperaba. A agosto de 2005 el mencionado proyecto de ley no obtuvo apoyo, hubo oposición dentro del mismo Gobierno (por ejemplo, desde la Secretaría de Política Informática del Ministerio de Ciencia y Tecnología), sólo 95 organismos federales habían adoptado el software abierto y la multinacional Microsoft (cuyo 6% de ventas en Brasil van dirigidas al Estado, según la consultora IDC), irónicamente, logró incluir su más reciente versión de Windows en el programa "PC Popular" de computadores de bajo precio.
Siguiendo el caso brasileño, en julio de 2005 el gobierno del presidente Hugo Chávez emitió un decreto (Decreto N° 3.390) que obliga a las reparticiones públicas de Venezuela a dar preferencia al software libre por sobre el propietario, con miras a crear una industria nacional de software y así lograr cierta independencia tecnológica. La meta es que en dos años la mayoría de los servicios públicos venezolanos usen este tipo de software.
El 18 de octubre de 2005, el Gobierno de Perú publicó una ley (Ley N° 28.612), que norma el uso, adquisición y adecuación de software para la administración pública. Si bien el texto no recomienda explícitamente el uso del FLOSS, sí da instrucciones para que la adquisición de programas computacionales se haga en condiciones de neutralidad y vigencia tecnológica. En específico, instruye a que las entidades estatales se sometan a un estudio que determine qué tipo de software es el que mejor satisface sus necesidades, prohíbe adquirir tecnología que obligue a usar un solo tipo de programa y enfatiza que la adquisición de software debe responder a criterios de transparencia, eficiencia y ahorro de recursos públicos.
Saludos Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com