ESPÍAS Y
Contra lo que muchos creen la democracia no es un sistema en el que mandan las mayorías, sino un sistema en el que se respetan los derechos de las minorías. Una democracia avanzada es un cuidadoso ejercicio de contrapoder, diseñado para que quienes tienen, por su oficio, poder en nombre de todos no puedan abusarlo. Porque los humanos, ay, somos susceptibles a la tentación. Y por eso es por lo que determinados poderes es mejor no dárselos a nadie, ni siquiera a los encargados de protegernos. Algunos poderes son como el Anillo: es imposible ejercerlos sin contaminarse del mal.
Esta disquisición patafísica viene a cuento con el programa de espionaje al por mayor que se ha descubierto en los EEUU, del que se discute su legalidad. Aunque su principal problema es su mera existencia. Por su inutilidad, ya que los expertos consideran muy difícil que sirva para lo que promete. Porque no se acaba nunca; siempre hay razones para espiar más. Pero sobre todo por sus infinitas posibilidades de abuso. Que ya están dando fruto. Elementos de los servicios secretos de EEUU están utilizando esas técnicas para descubrir no espías enemigos, sino fuentes de la prensa crítica. La tentación de usar esa información en política, contra el incordio en lugar de contra el enemigo, es demasiado grande. Y ojo, que en la Vieja Europa también ocurre. Lo que es peor, gracias a la torpeza de nuestros europeos esfuerzos sus datos de usted pueden acabar en manos de los EEUU... ¿Cuánto tiempo, en segundos, tardarán en utilizarse esos datos para cosas que no sean luchar contra el terror? ¿Dónde está el contrapeso para ese exceso de poder? ¿No sería mejor cortar por lo sano?
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